Max Mix I
No, no soy una vaga, no escribo porque estaba esperando una llamada de mi nuevo proveedor de banda ancha para acabar de configurar la conexión. Como mi "pequeño", mi portátil con W.98, es más bipolar y sibarita que yo, se resiste a conectarse con un cutre-módem USB. Estaba acostumbrado al router, pobrecillo. Y yo a una conexión decente, pero mientras no la tenga, además de mesarme los cabellos, he decidido venir al cyber.
Además, no sé si me llevé la gastroenteritis a Barcelona cuando empecé a vomitar el domingo de San Isidro o qué, el caso es que he estado a régimen estos días (no, no he adelgazado, lo mío es crónico). Incluso bajando de ánimo, ayer envié un sms a mi psiki porque me empezaba a preocupar el tema. Lo achaco al cambio de tiempo, pues llegué a Madrid en pleno "esto parece agosto ya" y luego el cielo se encapotó, y mi ánimo con él. Pasé el fin de semana encerrada, incluso mi compañero de piso estaba preocupado y no quiero darle pistas sobre mí, sobre estas oscilaciones, así que le quité importancia y ayer mismo me obligué al "Push the button" ("Galvanize", ¿recordáis? Está en "Minutos musicales") y a salir de casa. Hoy he hecho lo mismo, he salido con el vestido sin planchar (este tío es un desastre, la plancha está sucia pero tiene mil prioridades antes de) y al menos me ha dado el aire. Y he probado el primer café (descafeinado) en dos semanas, y no me ha dado patadas el estómago. Vamos bien.
Ayer me dí de baja en el gimnasio, que no había pisado en un mes. Mi amiga insiste en que me apunte al suyo, que así iremos juntas. Ya veremos.
Hoy envidio a mi primo que asistirá al concierto de Bruce Springsteen en Barcelona, un concierto en petit comité al que se ha de acceder con documento nacional de identidad, algo nunca visto antes. Recuerdo los conciertos de los 80, ahí podías conseguir entrada con antelación, no la locura de ahora de esperar horas a que abran las taquillas medio año antes del evento. Por eso no voy ya a grandes conciertos, porque el de Rod Stewart valía 70 euros si no recuerdo mal cuando hice la consulta en el cajero que vendía las entradas. Madre mía, además ya lo he visto dos veces, y cuando hacía el gamberro en el escenario con su kilt y la pelota de fútbol.
Galahan no se pierde un festival, y ahora hace la crónica del Festimad en su Klaatu Barada Nikto. Aunque la organización sea cutre, estos eventos son los que te procuran hoy en día música en directo a precios razonables. Hace años me perdí el primer festival Doctor Music, a saber por qué (quiero pensar que no tenía vacaciones), porque fueron dos de mis amigas. La verdad es que ya no me veo en tienda de campaña con un wc atestado a un kilómetro, ya no tengo aguante para eso. Bastante me cabreó la organización del evento de la fotografía de Spencer Tunick, impropia del área de cultura del Ayto. de Barcelona. Yo estaba allí, y tenéis fotos en esta página. El regalo a los modelos de esta particular obra de arte fue una fotografía original, que ahora está en la pared de mi habitación en Madrid. Fue toda una experiencia, sobre todo la de entrar a toda leche en pelotas en el pabellón a la búsqueda de un servicio vacío (a quién se le ocurre meter a 7.000 personas con 5 wc para señoras).
A veces no puedo evitar volver la mirada al 2003. Estaba subidísima cuando fui a despelotarme a Montjuïch, pero mis amigos no lo sabían, y yo menos. Ahora he de ir con cuidado al trasnochar, tengo mil avisos cargados de sabiduría sobre el tema. No, no quiero volver "allí", y "allí" no es un ingreso, es encontrarme mal cada día por un síntoma diferente, explotar de impotencia y angustia, no ver la salida al túnel.
Ahora salgo a la calle sola y soy capaz de mirar el sol. Y también de cruzar el Eje Madrid-Barcelona en avión.
Estoy normalizándome, y el cambio de aires realmente está obrando no milagros sino realidades que se esperan y yo espero de mí. A pesar del pinchazo del fin de semana.
Bien, eso es todo sobre Carne de Psiquiatra en estos últimos días. Vida cotidiana. De aquí a un rato me someteré a la tortura de la depilación, y me estoy mentalizando. Tomaré la pastilla opcional de la tarde para relajarme. Es muy bueno que no tenga tanta angustia como antes, que realmente esté más tranquila.
Aunque te claven 1.40 euros por un descafeinado con hielo en una terraza donde deseas estar tranquila. Me ha amargado el café la factura, disculpen, soy así.
Esta noche me han invitado a salir. A un tugurio de frikis ricachones. Donde conocí al tío del Mercedes, a quien por cierto, he mandado a freir espárragos (= borrado de la agenda del móvil). No hay nada más duro que pelar que un soltero pasada la cuarentena, sólo que ya lo había olvidado. Ya te digo, empiezo de 0 en todos los sentidos. ¿Cómo se ligaba? Ya ni lo recuerdo...
