Noche de fuego
Hoy he quedado con una amiga, a la hora en que abuelos, padres y niños del barrio están paseando y tomando algo. Y me ha asaltado la idea de que estoy en mi barrio, sí, nuevo pero mío, y no conozco a nadie, a nadie he de saludar, salvo a los vecinos, al portero y al dueño del bar de abajo que me piropea cuando paso.
Hoy es San Juan. Es una fiesta pagana, la bienvenida del solsticio, y se celebra con fuego. Hoy la gente no dormirá, por eso mañana es fiesta allí.
Le he preguntado qué se hacía en Madrid para San Juan, y me ha dicho que nada, que incluso estuvo pensando en viajar a Barcelona para pasar esta noche allí. "Es una tradición del Levante", dicen todos, y sí, lo es.
Llamo a mi colega de aquí, ya preocupada porque no da señales de vida. Está en Alicante, donde se celebran las hogueras, una especie de fallas a lo pequeño me cuentan, y me dice a las 20.00 que vaya para allí. En patinete, sí.
Petardos. No los soporto. Ahora. De pequeña, San Juan era el Fuego para los niños. Nos compraban petardos y por única vez se nos permitía tener un mechero, sí, fuego propio, para encenderlos. Y se nos permitía bajar a la calle con los otros niños vecinos. Antes no había el servicio de recogida de muebles antiguos, de manera que la tradición consistía en guardar esa madera para la hoguera de San Juan. Teníamos una muy cerca. En el barrio había muchas, había mucho a quemar. Todavía hoy los estudiantes cuando acaban la carrera dicen que van a tirar los apuntes para San Juan, la expresión persiste.
Me fascinaban las bengalas, esos palitos que soltaban chispas. Creo que las han prohibido porque si un niño las chupa, es veneno. Y Madre siempre nos contaba esta noche que antes había otro juguete de fuego, no recuerdo el nombre, que en su día produjo muchas intoxicaciones y hubo una alarma en la ciudad para que se fuera a donar sangre, y ella fue. En casa éramos donantes de sangre Madre, Hermano y yo. Padre no podía. Yo tampoco puedo ahora, desde que tomo medicación, y es una de mis pequeñas frustraciones.
La tradición en esta noche de verbena, es comer después de la cena la "coca" con cava. La coca es un pastel plano, muy fino, del tamaño de la bandeja del horno, porque mucha gente la cocina. La tradicional se hace con chicharrones creo, la que lleva piñones, y después está la de fruta. La coca es un pastel popular en mi tiera, no sólo ese día. Coca, copa de cava, brindis. Y luego te vas de juerga.
Quince años, quizá. La primera juerga permitida. Consistía en ir a una verbena o concierto (recuerdo uno de la Orquesta Mondragón en Montjuïch), emborracharse, y luego ir a la playa a ver el amanecer. Todos en la playa, y esa era la fiesta, no tener hora para volver a casa, saber que esa noche era especial.
Como la de Nochevieja. Sin toque de queda, que en mi época solía ser a las 22 o 23 h.
Eso está muy bien cuando eres joven. Diez años más tarde, odias los petardos, y ya no te apetece salir esas dos noches porque 1) son para los jóvenes que tú fuiste, 2) todo el mundo va borracho, 3) existe el imperativo de pasarlo bien, lo cual es cierto en el caso 1) y 2), pero tú ya no estás para eso, ya sales cuando te apetece, no cuando todo el mundo se ve en la obligación de salir.
Estoy sola en casa, esta noche ha llovido ya dos veces, y pienso que menos mal que allí no, porque hay que ir a la playa a ver el amanecer. Hace un par de años hubo follón en Barcelona porque de la tradición inocente derivó una rave de dos días que dejó la playa hecha un asco, más de lo habitual.
Y ya han pasado 20 años desde esos tiempos de juerga. Y me alegra sobremanera no estar escuchando los petardos, que suenan molestos una semana antes y otra después de esta noche, y no escuchar a los pobres perros que lo pasan fatal, se asustan muchísimo con el ruido.
El fuego no es inocuo, hoy se colapsarán los servicios de urgencias con quemaduras e incluso amputaciones de dedos. Es normal, Levante tiene cultura de fuego. Y durante el año los grupos de "diablos" hacen exhibiciones en los "correfocs" con tracas y dragones que escupen chispas.
Es lo que hay, allí ahora los estudiantes de selectividad disfrutan después del esfuerzo de los exámenes. Aquí no se celebra lo que para mí era cotididano, día del libro, esta verbena... pero hay otras cosas.
Mañana hay una reunión bipolar importante y recibo visita de Barcelona. Me estreso sólo de pensarlo. Tengo mucho sueño y no escribo bien, estoy en pleno efecto de las pastillas, o sea zombi, y voy a la cama ya.
Hoy es San Juan. Es una fiesta pagana, la bienvenida del solsticio, y se celebra con fuego. Hoy la gente no dormirá, por eso mañana es fiesta allí.
Le he preguntado qué se hacía en Madrid para San Juan, y me ha dicho que nada, que incluso estuvo pensando en viajar a Barcelona para pasar esta noche allí. "Es una tradición del Levante", dicen todos, y sí, lo es.
