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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

El espejo y la autoestima, las compras hipomaníacas, y la madre que parió al insomnio de hoy

El espejo y la autoestima, las compras hipomaníacas, y la madre que parió al insomnio de hoy

Primera parte: es baldío maldecir ante un espejo.

Parafraseando el proverbio chino: uno es por lo menos tres cosas. Lo que uno cree que es (ve), lo que los demás creen que uno es (lo que ven) y lo que uno realmente es (la cruda realidad).

Esta mañana me vestí con una camiseta de estampado psicodélico y cubriéndola, un jersey negro abierto, de cremallera. La falda, negra. Las botas, negras también. El abrigo largo. Las gafas de sol. Y me dije satisfecha: soy Trinity.

Entonces, bien erguida y orgullosa, fui al espejo de cuerpo entero, y el resultado fue para desmayarse. No era Carrie Ann-Moss, -que tiene mi edad-, sino Rocío Jurado –algo más madura-. Maldición.

Los pantalones de cuero y con ellos el resto de vestuario han sido donados, y espero que quien lo haya recibido lo disfrute. Una de mis mejores amigas se llevó parte del pastel, lo que me produjo infinita satisfacción.

Porque ya estoy asumiendo, entre otras cosas que todavía no he asumido o estoy en ello, que no voy a volver a conseguir la talla para disfrazarme de Trinity de Matrix o de mujer marca Cosmopolitan.

Las pastillas engordan. La cerveza también. Comer cuando te da la gana cualquier cosa, lo mismo. El sedentarismo de la depresión, el perfecto detonante para no solo no bajar de peso, sino aumentarlo.

12 KILOS.

A principio del verano, tuve un gran problema con mi autoestima por este tema, apenas soportaba mi figura en el espejo. No sólo señoras con buena intención me habían preguntado de cuánto estaba embarazada varias veces (“no señora, sólo estoy gorda”), sino que realmente lo parecía: le pregunté a una amiga que ha parido recientemente, y "me echó" seis meses . El verano empezaba con el armario vacío, nada era de mi talla ya. Me vestí con dos prendas que me compró Madre, porque yo no estaba para ir de compras, en plena depre.

Mis amigas bipolares -podríamos constituirnos en un harén de focas marinas- afirman aceptar el sobrepeso después de pasar un largo tiempo con él, de haber tenido también problemas con la autoestima… pero finalmente valorar que ese efecto secundario de las pastillas es el pequeño precio a pagar por el gran beneficio de la eutimia, y declaran algo así: “gorda, vale, pero estable”. Pero claro, yo estoy gorda y no estable, o sea que no lo llevo del todo bien.

Ok, una vez más estoy pasando por el tubo. Jode dar toda tu ropa, la que has comprado durante años, la que te gustaba y conformaba tu estilo. Y jode más tener la necesidad de llenar ese armario vacío y gastarte una pasta que no tienes en hacerte con cuatro prendas decentes. Y digo decentes, porque el pasado invierno, ya con mis kilitos de más, como estaba depre sobreviví con ropa de mercadillo de algodón, camisetas y pantalones con un cordelito -ideal para no preocuparse por la cintura-. Como Trinity en la “vida real”, fuera de Matrix, a bordo de la Nabucodonosor, con harapos. El pasado invierno depre vestí dignamente únicamente dos o tres días, por compromiso, por cojones, con lo único presentable que sobrevivió a la criba: un conjunto de punto y un pantalón negro misteriosamente elástico.

Pero ahí viene el Péndulo, y un año después, para las mismas fechas, la situación es que he ciclado a hipomanía. Ya no estoy depre, este invierno no, qué respiro. Y quiero vestirme como la persona que era cuando hacía vida normal, mirarme al espejo y ver a una gordita que con ropa normalilla –me niego a embutirme en un top para lucir ombligo- pero de calidad está resultona.

