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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Escribe nena escribe

Escribe nena escribe Me dicen que escriba. Pues sí, no hace falta que me animen para eso, escribo y mucho.

Escribo en el pc, y escribo en el cuaderno que me regaló mi profesor. 61 páginas manuscritas hasta el momento (por cierto, hoy hace un mes de la primera palabra), la mitad de ellas en el metro, porque algún músico siempre estorba una lectura. Escribo ideas para relatos. Escribo sensaciones y cosas que aprendo por la calle y que me explica alguien.

Escribo un diario, repartido caóticamente entre textos-documento y fragmentos manuscritos en el cuaderno.
Me gusta el cuaderno. Escribo en todas las posiciones posibles menos -la en teoría correcta- en una mesa: mi caligrafía varía cada vez que lo retomo. Hago que la gente escriba en él y así guardo también su caligrafía, algo que me gusta mucho conocer de una persona, como dije en un post anterior, "Diarios" creo que le llamé.
Y leo, poco, pero leo. A veces destino tiempo a leer y las asociaciones de ideas que me provoca la lectura hace que la deje y me ponga a escribir. No tengo taquipsiquias patológicas, las ideas acuden pero no llueven. Estoy aprendiendo a leer de otra forma, también, y es muy curioso. Leo género, y leo pensamiento. A pequeñas dosis.

Escribo lo que vivo y lo que pienso, y escribo lo que siento, porque soy un ser emocional.

Mi profesor me ayuda a escribir, y sale de todo, porque tengo mucho a decir pero lo difícil es encontrar la forma y las palabras, y lo mejor, salen cosas que han de ser tiradas, descartadas, destruídas. No todo sirve, y por eso es satisfactorio poder trabajar algo que sí tiene alma.
Mi profesor no tiene este blog, por supuesto. Esto no es escribir, me lo tiraría a la basura, pero este es mi rincón privado.

Todavía no he abierto ni por tanto releído o trabajado escritos de años pasados. Trabajo con ideas nuevas, desde cero. Como todo en mi vida, desde cero. Cuántas veces me sorprendo con un "¿esto lo estoy diciendo yo?", o escribiéndolo. Y viviéndolo, la vida es tan diferente ahora. Ayer comí con A. y A. y coincidimos en que la enfermedad nos ha devuelto un yo diferente, que nos parece más rico, más sabio y maduro, que el de antes. Porque teníamos miedo a dejar de ser "yo" por ejemplo, cuando nos tomamos la primera pastilla. También estuvimos de acuerdo en que somos "demasiado" trabajadores y perfeccionistas, con un nivel de autoexigencia muy elevado. Escribí mucho después de ese encuentro. Me agota hacerlo, también.

Eso es escribir, supongo, y eso es vivir, creo.
Porque durante los años y meses que no estuve viva, no pude escribir.

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