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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Diagnóstico: televidente

Es muy raro que en las líneas de autobuses que tomo -cuidado, que la ciudad es más grande que el pedazo que frecuento-, no vea a nadie en compañía de un libro. A veces, extraño el paisaje urbano de las capitales Madrid y Barcelona.

Nunca me hubiese imaginado en la silla del dentista, como en la de una peluquería o la sala de máquinas de un gimnasio. Es del todo raro para mí que en la consulta -que finalmente he escogido, no estoy diciendo que sea moneda común en la ciudad- haya una televisión encendida "para los pacientes", que tienen a mano revistas del corazón incluso en el interior de los gabinetes.

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No es raro, sin embargo, que debamos estar tan agradecidos a estos medios de comunicación, y me refiero en particular a algunos programas llena-mañanas, llena-sobremesas, o llena-tardes. Gracias a su gran calidad (y me ahorraré más calificativos), cualquier conducta ya no violenta sino impropia es de inmediato asociada a una enfermedad mental.

Raramente pero alguna vez, he recibido mails en los que alguien sospecha de algún conocido que pudiese tener trastorno bipolar. Por conductas erráticas, por haber hecho daño emocional sin llegar al maltrato psíquico. Sus argumentos son tan vagos que sus síntomas apuntan al "diagnóstico": "vecino", "compañero de trabajo", "jefe", "tu mejor amiga".

Se sienten desconcertados, porque quizá se cruzaron en sus vidas con un bipolar, y se asustaron, o sufrieron si se trató de un amago de relación amorosa. Sin nada que perder, me preguntan, y sin ser yo consejera, les digo que ni tiene por qué tratarse de ello, y si en todo caso tuviese patología esa persona, hay otras muchas.

O puede tratarse de gente rarita, sin más, también. Por qué siempre hemos de sospechar, enfocarlo todo, a enfermedad mental.

Porque la televisión nos lo está inculcando, quizá. En vez de ayudar a aceptar esta realidad de la que inevitablemente formamos parte de forma natural, y hablar sin más de la gente de carácter difícil, o simplemente fea carente del glamour de esa TV, o de "dime el último libro que has leído", con la que hemos de lidiar cada día...

Y esto, en horarios rellena-todo, que parecen formar parte muy importante, junto a las revistas del corazón, de la socio-educación del país.

 

P.D. Para otro día, el tema "dejó de tomar las pastillas=mató a su padre".

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