Oráculo tech
VIVIR
Cerebros privilegiados
Empresas de todo el mundo mandan a sus 'cerebros' a una clínica gallega donde se someten a un estudio pionero que predice las enfermedades que tendrán en el futuro
TEXTO: MONTSERRAT LLUIS / FOTOS: SUR / LA CORUÑA
LAS PRUEBAS
- Analítica: Análisis de bioquímica, hemograma (glóbulos, plaquetas ), serie metabólica (colesterol, ácido úrico), hormonas tiroideas, serología luética (sífilis) y orina.
- Citometría de flujo: Marcadores de inflamación y genéticos.
- Radiología: de tórax y cervical.
- Cartografía cerebral: Localización de las diferentes zonas cerebrales.
- Doppler transcraneal: Para estudio del riego cerebral.
- Electrocardiograma: Estudio del corazón.
- Pruebas de neuroimagen: Estudio de la estructura del cerebro (tumores, aneurismas ).
- Pruebas neuropsicológicas: Rasgos de personalidad, depresión...
- Marcadores genéticos de riesgo de enfermedades neurodegenerativas: Alzheimer, Parkinson...
- Screening de mutaciones en genes asociados a enfermedades neurodegenerativas.
- Marcadores de riesgo de enfermedades cerebrovasculares: Embolia, infarto cerebral...
- Otros marcadores genéticos según factores de riesgo: Hipertensión, cáncer de mama hereditario, próstata, Parkinson
«A partir de los 35 ó 40 años hay que hacer un estudio del árbol genealógico»
SEIS y media en el aeropuerto de Sevilla. El señor Jiménez embarca mientras da instrucciones por el móvil a su no menos madrugadora secretaria. Una azafata le invita por segunda vez a que apague el ordenador portátil. El vuelo con destino a Santiago de Compostela está listo para despegar. Viaja en primera clase, pero rehusa el desayuno. Se le nota inquieto. A las 9.30 tiene una cita en Bergondo, a quince minutos de La Coruña. Su compañía se juega mucho. ¿Un contrato millonario? Más que eso: la salud de su director gerente y principal cabeza pensante.
El señor Jiménez es uno de los «trescientos políticos, artistas, actores, pintores, gentes de las banca y la bolsa, directivos y empresarios» que, a lo largo de 2005 y desde cualquier punto del planeta, viajarán hasta Galicia, hasta el Centro de Investigaciones Biomédicas (EuroEspes), para someterse a un reconocimiento «único» en Europa. Se llama Programa de Prevención de Riesgos Cerebrales para Altos Ejecutivos y ha sido diseñado para salvaguardar la materia gris de la que dependen emporios financieros, multinacionales, Estados, incluso.
No es un chequeo al uso
No se trata de un chequeo al uso, como el que una vez al año están obligadas a ofrecer las empresas a todos sus trabajadores. El objetivo no es tanto detectar enfermedades como predecir las que puede padecer un individuo en el futuro: desde un infarto a ciertos tipos de cáncer, pasando por Alzheimer, Parkinson, derrames, esquizofrenia, depresión patologías, la mayoría ligadas al cerebro y discapacitantes, que si se tratan antes de que se declaren, es posible retrasar. Incluso evitar.
¿Realmente se puede saber si padeceremos un cáncer? Ramón Cacabelos, presidente ejecutivo de EuroEspes, no vacila en su respuesta: «¿Claro que se puede saber!». No con una bola de cristal, sino practicando un conjunto de pruebas cardiovasculares, bioquímicas y, sobre todo, genéticas.
¿Y por qué no se somete a ellas a todas las personas, cuando es lamentable que cada año mueran 35.000 españoles por infarto si se puede evitar? La respuesta es clara: porque el reconocimiento cuesta entre 3.000 y 4.000 euros. Es probable que la Seguridad Social no esté en disposición de pagarlos. Y la mayoría de empleadores, tampoco.
