Blogia
Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Cumpleaños ... feliz?

Cumpleaños ... feliz? Cumple, cumple, dura, dura.....

Esto de los cumpleaños es una putada, y hablo de los ajenos. Porque si pones en la agenda a trescientas personas, casi cada día estás felicitando a alguien. Porque llega el cumpleaños de un íntimo y tienes que caer en el consumismo si no sabes tejer una manta de viaje. Porque te olvidas de alguien y ya la has cagado, menos mal que de vez en cuando un pajarito avisa. En el trabajo es una ruina, directamente: hay que hacer un presupuesto mensual para santos cumpleaños bodas y bautizos (me quedo sin aliento, no puntúo porque siempre hay algo más).

Lo de los conocidos está muy bien, porque si no te felicitan y lo han hecho con anterioridad, ahí está la prueba de que has desaparecido de su agenda. Sin malos rollos, yo también lo he hecho y hasta me parece elegante la fórmula implícita del "ya nos encontraremos por ahí".

No celebro mi santo, porque nada me dice que en el calendario hayan reservado lugar a una santa de la que ni me he molestado en averiguar sus méritos. Estas cosas están bien cuando eres pequeño y te hacen regalos. Francamente, me alegro de que ya no me los hagan, porque eso quiere decir que ya he crecido. Mi difunta abuela materna seguía haciéndomelos. Hace ya dos años de su ausencia y cuesta mucho vivir sin esa persona, mucho. Si no recuerdo mal, cumplió 79 ya terminal.

Lo mismo pasa con los cumpleaños. Sólo regalan algo los íntimos, y sólo invitas a ellos, a veces porque sabes – el pajarito- que te van a regalar algo. Para mí es algo incómodo. La familia próxima te regala algo que en teoría te hace falta, o al menos así sucede en la mía, porque las tonterías te las regalan en Navidad.

Ya hace años adopté la política de no hacer regalos, y si regalo algo es un libro, y por tanto no espero recibirlos, y cuando esto sucede, levanto una queja. Porque no me parece que le esté faltando al respeto a alguien por no regalarle algo y caer en el consumismo, en cambio sí aprecio que soy considerada una antisocial. Si recuerdo a la persona que cumple, la llamo. Si se monta una celebración, participo de algún regalo colectivo. Esos sí me gustan, porque suelen ser los más prácticos, si exceptúo un mono de peluche horroroso que me regalaron cuando estaba en el instituto. Nunca me gustaron los peluches.

Regalos y recordatorios aparte, debo reconocer que ahora me importa muy poco que me feliciten mi cumpleaños. En primer lugar, porque nada me dice ya un número. Soy una mujer adulta y punto. Y si la familia y el resto del mundo se olvidan de la fecha, están en su derecho y no me amargo. Además, he podido apreciar en algún momento que la familia no acaba de creerse mi edad, ya sabemos todos que lo que envejece a los padres son los hijos que crecen, y como no tengo hijos, parezco una chavala.

No oculto mi edad, sí mis canas. No miento respecto a mi edad porque llevo mis años con orgullo, porque he sobrevivido a todos ellos, y esto para mí es un mérito, ya que he tenido tendencias suicidas casi toda mi vida, sufridas en silencio, ahora por fin publicadas como parte de algo que no funciona bien en mi organismo, biológicamente, no en mi personalidad ni en inexistentes traumas infantiles.

Cuando conozco a alguien mayor que yo, y hablamos de la vida en general, es muy común que me diga "si eres una chavala todavía". Y les digo, "ojalá llegue yo a tu edad". Por salud, porque mi salud es precaria, y mi cerebro está programado para el suicidio involuntario.

Los años están para vivirlos, no para suicidarse. Antes tenía alegría por mis cumpleaños, era mi fiesta vital y existencial. Cuando enfermé, ninguna razón tenía para alegrarme por el tiempo que la enfermedad me robaba, y nada celebraba, o a regañadientes, porque no me sentía viva. Y ahora por eso celebro a mi manera cada día mi "no-cumpleaños", porque cada día doy gracias por la fortuna que tengo en estos momentos. El día que los cumpla, cercano ya, añadiré un número, sólo eso. Y valoraré por encima mis logros de ese período, pero ya no me pondré objetivos inalcanzables como los buenos propósitos de Año Nuevo. Empiezo a aceptarme, y a no pedirme cosas imposibles, empiezo a no engañarme. Me conformo con seguir respirando, con cuidarme para no enfermar de nuevo.

