In the ghetto
En estas últimas semanas, me han llegado noticias de tres amigos míos que me han informado no sin cierta alegría cómplice que habían conocido a alguien con bipolar.
Y una vez alguien añadió "y esta persona es genial, de p.m.".
¿Y por qué no debería serlo?
Me recuerda al amigo que le ha alquilado un piso a una persona de piel muy oscura. De repente, todos los vecinos le dicen que es una persona muy agradable. Deben apostillarlo, porque al principio era un negro de mierda y al cambiar de impresión deben publicarlo con una sonrisa hipócrita y culpable. Lo curioso del caso es que a este amigo nunca le habían llegado informes directos de otros inquilinos. Esto huele.
¿Por qué se me informa de nuevos conocidos, en concreto, de conocidos que tienen bipolar?
Si yo tuviese un hemorroides terrible, ¿me enteraría de que otra gente lo tiene?
A veces sí, porque alguien ha tenido éxito con un tratamiento, y me pueden informar, de acuerdo.
Pero...
... no es normal.
Lo normal es que mis conocidos y amigos tengan otros conocidos y amigos que tengan el trastorno. Haz cuentas en tu círculo, un 2% lo tiene, lo sepa o no (involuntario), lo quiera decir o no (voluntario).
Lo normal es que mis conocidos y amigos me recuerden cómo soy y he sido. Ahora gracias al diagnóstico ya no me ven mal, yendo de psiquiatra en psiquiatra durante años y años sin mejora alguna, con depresiones constantes, con conductas bizarras cuando subía. Quizá por eso lo tengan muy presente, pero no me hace demasiada gracia. La mala fama es la que marca, por muy rehabilitado que te muestres meses o años después.
Y esto también puedo aplicarlo a mi familia.
Ante todo, enferma. Si ese día estoy bien, parece que respiren, pero tienen la alerta 3. Sólo los muy íntimos me tratan "como siempre".
¿Qué se supone que debo hacer o decir cuando otro bipolar asoma en la vida de alguien que conozco?
Que muy bien, que es normal, que estamos por todas partes.
Que sí, que seguro que es una persona encantadora, podemos serlo sí, y también muy bordes, pero que mucho. Porque somos personas de extremos, bipolar ya lo dice todo.
En dos años he conocido a bastantes afectados de TB como yo. No me he dedicado a hacerlo exhaustivamente, pero debo conocer (conocer con número de teléfono dado, no sólo de vista) a más de treinta.
Y de esos, quizá sólo me considero amiga de los que caben en los dedos de las manos.
Porque son y somos gente normal y corriente, con sus defectos y virtudes, con una edad y por tanto una cultura generacional, y sólo nos une que tomamos pastillas, que tuvimos una vida dura antes del diagnóstico, que hemos tenido experiencias de las que marcan en los psiquiátricos, que visitamos a un psiquiatra, y que de vez en cuando nos dan crisis. Ni siquiera tenemos las mismas crisis. La depresión es más plana, más común, pero cuando se sube a cada uno le da por una batallita diferente, depende de su background.
Sí, nos unen muchas cosas, pero eso no implica una amistad. Eso es un modo de vida privado, el que nos marca la enfermedad.
Es como si todos los madrileños que tienen un Mercedes debieran conocerse.
Como si toda la gente que compra el mismo limpiacristales tuviese que participar de un grupo de apoyo para conocerse los unos a los otros y ver cómo quedan más limpios, si con un calcetín o con un papel de periódico.
Por no decir los lectores del mismo periódico.
La gente, sin querer, te empuja al guetto.
Comprar el mismo periódico no te obliga a hablar con el que va leyéndolo también en el tren.
¿Por qué debo conocer a todos los bipolares que se van presentando en mi vida?
Por eso no se puede ir diciendo por ahí que tienes bipolar. A los justos, a tu entorno más inmediato. Porque incluso éstos se verán impelidos a valorarte y a decir que no eres una loca de mierda sino alguien especial, incluso simpática, mira por dónde. Eso es el estigma. Serás vigilado y cualquier cosa que hagas o digas será medida por el listón de tu enfermedad, no van a pasarte ni una, o lo harán con PENA. Nunca serás una persona normal a sus ojos, seguirás teniendo la piel negra pero como tienes estudios, buen trabajo y buenos modales, "serás pasable", eso sí, incluso presumirán de relacionarse con alguien "especial", hasta que cualquier cosa les haga cambiar de opinión y te manden al ostracismo. Es estar en la vida de alguien entre comillas. Es una sensación muy molesta.