Tengo por ahí las cifras: he gastado un pastón porque la media de cada prenda rondará los 40 euros, y compré unas 6. Y una tarde hipomaníaca total me gasté un dineral en dos bolsos que me parecieron divinos e imprescindibles. Ya he advertido a mis amigos que no me dejen hacer compras caprichosas, que es la enfermedad atacando.

Mitad, necesidad real de vestuario. Mitad, compras impulsivas hipomaníacas. Este octubre ha sido mi bancarrota. Y mi psiquiatra me ha prohibido fulminantemente que siga comprando, “no te justifiques”, y me hizo callar, porque en mi entusiasmo incluso le había enseñado la camiseta -divina, irresistible- recién adquirida al lado de la consulta. De camino a cualquier parte en el centro ya se sabe que hay tiendas... escaparates, tentaciones.

Segunda parte. Cómo bajar esos kilillos.

El psiquiatra sigue insistiendo -lleva un año- en que haga ejercicio, si, y el traumatólogo, la endocrina, el podólogo y el médico de cabecera, y seguro que algún médico más. Caminar y natación, coinciden todos. Parece una conspiración, la única diferencia es que unos dicen que camine media hora y otros una hora entera. No me queda más remedio que apuntarme de una puñetera vez a la piscina. Además, dicen que la natación es el mejor ejercicio para el TB, relajación del sistema nervioso central creo que es el motivo.

Caminar…esto me cuesta hacerlo sola. Cuando he estado depre, han sido mis amigos los que me han sacado de casa, venirme a buscar expresamente para dar el paseo, cómo se lo agradezco. Finalmente y por consejo de una amiga, ahora que por fin puedo salir sola pero me agobio en seguida -me aburro y doy media vuelta-, hacerlo en compañía del discman, en mi caso todavía un walkman. En mi walkman se ha aposentado el “Plays live” de Peter Gabriel, aunque llevo de recambio a David Bowie.

Fui con esta amiga a comprar un podómetro. Cuando he paseado con ella, ha marcado 4 km. Cuando estoy sola, la cosa se queda en 2 km.

Lo de caminar tiene otro efecto beneficioso: el aire libre, y la luz. Un bipolar ha de recibir luz, media hora al día mínimo. De todos es sabido que en los países nórdicos, donde la luz escasea, aumenta el número de deprimidos, y la fototerapia uno de los remedios. Aquí la luz es gratis, tenemos suerte.

Aplicando el proverbio chino: una es por lo menos tres cosas. Lo que una cree que es (Trinity, en hipomanía), lo que los demás creen que una es (una embarazada) y lo que una realmente es (una mujer con sobrepeso debido principalmente a la medicación).

Resumen del caos (¿qué esperas de un post insomne?): que no soy Trinity, que he de hacer ejercicio para seguir con mi programa de "rehabilitación" bipolar y de paso bajar el sobrepeso, y comprar ropa de mi talla para sentirme de nuevo bien, sin convertirme en una fashion victim.

Ah, no he comprado zapatos. Todavía.

. . . .

P.D. Ya son las 6.30, ya queda menos… he aguantado chateando con Semeolvida, escribiendo, bebiendo té, y escuchando todos los remixes que pululan por mi directorio Soulseek. El insomnio se está dejando llevar muy bien, la factura la pagaremos después.

4 comentarios

Ysehizolaluz -

y tú,tan fantástica como siempre...que sepas que para mí siempre has llevado la talla 100,pero de cabeza y de corazón...la de culo ya bajará...un beso preciosa.

khandika -

Pues no más mire usted, uno de esos sitios pulverizadores de los simbólico.
- cordial saludo -

Semeolvida -

Bueno, ha sido un buen parto este blog.

Un beso pseudo-hipo

Carne de Psiquiatra (provisional) -

Estoy francamente out, off, k.o.
...
Mira que dejarme lo de seguir una dieta para adelgazar...
...
Necesito un segundo café, descafeinado, porque las pastillas de la mañana me van a dejar el cuerpo alegre...