La diferencia es que, para muchas empresas, éste es el motor del negocio y compensa, pues, invertir en su mantenimiento. Máxime, cuando es, en apariencia, más propenso a sufrir un ataque al corazón. Al menos, según sostienen los estudios. Estima el presidente de EuroEspes que, con idéntica predisposición genética, un directivo acapara el 70-80 de boletos frente al 30-20 de sus empleados.
Los riesgos del ejecutivo
Porque, si no se trata oficialmente de una profesión de riesgo, parece ser que almorzar cada día foie y solomillo en comidas de trabajo conlleva también un cierto peligro. El colesterol elevado triplica la probabilidad de infarto, la primera causa de muerte en las sociedades modernas. Además, tienden a ser personas estresadas, obligadas a comer a la carta de lunes a viernes, sometidas a los trastornos que provocan los vuelos trasatlánticos, a conflictos laborales y a la presión de una familia que siente celos de su móvil.
Ante este alud de factores coadyuvantes y, conscientes de que la salud de sus cuentas depende de la de sus 'cerebros', entidades bancarias, laboratorios farmacéuticos, grupos eléctricos y de construcción, compañías como Hidrocantábrico empiezan a financiar a sus altos cargos el programa de detección que, desde hace tres años, se aplica en Galicia. De ordinario, se lo ofrecen como un incentivo, como una cesta de Navidad; si bien no todos lo cambian alegremente por el turrón. Que una cosa es someterse a una auditoría, por rigurosa que sea, y otra, a un examen cerebrovascular.
Para despejarles dudas y temores, para convencerles de que el enemigo más peligroso no es la competencia sino la hipertensión, un equipo de EuroEspes realiza presentaciones en las empresas interesadas. Explican a sus ejecutivos que «cada persona nace predispuesta a padecer determinadas enfermedades. Pero no tenemos por qué desarrollarlas» si evitamos los factores ambientales, emocionales y conductuales que las precipitan y se combaten antes de su manifestación.
El 90 de las patologías crónicas adultas tienen su origen en defectos genéticos múltiples y, gracias a los avances en el conocimiento del genoma, es posible detectar esas anomalías con décadas de antelación y controlar las expresiones erróneas de esas moléculas dañadas. El Alzheimer, por ejemplo, es la muerte prematura de las neuronas. Pero no empiezan a fenecer a los sesenta años, cuando se advierten los primeros síntomas; lo hacen desde los treinta: «Son esas tres décadas las que debemos aprovechar para frenar el curso de la demencia y evitar los factores externos que la aceleran».
Tras escuchar explicaciones de este corte, la mayoría de directivos consiente el chequeo. Se lo toman como un viaje de trabajo: vuelan a La Coruña a primera hora y se dirigen en taxi a la sede de EuroEspes, un complejo ambulatorio e investigador de 17.000 metros cuadrados atendido por 300 trabajadores.
Un especialista les interroga de entrada sobre sus antecedentes familiares y clínicos, y trata de identificar los indicadores de riesgo y hábitos que les hacen candidatos a ciertos achaques. En base a esta información se determina el protocolo de pruebas a practicar: analíticas, psicológicas, cardiovasculares, cerebrales y genéticas.
95% de fiabilidad
Después de tres horas de exploración, regresan la misma noche a casa, sabiendo con una fiabilidad del 95 si, dentro de veinte años y de seguir con el mismo régimen de vida, le habrán extirpado un tumor o no recordarán su nombre. El nivel de acierto es muy elevado: «Si te digo que tendrás Alzheimer, lo vas a tener», dice Cacabelos.
Menos mal que se lo dice a pocos. En torno a un 2 de los pacientes se les diagnostica un riesgo alto, la mayoría, de accidente cardiovascular. Ahora bien, el fin no es amargarles la vida, sino prolongársela. Y con una edad inferior a los cincuenta años casi todos están a tiempo. Se les diseña un plan preventivo que, de ordinario, siguen con cuidado.
***
Publicado por Semeolvida en Bipolarweb. Yo quiero... que me cuenten las neuronas jaja.
