Una de normas
Ya he hablado en otros posts de una serie de hábitos saludables que en nuestro caso, los enfermos de TB, se transforman en normas. Que debemos seguir como soldados que somos, esclavos de nuestros neurotransmisores caprichosos. Esto, en nuestra vida cotidiana. Yo me considero soldado de mis médicos, si no les obedezco en estos momentos puedo recaer. Y gracias a que lo trabajamos, puedo decir esto... bien, lo dejo para otro post.
A veces, esa vida cotidiana ha de interrumpirse para ser objeto de supervisión médica constante, en momentos de desequilibrio peligrosos. Me refiero a los ingresos, a los psiquiátricos.
Hace poco estuve en un psiquiátrico privado para visitar a un colega bipolar. Me quedé sencilla y llanamente escandalizada por la falta de normas. De seguridad. Por decirlo de forma alarmante, si ingresase allí por intento de suicidio no duraba dos horas viva.
En un psiquiátrico hay normas tales como:
1. Registro. Es lo primero que hacen contigo. Revisan tu equipaje minuciosamente. Te quitan hasta la polvera porque lleva un espejito. Nada de colonias, se las quedan ellos y tienes que pedirlas. Lo mismo con las cremas faciales etc en envases de cristal. Te quitan el móvil también.
2. Las habitaciones se cierran determinadas horas al día. Creo que el objetivo es que el enfermo no se apalanque, y más si hablamos de una depresión, donde lo que menos te apetece es estar rodeado de gente, tú eres un autista que busca la silla más apartada de la sala. No puedes seguir recluído, no puedes dormir lo que querrías, la depresión no se ayuda ofreciendo la habitación al que tiene la enfermedad del aislamiento y la tristeza.
3. Cierre de armarios. ¿Para evitar robos? No sólo eso, a mi me lo hicieron porque iba a hacer una gilipollez de la que ahora me arrepentiría. Otra norma del estilo es prohibir los cordones de los zapatos. Uno puede autolesionarse de mil formas y en algunas enfermedades van por ahí los tiros.
4. Cuarto de baño con espejos alternativos al cristal. Ya he dicho, el cristal se usa bajo estricta supervisión.
5. Visitas: registro de bolsos. No olvidemos que hay gente desintoxicándose ahí dentro también, y los colegas pueden ser tan amables de traerte algún regalito. Permisos: registro de nuevo, a ver qué has traído de la calle.
6. Obligaciones: ducharse, vestirse, hacerse la cama. No estás en un hotel y además son hábitos que no has de dejar.
7. Comidas: sanas, fruta, verdura, yogur, carne, pescado. Siempre sustitutos del café. Chocolate para desayunar como extra. Los excitantes no son buenos para los que andan subidos a la parra. Máquinas de bebidas sin cafeína.
8. Tabaco: cada sitio tiene su política. Tan contradictoria como que en el sitio A te quiten tabaco y mechero por la noche y te los devuelvan por la mañana, mientras que en el sitio B los conservas todo el tiempo, a la vez que en C ni dios lleva mechero y los enfermeros se pasan el día dándote fuego. Se puede hacer pupa con el fuego, claro... recuerdo que un petardo saltarín acabó con media melena de servidora una noche de San Juan, no digo más.
A bote pronto, se me ocurre todo esto de lo que he vivido y he visto. Pues bien, en este psiquiátrico no fui objeto de registro (llevaba mi arsenal de pastillas encima, como siempre). Mi amigo tenía sus teléfonos móviles. Había café-café en la máquina, lo mejor para un maníaco o alguien que tiene pautado pastillas para dormir, vamos. Su habitación estaba abierta y allí se reunía en privado con las visitas etc. (A mí me amonestaron por estar con otro paciente en mi habitación, estaba prohibido). Su cuarto de baño, perfecto con su espejo y estante de vidrio, y su colonia allí sin problemas.
Perdonen... aquéllo no era un hospital psiquiátrico, era un hotel.
Ya he dado instrucciones precisas. Si tengo problemas, iré a un hospital público que me recomendó el equipo que me lleva. Si he de ingresar, no quiero que me den tantas facilidades para seguir haciendo el gamberro dentro. Con lo que me gusta el café, será posible...
A veces, lo mejor no está en la sanidad privada. Aunque me den una hectárea de bosque, si he de curarme de una crisis ("¡¡¡pero si ese hospital que te han recomendado es un pasillo!!!), prefiero chupar pasillo. No cambio mi seguridad, mi vida, por una habitación en la que hasta puedo tener televisión. No me parece serio. Por suerte, mi amigo no estaba demasiado mal y el lugar no le hizo mella. Ya tiene el alta, y me alegro mucho por él, pasar un bache es una alegría y salir de un ingreso, por muy de luxe y de pega -insisto, menos mal que lo suyo era casi una cura de sueño- que sea, siempre es motivo de satisfacción: vuelta a la vida normal, problema solucionado.