Mis amigos bipolares son mis amigos. Ya no tienen la etiqueta bipolar, tienen mi amistad, que no es una etiqueta sino unos sentimientos.
Y una vez alguien añadió "y esta persona es genial, de p.m.".
¿Y por qué no debería serlo?
Me recuerda al amigo que le ha alquilado un piso a una persona de piel muy oscura. De repente, todos los vecinos le dicen que es una persona muy agradable. Deben apostillarlo, porque al principio era un negro de mierda y al cambiar de impresión deben publicarlo con una sonrisa hipócrita y culpable. Lo curioso del caso es que a este amigo nunca le habían llegado informes directos de otros inquilinos. Esto huele.
¿Por qué se me informa de nuevos conocidos, en concreto, de conocidos que tienen bipolar?
Si yo tuviese un hemorroides terrible, ¿me enteraría de que otra gente lo tiene?
A veces sí, porque alguien ha tenido éxito con un tratamiento, y me pueden informar, de acuerdo.
Pero...
... no es normal.
Lo normal es que mis conocidos y amigos tengan otros conocidos y amigos que tengan el trastorno. Haz cuentas en tu círculo, un 2% lo tiene, lo sepa o no (involuntario), lo quiera decir o no (voluntario).
Lo normal es que mis conocidos y amigos me recuerden cómo soy y he sido. Ahora gracias al diagnóstico ya no me ven mal, yendo de psiquiatra en psiquiatra durante años y años sin mejora alguna, con depresiones constantes, con conductas bizarras cuando subía. Quizá por eso lo tengan muy presente, pero no me hace demasiada gracia. La mala fama es la que marca, por muy rehabilitado que te muestres meses o años después.
Y esto también puedo aplicarlo a mi familia.
Ante todo, enferma. Si ese día estoy bien, parece que respiren, pero tienen la alerta 3. Sólo los muy íntimos me tratan "como siempre".
¿Qué se supone que debo hacer o decir cuando otro bipolar asoma en la vida de alguien que conozco?
Que muy bien, que es normal, que estamos por todas partes.
Que sí, que seguro que es una persona encantadora, podemos serlo sí, y también muy bordes, pero que mucho. Porque somos personas de extremos, bipolar ya lo dice todo.
En dos años he conocido a bastantes afectados de TB como yo. No me he dedicado a hacerlo exhaustivamente, pero debo conocer (conocer con número de teléfono dado, no sólo de vista) a más de treinta.
Y de esos, quizá sólo me considero amiga de los que caben en los dedos de las manos.
Porque son y somos gente normal y corriente, con sus defectos y virtudes, con una edad y por tanto una cultura generacional, y sólo nos une que tomamos pastillas, que tuvimos una vida dura antes del diagnóstico, que hemos tenido experiencias de las que marcan en los psiquiátricos, que visitamos a un psiquiatra, y que de vez en cuando nos dan crisis. Ni siquiera tenemos las mismas crisis. La depresión es más plana, más común, pero cuando se sube a cada uno le da por una batallita diferente, depende de su background.
Sí, nos unen muchas cosas, pero eso no implica una amistad. Eso es un modo de vida privado, el que nos marca la enfermedad.
Es como si todos los madrileños que tienen un Mercedes debieran conocerse.
Como si toda la gente que compra el mismo limpiacristales tuviese que participar de un grupo de apoyo para conocerse los unos a los otros y ver cómo quedan más limpios, si con un calcetín o con un papel de periódico.
Por no decir los lectores del mismo periódico.
La gente, sin querer, te empuja al guetto.
Comprar el mismo periódico no te obliga a hablar con el que va leyéndolo también en el tren.
¿Por qué debo conocer a todos los bipolares que se van presentando en mi vida?
Por eso no se puede ir diciendo por ahí que tienes bipolar. A los justos, a tu entorno más inmediato. Porque incluso éstos se verán impelidos a valorarte y a decir que no eres una loca de mierda sino alguien especial, incluso simpática, mira por dónde. Eso es el estigma. Serás vigilado y cualquier cosa que hagas o digas será medida por el listón de tu enfermedad, no van a pasarte ni una, o lo harán con PENA. Nunca serás una persona normal a sus ojos, seguirás teniendo la piel negra pero como tienes estudios, buen trabajo y buenos modales, "serás pasable", eso sí, incluso presumirán de relacionarse con alguien "especial", hasta que cualquier cosa les haga cambiar de opinión y te manden al ostracismo. Es estar en la vida de alguien entre comillas. Es una sensación muy molesta.
Mis amigos bipolares son mis amigos. Ya no tienen la etiqueta bipolar, tienen mi amistad, que no es una etiqueta sino unos sentimientos.
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