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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Notas previas

Notas previas Estimado Dr.,

Si está valorando mi aspecto físico como introducción a mi estado de ánimo, me notará algo descuidada, porque en las últimas visitas me arreglé, tenía ganas de hacerlo, pero ahora esta es mi manera de vestir, y no la oculto.

Tengo que ir a la peluquería hace días pero como no sé qué quiero hacerme, lo voy dejando. Además, no me gusta demasiado ir a la peluquería. Y si encima tengo que escoger un color para teñirme, pues he de estar de humor, francamente.

Visto muy informalmente, demasiado, estoy hippie, sí, pero muy a gusto. Llevo mis adidas sin calcetines desde que mi amiga de Santander me pegó el toque, claro que entonces llevaba una falda tejana y no colaba esto de ir con calcetines y “di que soy alemana” aunque más de una persona me pregunta por mi nacionalidad, convencida de que soy inglesa, quizá por mi piel blanca.

Por cierto, mi “nacionalidad” por aspecto es de lo más raro que he visto nunca.

Si entro en una tienda de pakistaníes, una niña me pregunta de dónde soy, no le parezco española.
Si estoy en la Mancha, soy manchega, de eso no hay ninguna duda.
Si estoy en Estambul, y lo que relato es verídico, se me pregunta si tengo familia en tal provincia, yo me quedo ojoplática, y mucho más cuando veo a un doble de mi padre. Casi me dio un ataque en ese momento.

Ya me he ido por las ramas. Creo que me teñiré de pelirroja, algo veraniego, ya que he pasado el invierno con un demasiado discreto castaño oscuro, quizá para que yo misma no note que ya no es ese mi color. Mi color ahora tiene muchas canas.

Bien, doctor, aquí me tiene. Si ha leído mi página últimamente, comprobará que volver a Barcelona me pone más mala que buena. Estar en casa de mi madre me trae demasiados recuerdos. Al principio, cuando me instalé en otoño del 2003, recuerdos de mi adolescencia. Ahora, recuerdos de mi etapa allí, muy enferma, y de los dos ingresos.

Cuando reservé el billete pensando en la cita de hoy, me di unos días por delante y por detrás para “hacer vacaciones”. No sé en qué pensaba, porque ahora pocas expectativas tengo y eso me libera de estrés, pero me he encontrado más bien incómoda. Ver a mis amigos me produce alegría, por supuesto. Pero hay algo parecido a la apatía en mi estancia aquí.

Esta semana he llamado a más gente para verla. Me preguntan desde cuándo estoy, y eso me recuerda que la semana pasada sólo vi a dos personas. Sí, estoy algo antisocial, me cuesta quedar con la gente.

No he deshecho las maletas. Están ahí y supongo que a mi madre le molesta verlas, pero no tengo ni he tenido intención de poner la ropa en el armario. Lo mismo hago cuando voy a casa ajena o a un hotel, no soy de las que llegan y lo cuelgan todo para que no se arrugue.

Quizá por eso mi madre me preguntó no sin cierta ira qué significaba su casa para mí. Ni yo lo sé, sólo sé que no es mi casa, que nunca lo fue, desde que la abandoné definitivamente en 1993. Volver a ella no me provocó nunca hacerla mía de nuevo. Y es que las colmenas sólo tienen una reina, imposible dos.

Me voy a dormir tarde, de 1 a 2. Me despierto hacia mediodía, unas veces bien y otras con la pastilla por ahí en plan tostada. Por cierto, los cambios de presión en el avión me recordaban ese efecto. El avión empezó a bajar y lo noté de inmediato, fue como uno de los golpes de la pastilla, y lo noté un minuto antes de que anunciasen “señores pasajeros, estamos iniciando el descenso…”. Por fin tengo algo parecido a lo de las pastillas en mi cabeza, ese cambio de presión al que soy tan sensible.

Como poco, no tengo hambre. Se come mejor y más acompañado, pero debo estar demasiado antisocial como para hacerlo. Mi madre no tiene culpa alguna, y está convencida de que no estoy bien. Para eso estoy aquí, para saber si estoy bien, y le digo cómo me siento.

Mi vida es nómada, así lo siento. Tengo libertad de movimientos y viajo, viajo desde Madrid, ya sea a Barcelona o a Santander o a la Mancha. Tengo algo de dinero para hacerlo, y quizá si dejo de fumar tendré más poder adquisitivo. Pero lo del tabaco no está en el orden del día, no todavía.

No tengo síntomas preocupantes. Me sigue costando la ducha, pero me ducho. Compro comida, me la hago. Doy media vuelta, eso sí me cuesta, caminar sola sin darle a la pelota demasiado. Además, le tengo mucho respeto al calor, no sólo porque hiere mi piel, sino porque tengo mucho miedo a volver a desmayarme, porque lo pagué muy caro, y sé que mis huesos van a romperse si se golpean contra el suelo, porque la osteopenia los tiene bajo mínimos de calcio. ¿Me tomo la pastilla de calcio? Pues no, mea culpa, cuando veo el tubo ya me dan náuseas y me pregunto si eso va a solucionar lo que he visto en las radiografías, y me temo que no. El resto de pastillas, ya lo sabe, me las tomo sin preámbulos de ninguna clase.

Le traigo mi último análisis de sangre, al parecer estoy muy bien pero el hipotiroidismo sigue tocando las narices, así que me han subido la dosis de tiroxina, esa pastilla en ayunas que me da rabia pero ya estoy acostumbrándome después de un año.

Mi punto flaco es el estrés. Llevo una vida muy tranquila y me ponen nerviosa los imprevistos. También estresa cambiar de ambiente. Reconozco que desde que estoy aquí, estoy más nerviosa, y eso me fastidia porque la última visita con el psiki me dio la alegría de rebajar ansiolíticos. Igual los vuelvo a necesitar.

He tenido sólo un par de insomnios. Por suerte, puedo recuperar sueño. Ya no soporto la sensación de sueño, porque no tengo costumbre y porque se me mezcla con el pastillazo de la noche, y entonces digo sin ambigüedad que me encuentro mal.

Me preocupa esa ansiedad. Cualquier cosa me la dispara. Debo estar muy sensible, o es que aquí en esta ciudad y en esta casa me vuelvo mucho más vulnerable, esa es mi hipótesis.

De todas formas, no me quejo de mi vida social. Tengo amigos, y así lo percibo, y es una sensación de las que llenan.

Doctor, ya le he dicho lo que hay. Quizá me dejo lo más importante, y no dudo de que sus preguntas me lo van a sacar.

¿Dónde y cuándo?, ahí está el meollo.

Y cómo no, espero ordenar el caos mental que tengo, con su ayuda.

Necesito objetividad.
Necesito centrarme.
He de tomar decisiones, más allá del color de mi pelo.
Aquí me bloqueo.
Y me pongo nerviosa, no soy capaz de decidir.
Doctor, creo que mi mente ha acumulado basura.

2 comentarios

Cervecerix -

Vaya!! Suerte del comentario ... me alegra que esteis bien, tú y tus excentricidades ;)

Carne de Psiquiatra -

Creo que pasé la ITV, y esta sésión me aportó un concepto muy interesante sobre el que quiero trabajar, porque aclara muchas cosas.
Mi terapeuta leyó esto, para él estaba escrito, y se rió o sonrió con el desbarre, si hasta yo me río.
Estoy bien, vamos. Yo y mis excentricidades.