A veces, esa vida cotidiana ha de interrumpirse para ser objeto de supervisión médica constante, en momentos de desequilibrio peligrosos. Me refiero a los ingresos, a los psiquiátricos.
Hace poco estuve en un psiquiátrico privado para visitar a un colega bipolar. Me quedé sencilla y llanamente escandalizada por la falta de normas. De seguridad. Por decirlo de forma alarmante, si ingresase allí por intento de suicidio no duraba dos horas viva.
En un psiquiátrico hay normas tales como:
1. Registro. Es lo primero que hacen contigo. Revisan tu equipaje minuciosamente. Te quitan hasta la polvera porque lleva un espejito. Nada de colonias, se las quedan ellos y tienes que pedirlas. Lo mismo con las cremas faciales etc en envases de cristal. Te quitan el móvil también.
2. Las habitaciones se cierran determinadas horas al día. Creo que el objetivo es que el enfermo no se apalanque, y más si hablamos de una depresión, donde lo que menos te apetece es estar rodeado de gente, tú eres un autista que busca la silla más apartada de la sala. No puedes seguir recluído, no puedes dormir lo que querrías, la depresión no se ayuda ofreciendo la habitación al que tiene la enfermedad del aislamiento y la tristeza.
3. Cierre de armarios. ¿Para evitar robos? No sólo eso, a mi me lo hicieron porque iba a hacer una gilipollez de la que ahora me arrepentiría. Otra norma del estilo es prohibir los cordones de los zapatos. Uno puede autolesionarse de mil formas y en algunas enfermedades van por ahí los tiros.
4. Cuarto de baño con espejos alternativos al cristal. Ya he dicho, el cristal se usa bajo estricta supervisión.
5. Visitas: registro de bolsos. No olvidemos que hay gente desintoxicándose ahí dentro también, y los colegas pueden ser tan amables de traerte algún regalito. Permisos: registro de nuevo, a ver qué has traído de la calle.
6. Obligaciones: ducharse, vestirse, hacerse la cama. No estás en un hotel y además son hábitos que no has de dejar.
7. Comidas: sanas, fruta, verdura, yogur, carne, pescado. Siempre sustitutos del café. Chocolate para desayunar como extra. Los excitantes no son buenos para los que andan subidos a la parra. Máquinas de bebidas sin cafeína.
8. Tabaco: cada sitio tiene su política. Tan contradictoria como que en el sitio A te quiten tabaco y mechero por la noche y te los devuelvan por la mañana, mientras que en el sitio B los conservas todo el tiempo, a la vez que en C ni dios lleva mechero y los enfermeros se pasan el día dándote fuego. Se puede hacer pupa con el fuego, claro... recuerdo que un petardo saltarín acabó con media melena de servidora una noche de San Juan, no digo más.
A bote pronto, se me ocurre todo esto de lo que he vivido y he visto. Pues bien, en este psiquiátrico no fui objeto de registro (llevaba mi arsenal de pastillas encima, como siempre). Mi amigo tenía sus teléfonos móviles. Había café-café en la máquina, lo mejor para un maníaco o alguien que tiene pautado pastillas para dormir, vamos. Su habitación estaba abierta y allí se reunía en privado con las visitas etc. (A mí me amonestaron por estar con otro paciente en mi habitación, estaba prohibido). Su cuarto de baño, perfecto con su espejo y estante de vidrio, y su colonia allí sin problemas.
Perdonen... aquéllo no era un hospital psiquiátrico, era un hotel.
Ya he dado instrucciones precisas. Si tengo problemas, iré a un hospital público que me recomendó el equipo que me lleva. Si he de ingresar, no quiero que me den tantas facilidades para seguir haciendo el gamberro dentro. Con lo que me gusta el café, será posible...
A veces, lo mejor no está en la sanidad privada. Aunque me den una hectárea de bosque, si he de curarme de una crisis ("¡¡¡pero si ese hospital que te han recomendado es un pasillo!!!), prefiero chupar pasillo. No cambio mi seguridad, mi vida, por una habitación en la que hasta puedo tener televisión. No me parece serio. Por suerte, mi amigo no estaba demasiado mal y el lugar no le hizo mella. Ya tiene el alta, y me alegro mucho por él, pasar un bache es una alegría y salir de un ingreso, por muy de luxe y de pega -insisto, menos mal que lo suyo era casi una cura de sueño- que sea, siempre es motivo de satisfacción: vuelta a la vida normal, problema solucionado.
2 comentarios
Carne de Psiquiatra -
cada uno lleva el TB como puede. En este blog hablo del TB y de mí y de cómo lo llevo y no me considero víctima, si has leído otros artículos. Si no te gusta mi visión de las cosas, esto es internet, es como una tv, haz un "déjaloya".
Te deseo la mejor calidad de vida.
Déjaloya -