El droguero
En mi antigua calle, había una droguería. De esas que venden desde papel higiénico hasta el abrillantador para mármoles.
El droguero tenía ya sus 60 años, poco le falta para jubilarse.
Es extraño ver dependientes de esa edad.
Y lo será más, cuando jubilen al droguero.
El droguero lo sabía todo. Cómo quitar cada tipo de mancha. Cómo usar un producto para que tu bañera pareciese nueva. Cosas que ya casi nadie sabe.
Claro, es más caro comprar en la droguería que en el hipermercado.
Una amiga daba clases de español a un grupo de chinos, y el tema era el típico "dónde comprar cada cosa".
- ¿Dónde comprarías jabón?
- (Sonrisa) "Basar chino".
- ¿Dónde comprarías una libreta?
- (Sonrisa) "Basar chino".
Se le aguó la clase. A nadie se le ocurre ir a la droguería. Esa palabra se extinguirá de nuestras vidas y del diccionario.
Jubilarán al droguero, y la tienda pasará a ser otra cosa. Es ley de vida.
El otro día recordábamos el jabón Lagarto, que ahora encuentro en "los chinos", y el peor recuerdo de nuestra infancia: el papel higiénico "Elefante", áspero, gris, y con su envoltorio de celofán.
Uff.
Siempre he odiado las grandes superficies, y el plan de muchas familias de entretenerse allí los sábados por la tarde, hace años en chándal, toda la tarde entretenidos en hacer la compra. Y esas macrocolas para pagar, por lo menos tenían la decencia abrir las "cajas rápidas" para menos de x artículos.
No tengo coche, ni lo tendré. Quiero vivir en un barrio con comercios. Me da igual que sea más caro comprar en un pequeño supermercado, más caro es llenar el depósito del coche.
Cerca de mi casa en Madrid hay una charcutería. Los dependientes también están cercanos a la jubilación. Qué arte con los cuchillos, señores, cómo se corta el jamón y el lacón, me quedo embelesada viéndoles trabajar. Gente que conoce su oficio, no dependientes jóvenes tras un mostrador en el supermercado.
Oficio. Palabra en período de extinción.
Pequeño comercio. Que no se extinga, por favor. No quiero vivir en una calle oscura y desértica. Estar obligada a hacer la compra en unos grandes almacenes.
Los colmados de mi barrio en Barcelona son pakistaníes. En Madrid son chinos. Me da igual, yo quiero un colmado cerca de mi casa. Para los "descuidos", que se dice.
Y una droguería. No me sirven las franquicias, bastante tengo con las tintorerías.
Todo esto ha cambiado muchísimo el paisaje urbano.
Por eso me gusta mi barrio en Madrid. Es auténtico, al lado de la droguería hay una tintorería clásica. En la calle desde donde escribo estas líneas, esa tintorería ya no existe -cómo recuerdo ese olor-, para eso está la franquicia, y sólo ha sobrevivido al tintorería "cara", para prendas que es más caro conservar que comprar. Y esa cultura está desapareciendo rápido, rápido. Ya no se guarda ropa de hace años.
Vienen nuevos tiempos, y es ley de vida, no hay nada de malo en ello, sólo nostalgia.
El droguero tenía ya sus 60 años, poco le falta para jubilarse.
Es extraño ver dependientes de esa edad.
Y lo será más, cuando jubilen al droguero.
El droguero lo sabía todo. Cómo quitar cada tipo de mancha. Cómo usar un producto para que tu bañera pareciese nueva. Cosas que ya casi nadie sabe.
Claro, es más caro comprar en la droguería que en el hipermercado.
Una amiga daba clases de español a un grupo de chinos, y el tema era el típico "dónde comprar cada cosa".
- ¿Dónde comprarías jabón?
- (Sonrisa) "Basar chino".
- ¿Dónde comprarías una libreta?
- (Sonrisa) "Basar chino".
Se le aguó la clase. A nadie se le ocurre ir a la droguería. Esa palabra se extinguirá de nuestras vidas y del diccionario.
Jubilarán al droguero, y la tienda pasará a ser otra cosa. Es ley de vida.
El otro día recordábamos el jabón Lagarto, que ahora encuentro en "los chinos", y el peor recuerdo de nuestra infancia: el papel higiénico "Elefante", áspero, gris, y con su envoltorio de celofán.
Uff.
Siempre he odiado las grandes superficies, y el plan de muchas familias de entretenerse allí los sábados por la tarde, hace años en chándal, toda la tarde entretenidos en hacer la compra. Y esas macrocolas para pagar, por lo menos tenían la decencia abrir las "cajas rápidas" para menos de x artículos.
No tengo coche, ni lo tendré. Quiero vivir en un barrio con comercios. Me da igual que sea más caro comprar en un pequeño supermercado, más caro es llenar el depósito del coche.
Cerca de mi casa en Madrid hay una charcutería. Los dependientes también están cercanos a la jubilación. Qué arte con los cuchillos, señores, cómo se corta el jamón y el lacón, me quedo embelesada viéndoles trabajar. Gente que conoce su oficio, no dependientes jóvenes tras un mostrador en el supermercado.
Oficio. Palabra en período de extinción.
Pequeño comercio. Que no se extinga, por favor. No quiero vivir en una calle oscura y desértica. Estar obligada a hacer la compra en unos grandes almacenes.
Los colmados de mi barrio en Barcelona son pakistaníes. En Madrid son chinos. Me da igual, yo quiero un colmado cerca de mi casa. Para los "descuidos", que se dice.
Y una droguería. No me sirven las franquicias, bastante tengo con las tintorerías.
Todo esto ha cambiado muchísimo el paisaje urbano.
Por eso me gusta mi barrio en Madrid. Es auténtico, al lado de la droguería hay una tintorería clásica. En la calle desde donde escribo estas líneas, esa tintorería ya no existe -cómo recuerdo ese olor-, para eso está la franquicia, y sólo ha sobrevivido al tintorería "cara", para prendas que es más caro conservar que comprar. Y esa cultura está desapareciendo rápido, rápido. Ya no se guarda ropa de hace años.
Vienen nuevos tiempos, y es ley de vida, no hay nada de malo en ello, sólo nostalgia.
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jepnow -