Pendientes de de y de... la salud.
Si lo que hay más allá del espejo es un episodio bipolar, desde luego, hay que intentar pararlo con ayuda del médico y no sólo eso: mientras el temporal no amaine, tomar conciencia de lo que podemos llegar a hacer, y eso lo da la experiencia, y es muy difícil aún así controlar síntomas y por tanto conductas, hechos y palabras.
Salud, incluso en pleno episodio, es ser conscientes de que nuestras emociones nos traicionan a menudo y deberíamos hablar después de pensar las cosas tres veces, pero la impulsividad vuelve a traicionarnos, porque no tenemos salud para ese control. Y montamos un cristo al devolver algo en una tienda, qué más da, en esos momentos no somos conscientes. Despertemos, no es la vida real, no estamos bien, nuestras emociones actúan por nosotros, y si la familia o el entorno tampoco lo detectan, mucho peor para nosotros, pues pensarán que “somos así”, y no es cierto.
Despertadnos si esto es así y no lo vemos, los cambios a menudo suelen ser tan graduales que se nos escapan.
Hay que permanecer informado y un poco alerta, en autocrítica, por nuestra vulnerabilidad, por ejemplo, a más enfermedades que nos interesan de cerca. El TB presenta comorbilidad con varias. Si es un trastorno de personalidad o límite lo que se puede tener además de la bipolaridad, tengo entendido que este se impone al otro. Cada día serás atacado por ese trastorno de personalidad, mientras que el bipolar aparecerá cíclicamente, como suele, sin piedad, predecible hasta cierto punto una vez se deja de ciclar y sabes que atacará en primavera y otoño, con alguna sorpresilla, también, no nos confiemos. También es predecible el día a día de lo otro, lo mismo ocurre con la ansiedad -eso es lo que llevo yo de mochila como un trastorno más- cada día. Aunque no tenga síntomas bipolares, es raro el día que no tengo angustia, aunque a veces se retira unos días. Terapia, dicen, además de una pastilla tranquilizante, que suele ser una benzodiacepina que produce adicción, y de ahí volvemos a la patología dual, si a uno le da por tomarse cuatro en vez del uno pautado porque está nervioso: abuso de benzos.
Otra adicción, abuso suele llamarse, de nuevo patología dual. Esto sí está en nuestras manos. No todo el mundo tiene narices de reconocer que tiene problemas de adicción al alcohol u otras drogas, incluso de las que te recetan, y eso también es enfermedad, y seguirá siéndolo mientras no se aborde esa patología como dual. (Mi ex-psiquiatra me sermoneaba cuando le contaba preocupada lo que bebía, un día que el exceso me alarmó tanto que le pedí hora. Me pongo mala cuando lo recuerdo, una bipolar I de manual en sus narices).
Por no hablar de todos los que tomamos medicación para la glándula tiroidea.
No se trata de la paranoia constante de pensar que podamos tener estas enfermedades, otros trastornos. Si sospechamos, datos en mano, hay que consultar con el psiquiatra pues sólo él puede diagnosticar una comorbilidad o valorar un análisis de sangre. Y he leído, en esta página está reproducido el artículo, que un 46% de bipolares I consumen alcohol. Yo lo hice, y también tengo esa espada encima, y gracias a que lo asumí pude enfrentarme a ello con ayuda de mucha terapia durante meses.
Salud para nosotros creo que consiste en cuidar la enfermedad, conocerla, no negarla, y pedir que te devuelvan al mundo real si alguna vez pierdes la senda aunque sea con la sencilla afirmación “me encuentro bien, no necesito llamar al psiquiatra”, síntoma de que realmente puedes estar mal. Si te dicen que has de hacerlo, llamar o pedir cita, desconfía de ti y de tus emociones por completo para confiar en los otros, deja que te despierten aunque tú creas que lo estás y quizá te salves de alguna gorda, pues desgraciadamente he visto recaídas por ese "no me pasa nada, estoy bien". No cuesta demasiado llamar al psiquiatra y que tu entorno deje de estar en vilo y sufriendo mientras te ven "demasiado bien".
Pendientes hasta de cuando nos encontramos bien, en mi caso debo hacerlo. Porque yo me encontraba "bien" cuando pedía el alta, cuando ya no me sentía deprimida después de una depresión de semanas con baja médica, antes del diagnóstico bipolar. Lo que no sabía es que había ciclado y estaba hipomaníaca, para mí eso, ir subida, era el “estar normal”. Lo jodido es que mi ex-psiquiatra también pensaba que yo estaba bien y encima seguía tomando antidepres para alimentar ese estado.
Por eso hemos de estar pendientes e informados, cada uno donde sepa que tiene un punto débil, un poco más allá de nuestras narices bipolares donde algo huela a quemado.
Ocultamos mucha información relevante al psiquiatra, sin darnos cuenta. O porque él no pregunta, triste.
Y encima, lleva una vida de verdad normal. Mírate al espejo y decide con qué pie te has levantado.
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2 comentarios
Carne de Psiquiatra -
He hablado mucho de esto en el tema BIPOLAR y Batallitas Bipolares de este blog, desde mi experiencia como paciente, y también en Bipomensajes.
No es fácil, pero hay que asumirlo para no amargarse ni amargar a los demás.
Saludos.
javi -