Cerebros privilegiados
Empresas de todo el mundo mandan a sus 'cerebros' a una clínica gallega donde se someten a un estudio pionero que predice las enfermedades que tendrán en el futuro
TEXTO: MONTSERRAT LLUIS / FOTOS: SUR / LA CORUÑA
LAS PRUEBAS
- Analítica: Análisis de bioquímica, hemograma (glóbulos, plaquetas ), serie metabólica (colesterol, ácido úrico), hormonas tiroideas, serología luética (sífilis) y orina.
- Citometría de flujo: Marcadores de inflamación y genéticos.
- Radiología: de tórax y cervical.
- Cartografía cerebral: Localización de las diferentes zonas cerebrales.
- Doppler transcraneal: Para estudio del riego cerebral.
- Electrocardiograma: Estudio del corazón.
- Pruebas de neuroimagen: Estudio de la estructura del cerebro (tumores, aneurismas ).
- Pruebas neuropsicológicas: Rasgos de personalidad, depresión...
- Marcadores genéticos de riesgo de enfermedades neurodegenerativas: Alzheimer, Parkinson...
- Screening de mutaciones en genes asociados a enfermedades neurodegenerativas.
- Marcadores de riesgo de enfermedades cerebrovasculares: Embolia, infarto cerebral...
- Otros marcadores genéticos según factores de riesgo: Hipertensión, cáncer de mama hereditario, próstata, Parkinson
«A partir de los 35 ó 40 años hay que hacer un estudio del árbol genealógico»
SEIS y media en el aeropuerto de Sevilla. El señor Jiménez embarca mientras da instrucciones por el móvil a su no menos madrugadora secretaria. Una azafata le invita por segunda vez a que apague el ordenador portátil. El vuelo con destino a Santiago de Compostela está listo para despegar. Viaja en primera clase, pero rehusa el desayuno. Se le nota inquieto. A las 9.30 tiene una cita en Bergondo, a quince minutos de La Coruña. Su compañía se juega mucho. ¿Un contrato millonario? Más que eso: la salud de su director gerente y principal cabeza pensante.
El señor Jiménez es uno de los «trescientos políticos, artistas, actores, pintores, gentes de las banca y la bolsa, directivos y empresarios» que, a lo largo de 2005 y desde cualquier punto del planeta, viajarán hasta Galicia, hasta el Centro de Investigaciones Biomédicas (EuroEspes), para someterse a un reconocimiento «único» en Europa. Se llama Programa de Prevención de Riesgos Cerebrales para Altos Ejecutivos y ha sido diseñado para salvaguardar la materia gris de la que dependen emporios financieros, multinacionales, Estados, incluso.
No es un chequeo al uso
No se trata de un chequeo al uso, como el que una vez al año están obligadas a ofrecer las empresas a todos sus trabajadores. El objetivo no es tanto detectar enfermedades como predecir las que puede padecer un individuo en el futuro: desde un infarto a ciertos tipos de cáncer, pasando por Alzheimer, Parkinson, derrames, esquizofrenia, depresión patologías, la mayoría ligadas al cerebro y discapacitantes, que si se tratan antes de que se declaren, es posible retrasar. Incluso evitar.
¿Realmente se puede saber si padeceremos un cáncer? Ramón Cacabelos, presidente ejecutivo de EuroEspes, no vacila en su respuesta: «¿Claro que se puede saber!». No con una bola de cristal, sino practicando un conjunto de pruebas cardiovasculares, bioquímicas y, sobre todo, genéticas.
¿Y por qué no se somete a ellas a todas las personas, cuando es lamentable que cada año mueran 35.000 españoles por infarto si se puede evitar? La respuesta es clara: porque el reconocimiento cuesta entre 3.000 y 4.000 euros. Es probable que la Seguridad Social no esté en disposición de pagarlos. Y la mayoría de empleadores, tampoco.