Llamo a mi colega de aquí, ya preocupada porque no da señales de vida. Está en Alicante, donde se celebran las hogueras, una especie de fallas a lo pequeño me cuentan, y me dice a las 20.00 que vaya para allí. En patinete, sí.
Petardos. No los soporto. Ahora. De pequeña, San Juan era el Fuego para los niños. Nos compraban petardos y por única vez se nos permitía tener un mechero, sí, fuego propio, para encenderlos. Y se nos permitía bajar a la calle con los otros niños vecinos. Antes no había el servicio de recogida de muebles antiguos, de manera que la tradición consistía en guardar esa madera para la hoguera de San Juan. Teníamos una muy cerca. En el barrio había muchas, había mucho a quemar. Todavía hoy los estudiantes cuando acaban la carrera dicen que van a tirar los apuntes para San Juan, la expresión persiste.
Me fascinaban las bengalas, esos palitos que soltaban chispas. Creo que las han prohibido porque si un niño las chupa, es veneno. Y Madre siempre nos contaba esta noche que antes había otro juguete de fuego, no recuerdo el nombre, que en su día produjo muchas intoxicaciones y hubo una alarma en la ciudad para que se fuera a donar sangre, y ella fue. En casa éramos donantes de sangre Madre, Hermano y yo. Padre no podía. Yo tampoco puedo ahora, desde que tomo medicación, y es una de mis pequeñas frustraciones.
La tradición en esta noche de verbena, es comer después de la cena la "coca" con cava. La coca es un pastel plano, muy fino, del tamaño de la bandeja del horno, porque mucha gente la cocina. La tradicional se hace con chicharrones creo, la que lleva piñones, y después está la de fruta. La coca es un pastel popular en mi tiera, no sólo ese día. Coca, copa de cava, brindis. Y luego te vas de juerga.
Quince años, quizá. La primera juerga permitida. Consistía en ir a una verbena o concierto (recuerdo uno de la Orquesta Mondragón en Montjuïch), emborracharse, y luego ir a la playa a ver el amanecer. Todos en la playa, y esa era la fiesta, no tener hora para volver a casa, saber que esa noche era especial.
Como la de Nochevieja. Sin toque de queda, que en mi época solía ser a las 22 o 23 h.
Eso está muy bien cuando eres joven. Diez años más tarde, odias los petardos, y ya no te apetece salir esas dos noches porque 1) son para los jóvenes que tú fuiste, 2) todo el mundo va borracho, 3) existe el imperativo de pasarlo bien, lo cual es cierto en el caso 1) y 2), pero tú ya no estás para eso, ya sales cuando te apetece, no cuando todo el mundo se ve en la obligación de salir.
Estoy sola en casa, esta noche ha llovido ya dos veces, y pienso que menos mal que allí no, porque hay que ir a la playa a ver el amanecer. Hace un par de años hubo follón en Barcelona porque de la tradición inocente derivó una rave de dos días que dejó la playa hecha un asco, más de lo habitual.
Y ya han pasado 20 años desde esos tiempos de juerga. Y me alegra sobremanera no estar escuchando los petardos, que suenan molestos una semana antes y otra después de esta noche, y no escuchar a los pobres perros que lo pasan fatal, se asustan muchísimo con el ruido.
El fuego no es inocuo, hoy se colapsarán los servicios de urgencias con quemaduras e incluso amputaciones de dedos. Es normal, Levante tiene cultura de fuego. Y durante el año los grupos de "diablos" hacen exhibiciones en los "correfocs" con tracas y dragones que escupen chispas.
Es lo que hay, allí ahora los estudiantes de selectividad disfrutan después del esfuerzo de los exámenes. Aquí no se celebra lo que para mí era cotididano, día del libro, esta verbena... pero hay otras cosas.
Mañana hay una reunión bipolar importante y recibo visita de Barcelona. Me estreso sólo de pensarlo. Tengo mucho sueño y no escribo bien, estoy en pleno efecto de las pastillas, o sea zombi, y voy a la cama ya.
5 comentarios
Kidam -
P.D.: 2 + 2 = a 23 de junio
Carne de Psiquiatra -
acepto los efectos secundarios y no me victimizo, maldigo porque soy así y punto.
Carne de Psiquiatra -
1. "La coca es un pastel popular en mi tiera,": léase tieRra, y "allí" es Barcelona. Mi amiga es de allí también, pero vive en Madrid hace años.
2. No dono sangre, O+ es mi grupo, desde hace muchos más años, desde que a los 25 empecé con los antidepres, bueno, seguí, porque ya los había tomado antes, pero esta vez, a esta edad, ya me convertí en pastillera de por vida.
Conclusión: malditos efectos secundarios.
Carne de Psiquiatra -
Si vieses al dueño del bar, te morirías de pena, en serio. Le cambió la cara en cuanto nos vio juntos a mi compañero de piso -pedazo de tío que le saca una cabeza de altura- y a mí -creo que también soy más alta que él-, pese a que le dijimos claramente que vivíamos juntos, pero no revueltos.
Ya hay cultura de compartir piso en este país, pero una gran parte de la población no lo entiende, no entiende que un hombre y una mujer vivan bajo el mismo techo sin compartir "algo más".
Menuda siesta te vas a pegar, yo hoy marujeo, que tengo invitados, bueno, sólo uno, que me tendrá entretenida unos días.
unjovenescritor -