Además, no tengo ganas de ligar. Una pastilla que me dieron para la gastroenteritis contenía bromuro, y estoy por seguir tomándomela con las de las mañanas. He de recordarme un viejo dicho mío, un hombre=un problema, y Carne no está para problemas.
Además, no sé si me llevé la gastroenteritis a Barcelona cuando empecé a vomitar el domingo de San Isidro o qué, el caso es que he estado a régimen estos días (no, no he adelgazado, lo mío es crónico). Incluso bajando de ánimo, ayer envié un sms a mi psiki porque me empezaba a preocupar el tema. Lo achaco al cambio de tiempo, pues llegué a Madrid en pleno "esto parece agosto ya" y luego el cielo se encapotó, y mi ánimo con él. Pasé el fin de semana encerrada, incluso mi compañero de piso estaba preocupado y no quiero darle pistas sobre mí, sobre estas oscilaciones, así que le quité importancia y ayer mismo me obligué al "Push the button" ("Galvanize", ¿recordáis? Está en "Minutos musicales") y a salir de casa. Hoy he hecho lo mismo, he salido con el vestido sin planchar (este tío es un desastre, la plancha está sucia pero tiene mil prioridades antes de) y al menos me ha dado el aire. Y he probado el primer café (descafeinado) en dos semanas, y no me ha dado patadas el estómago. Vamos bien.
Ayer me dí de baja en el gimnasio, que no había pisado en un mes. Mi amiga insiste en que me apunte al suyo, que así iremos juntas. Ya veremos.
Hoy envidio a mi primo que asistirá al concierto de Bruce Springsteen en Barcelona, un concierto en petit comité al que se ha de acceder con documento nacional de identidad, algo nunca visto antes. Recuerdo los conciertos de los 80, ahí podías conseguir entrada con antelación, no la locura de ahora de esperar horas a que abran las taquillas medio año antes del evento. Por eso no voy ya a grandes conciertos, porque el de Rod Stewart valía 70 euros si no recuerdo mal cuando hice la consulta en el cajero que vendía las entradas. Madre mía, además ya lo he visto dos veces, y cuando hacía el gamberro en el escenario con su kilt y la pelota de fútbol.
Galahan no se pierde un festival, y ahora hace la crónica del Festimad en su Klaatu Barada Nikto. Aunque la organización sea cutre, estos eventos son los que te procuran hoy en día música en directo a precios razonables. Hace años me perdí el primer festival Doctor Music, a saber por qué (quiero pensar que no tenía vacaciones), porque fueron dos de mis amigas. La verdad es que ya no me veo en tienda de campaña con un wc atestado a un kilómetro, ya no tengo aguante para eso. Bastante me cabreó la organización del evento de la fotografía de Spencer Tunick, impropia del área de cultura del Ayto. de Barcelona. Yo estaba allí, y tenéis fotos en esta página. El regalo a los modelos de esta particular obra de arte fue una fotografía original, que ahora está en la pared de mi habitación en Madrid. Fue toda una experiencia, sobre todo la de entrar a toda leche en pelotas en el pabellón a la búsqueda de un servicio vacío (a quién se le ocurre meter a 7.000 personas con 5 wc para señoras).
A veces no puedo evitar volver la mirada al 2003. Estaba subidísima cuando fui a despelotarme a Montjuïch, pero mis amigos no lo sabían, y yo menos. Ahora he de ir con cuidado al trasnochar, tengo mil avisos cargados de sabiduría sobre el tema. No, no quiero volver "allí", y "allí" no es un ingreso, es encontrarme mal cada día por un síntoma diferente, explotar de impotencia y angustia, no ver la salida al túnel.
Ahora salgo a la calle sola y soy capaz de mirar el sol. Y también de cruzar el Eje Madrid-Barcelona en avión.
Estoy normalizándome, y el cambio de aires realmente está obrando no milagros sino realidades que se esperan y yo espero de mí. A pesar del pinchazo del fin de semana.
Bien, eso es todo sobre Carne de Psiquiatra en estos últimos días. Vida cotidiana. De aquí a un rato me someteré a la tortura de la depilación, y me estoy mentalizando. Tomaré la pastilla opcional de la tarde para relajarme. Es muy bueno que no tenga tanta angustia como antes, que realmente esté más tranquila.
Aunque te claven 1.40 euros por un descafeinado con hielo en una terraza donde deseas estar tranquila. Me ha amargado el café la factura, disculpen, soy así.
Esta noche me han invitado a salir. A un tugurio de frikis ricachones. Donde conocí al tío del Mercedes, a quien por cierto, he mandado a freir espárragos (= borrado de la agenda del móvil). No hay nada más duro que pelar que un soltero pasada la cuarentena, sólo que ya lo había olvidado. Ya te digo, empiezo de 0 en todos los sentidos. ¿Cómo se ligaba? Ya ni lo recuerdo...
Además, no tengo ganas de ligar. Una pastilla que me dieron para la gastroenteritis contenía bromuro, y estoy por seguir tomándomela con las de las mañanas. He de recordarme un viejo dicho mío, un hombre=un problema, y Carne no está para problemas.
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