Control de los impulsos y cambios de opinión
Dos en uno. Quizá tengan más en común de lo que parece. Recordemos que el trastorno bipolar es algo que afecta a las emociones. “ni en manía ni en depresión tomes decisión”, pero la persona ha de seguir con su vida aunque no esté estabilizada, y sigue tomando decisiones. Yo reconozco que he tomado demasiadas con las emociones y no con la razón, que me decía lo contrario. Impulsos.
Recuerdo uno de los primeros comentarios en este blog, creo que dio de lleno en la cuestión al hablar de “control de los impulsos”. Conforme he ido estabilizándome, los impulsos han seguido ahí, pero algunos de ellos han podido ser controlados por un “para quieta”.
Mi amigo R, conocido y reconocido por su sabio hablar, me ofreció un truco muy válido. Le dije que iba a comprarme una serie de cosas caras, y me respondió: “¿Las necesitas realmente? Apunta esa lista en un papel, y dentro de una semana vuelve a ella y ya me dirás si se mantiene esa necesidad”. Lo mismo se aplica a un e-mail que puedes escribir bajo un impulso emocional fuerte, ira por ejemplo, fruto de una hipersensiblidad y hipersusceptibilidad. Ese escrito ha de ir a parar al congelador, y sacarlo a la semana, quizá para romperlo y escribir lo mismo, esta vez con palabras que no nos traicionen y de las que luego podamos arrepentirnos.
Son medidas a tomar, es un ejercicio de paciencia y de control de impulsos. Yo no tengo problemas en reconocer que los sigo teniendo, lo sé porque de vez en cuando saco un billete a Barcelona porque sí, porque me lo pide el cuerpo. Y es entonces cuando puede producirse un cambio de opinión.
He decidido algo quizá prematuramente, mis razones tenía en ese momento pero pasan dos días y empiezo a preguntarme si hice bien, si actué por impulso puro, dominada por mis emociones. Ahí empieza un debate interesante que puede dejarte hecho polvo...
... quiero pero… no, no quiero. Pero quería. Sí, realmente es esto lo que deseo. Pero (mil argumentos) no es el momento ahora, o no me conviene en realidad. Es igual, (mil argumentos), ya está hecho y no me arrepiento. Sí, me arrepiento, me pudo el arrebato, cómo doy marcha atrás ahora. No, de ninguna manera, eso es lo que debía hacer. Y así hasta que alguien te dice “me estás volviendo loco, no paras de cambiar de opinión”.
Lo curioso es que se suele volver a la opinión o postura inicial y el resto es comedura de coco, inseguridad ante una decisión tomada, o al menos así es como lo he vivido y lo estoy viendo ahora.
Pronto cumplirá un año mi vida en Madrid, y quien haya seguido este blog habrá notado que de vez en cuando me replanteaba esta decisión. Ahora es firme, pero de aquí a una semana, si voy a Barcelona, igual vuelve a tambalearse.
Ya tengo los billetes, y no sé qué porcentaje de impulso hubo en esa reserva. Toca ser consecuente.
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