Los cumpleaños adolescentes eran muy especiales, y las celebraciones, espectaculares. En especial, el de la mayoría de edad. Mi mayor regalo fue adquirir los derechos y deberes que se recogen en nuestra Constitución. Recuerdo orgullosa la primera vez que fui a votar, porque soy de las que votan siempre, aunque sea en blanco. Abstención es negación, negación de que algo pasa, como que pasan los días hasta formar un nuevo año.

Hay mujeres que "dejan" de cumplir años. Conocí a una que estaba convencida de tener 39 a pesar de que su hijo de 24 se quejaba, porque ella se los quitaba también a él por supuesto. Existe un respeto que decir según qué número, porque eso asusta a mucha gente, en especial si hay perspectivas de relación con otra persona. Porque ellos las prefieren jóvenes, y no es un mito, es una realidad comprobable en las páginas de amor y citas en Internet. Es raro que alguien de 45 se interese por una mujer de 42, lo más seguro es que la pida de 25 a 35. Igual es que ya tienen pitopausia también.

O es gente que se deja asustar por los números, y quiere ocultar los suyos haciendo propios los de otra persona. Gente que tiene miedo a decir que tiene 45 o 50 años, miedo a ver que no han sido felices, que no han apostado por sus sueños, que se han conformado, que han sido conservadores y al no arriesgar nada han ganado. Nunca es tarde para una segunda oportunidad, total, estamos hartos de ver un "game over" en cualquier juego, ¿por qué no tomarse así la vida?

Voy a cumplir 38 años, y no sé si me apetece celebrarlo. No sé si me desplazaré con la familia. El año pasado lo celebramos los amigos, querían verme porque acababa de salir de mi primer ingreso por intento de autolisis, dicho fino. No recuerdo haber recibido ningún regalo material, pero llevaba mi libreta encima y les hice escribir algo. Porque esto sí es fuerte, porque ya hace 20 años de casi todo, y eso merecía ser escrito.

Hace muchos años que los niños me llaman "señora" para pedirme hora en la calle. Al principio me rebotaba, ahora ya no. Porque para un crío es transparente quién es adulto y lo tienen clarísimo, y es a partir de los 20-25. Lo jodido es que los adultos no se reconozcan a sí mismos. "Soy un chico de 42 años....". Lo que eres es un inmaduro. Chicos éramos a los 20 años. Y la gente sigue hablando así. Ya no hay hombres ni mujeres, hay chicos y viejos. Desquiciante, la gente no sabe quién es, qué lugar ocupa en la vida, en la línea de la vida que ha de acabar, y lo niega.

Pues bien, de adolescente yo también veía a los treinteañeros y casi cuarentones como adultos y mucho. Porque solían tener ya familia, hijos. A los 30 ya se es adulto, maduro, y lo que biológicamente toca o tocaba era procrear. Ahora la sociedad se ha vuelto loca y a los 35 años sigue habiendo hijos que no han salido de su casa. Yo no seré madre, pero de serlo, le pegaría patada al chaval a los 20 o 25. Así está el tema, quieres conocer gente y todos los solteros han vuelto al útero materno, freaks y sin saber planchar sus camisas. En muchos países de Europa esto es inconcebible, el hijo sale de casa cuando ingresa en la universidad y madura tanto intelectual como personalmente, y en mi opinión eso debería suceder aquí también, pero esto es el Mediterráneo, cuidado.

Ahora lo que me da respeto es lo que nunca pensé que llegaría a decir, que hace 20 años que... que... y que conozco a mis amigas. Nos miramos y nos decimos que el tiempo no nos ha tratado demasiado mal, sí. Pero te preguntas exactamente a dónde fue a parar todo ese tiempo.... porque ahora sólo te queda la mitad de tu vida, estás en el ecuador.

La crisis de los 17 ("ya soy vieja, horror"), la de los 30 ("¿qué quiero ser de mayor?") y la de los 35 ("¿esto es lo que quería ser?") están pasadas. Para mí ahora ya son mariconadas, después de mis crisis bipolares. La enfermedad me ha aportado mucho en lo existencial, como decía antes. Ahora cumplo años cada día, es más, ¿qué sentido tiene acordarte de ti mismo tan solo una vez al año como persona que fue arrojada a este planeta?

Por eso mi madre afirma y con mucha razón que la fiesta de mi cumpleaños es en realidad su fiesta.

***
P.D. Felicito a una gran amiga que hoy cumple con mucho orgullo sus 42 años, y olé.

0 comentarios