La diferencia es que, para muchas empresas, éste es el motor del negocio y compensa, pues, invertir en su mantenimiento. Máxime, cuando es, en apariencia, más propenso a sufrir un ataque al corazón. Al menos, según sostienen los estudios. Estima el presidente de EuroEspes que, con idéntica predisposición genética, un directivo acapara el 70-80 de boletos frente al 30-20 de sus empleados.
Los riesgos del ejecutivo
Porque, si no se trata oficialmente de una profesión de riesgo, parece ser que almorzar cada día foie y solomillo en comidas de trabajo conlleva también un cierto peligro. El colesterol elevado triplica la probabilidad de infarto, la primera causa de muerte en las sociedades modernas. Además, tienden a ser personas estresadas, obligadas a comer a la carta de lunes a viernes, sometidas a los trastornos que provocan los vuelos trasatlánticos, a conflictos laborales y a la presión de una familia que siente celos de su móvil.
Ante este alud de factores coadyuvantes y, conscientes de que la salud de sus cuentas depende de la de sus 'cerebros', entidades bancarias, laboratorios farmacéuticos, grupos eléctricos y de construcción, compañías como Hidrocantábrico empiezan a financiar a sus altos cargos el programa de detección que, desde hace tres años, se aplica en Galicia. De ordinario, se lo ofrecen como un incentivo, como una cesta de Navidad; si bien no todos lo cambian alegremente por el turrón. Que una cosa es someterse a una auditoría, por rigurosa que sea, y otra, a un examen cerebrovascular.
Para despejarles dudas y temores, para convencerles de que el enemigo más peligroso no es la competencia sino la hipertensión, un equipo de EuroEspes realiza presentaciones en las empresas interesadas. Explican a sus ejecutivos que «cada persona nace predispuesta a padecer determinadas enfermedades. Pero no tenemos por qué desarrollarlas» si evitamos los factores ambientales, emocionales y conductuales que las precipitan y se combaten antes de su manifestación.
El 90 de las patologías crónicas adultas tienen su origen en defectos genéticos múltiples y, gracias a los avances en el conocimiento del genoma, es posible detectar esas anomalías con décadas de antelación y controlar las expresiones erróneas de esas moléculas dañadas. El Alzheimer, por ejemplo, es la muerte prematura de las neuronas. Pero no empiezan a fenecer a los sesenta años, cuando se advierten los primeros síntomas; lo hacen desde los treinta: «Son esas tres décadas las que debemos aprovechar para frenar el curso de la demencia y evitar los factores externos que la aceleran».
Tras escuchar explicaciones de este corte, la mayoría de directivos consiente el chequeo. Se lo toman como un viaje de trabajo: vuelan a La Coruña a primera hora y se dirigen en taxi a la sede de EuroEspes, un complejo ambulatorio e investigador de 17.000 metros cuadrados atendido por 300 trabajadores.
Un especialista les interroga de entrada sobre sus antecedentes familiares y clínicos, y trata de identificar los indicadores de riesgo y hábitos que les hacen candidatos a ciertos achaques. En base a esta información se determina el protocolo de pruebas a practicar: analíticas, psicológicas, cardiovasculares, cerebrales y genéticas.
95% de fiabilidad
Después de tres horas de exploración, regresan la misma noche a casa, sabiendo con una fiabilidad del 95 si, dentro de veinte años y de seguir con el mismo régimen de vida, le habrán extirpado un tumor o no recordarán su nombre. El nivel de acierto es muy elevado: «Si te digo que tendrás Alzheimer, lo vas a tener», dice Cacabelos.
Menos mal que se lo dice a pocos. En torno a un 2 de los pacientes se les diagnostica un riesgo alto, la mayoría, de accidente cardiovascular. Ahora bien, el fin no es amargarles la vida, sino prolongársela. Y con una edad inferior a los cincuenta años casi todos están a tiempo. Se les diseña un plan preventivo que, de ordinario, siguen con cuidado.
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Publicado por Semeolvida en Bipolarweb. Yo quiero... que me cuenten las neuronas jaja.
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