Yo cuido de ti
9 a.m. papeleo burocrático. 10.30 ginecólogo. 12 h. recoger pc reparado.
El ginecólogo tiene en su expediente mi diagnóstico desde que lo abrió. Me amonesta cariñosamente, esta vez quiero que te hagas estas pruebas en este año. Por último me dice que (si no tengo pareja) él cuida de mí, algo así, algo hermoso que retengo mal en el momento de vestirse a toda prisa para largarme.
Es bueno que alguien cuide de ti, sin agobiarte, sólo siendo directo en sus palabras, hieran o no, sin juzgarte, y no lo hacen si son verdades. Que puedes sin ir más lejos contar con la ayuda de un profesional porque su trabajo está ahí, para cuando tú no te encuentres bien. Mi psiquiatra también me cuida. Hay de todo en este mundo, claro, nunca había tenido un ginecólogo tan majo, ni un psiquiatra que fuese tan amable:al final, después de años de buscar al parecer asoman personas.
Tratar con gente a veces me deja sin energías para escribir. Eso me ocurre estos días. Siento que no tengo nada nuevo a aportar aquí, que no es este el lugar donde explicar con detalle con quién me relaciono, qué pelis y series de tv veo, qué libro tengo ahí por terminar a unas 20 páginas del final hace dos semanas, qué foros a cuál más bizarro visito y dónde tomo algo. Es algo privado que comento con mis amigos y a veces me dicen "mira que eres friki, tía" (ya lo piensan por tener este blog), y nos reímos juntos.
Mi cabeza ha de trabajar. Si no se llena, poco puedo outputar. Ahora es un esfuerzo llenarla, me agotan esos inputs por cansancio y desconexión, o por mera ansiedad. Y mis sensaciones son tan confusas, mi ánimo tan inestable, que me siento incapaz de escribir algo que fije mi estado actual con una fecha de publicación en el blog. Es como tener que escoger el cómo estoy dentro de ese 4 oscilante.
Tengo correo de lectores por contestar. A veces no sé qué responder y quizá en otro momento o día esté en condiciones de hacerlo. Hoy recibí uno de un familliar, me hizo mucha ilusión pero al poco tiempo volvió la melancolía, pero qué efímero es todo.
Siempre digo que tengo una enfermedad, algo crónico, pero como va a rachas, no digo ni me etiqueto con el cada día soy una enferma. Estos días sí me siento enferma, de mi segundo diagnóstico psiquiátrico, con tanta ansiedad y fobias encima: la agorafobia y la social se llevan el oro y plata. Pero tengo a Henri en casa de visita y me siento acompañada. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos y siento que tengo un regalo, la compañía de un amigo lo es, en esta casa donde muy pocos tienen el privilegio de usar esporádicamente una copia de las llaves.
Mucha gente cuida de mí. Me han dicho que eso pasa porque soy una personita muy especial. Yo respondo automáticamente con todo el cariño que puedo dar, con todo el consejo que puedo pensar, esforzando mi don de empatía, y con todo lo que mi hogar puede ofrecer.
Ya dije que no sé cómo me siento, quizá agridulce y eso no explica nada.
No sé cuándo volveré a postear de forma regular, o mañana mismo, o quién sabe. Le doy vueltas y no me parece una buena idea anunciar que acabé el libro o que fui al centro a pasear, o que hace un frío asqueroso. Ni los dolorosos detalles que acompañan a esas fobias, no me siento obligada o no ahora porque lo he hecho en el pasado como obstáculos cotidianos. Tampoco me tienta la idea de dedicarme dos horas al día a esta página, no ahora que las charlas con Henri ayudan a centrarme. Es posible que mañana sólo vuelva a conectarme para atender el correo urgente y en msn no tenga cuerpo para charlar o me quede conectada mientras hago otras cosas. Estar conectada a veces es la única prueba de que estoy viva.
Esto del nunca se sabe, el mañana como misterio en cuanto a actividad física y anímica, esto es lo que tantas veces me mata; mañana debería ir a un museo pero ¿aguantaré la vista del cuarto cuadro sin que me agote la concentración? Eso ya pone a la angustia en guardia, quedaría fatal escaparme del lugar.
Pero ya lo acepto, porque es mi realidad y además como a otros también les ocurre... es parte del negocio bipolar.
El Dr.House (la serie cada vez me interesa menos pero los ojos de Hugh Laurie me atrapan) diría que después de esta sarta de perogrulladas, cualquier cosa que pueda comentarse no dejará de ser otra...
Y no quería hacerlo, pero escribir esto mientras aclaro ideas, misión ciertamente improbable cuando los fármacos están haciéndole un masaje bestia a mi cerebro, me quita dos horas de buen sueño pero ¿y si me distrae de pensar en que mañana debo ir a un museo? ¿Y si este insomnio que se presenta en forma mini me dará la excusa para no ir? Odio los planes y las agendas y Henri lo sabe, somos únicos a la hora de encontrar excusas donde otra gente vería tan sólo un fastidio pero iría a intentar disfrutar e incluso lo conseguiría, con o sin bipolar, cuánta gente sin este trastorno se enfrenta a esta especie de pereza (por llamar de algún modo al "no lo disfrutaré) mental.
Es posible que es posible que es posible que es posible que es posible que ... se avecinen cambios.
Mis padres me llaman, otros me escriben, todos cuidan de mí de una forma u otra.
Cuidan en la medida de lo posible mis miedos. El bronce va a parar a la soledad. No importa ahora que Henri esté conmigo, duerme ya en el sofá, y debo enfrentarme a mi cama, donde la sensación de soledad es tal, a esas horas ya no escapas, que a veces no me acerco.
Este es un borrador de post que subo cuando termine su redacción, no sea que vaya a acompañar a otros 50 que no me apetece editar porque muchos no son material emocionalmente recuperable.
Mañana será otro día, buen título para otro post que contenga pajas mentales y perogrulladas cotidianas. Pero hice algo que antes estaba en mi rutina diaria, comunicarme con vosotros, aunque hoy pueda en el fondo sentirme orgullosa de mucho de lo vivido antes de retirarme en teoría a medianoche cuando tomé la medicación. Ahora estoy "sopa".
A estas horas me da la verborrea mental, ahora que apenas puedo tener los ojos abiertos. Bah, mañana puedo arreglarlo pero ¿seguiré en este estado de ánimo extraño? A veces es mejor que una foto fija quede así aunque haya quedado inconexa, con párrafos enteros eliminables o que deberían estar en otro lugar. Una foto borrosa.
Conozco a uno que tiene una foto borrosa en casa, y pagó un dineral por ella. Yo no comulgo con ese arte pero sí, una foto borrosa me define bien hoy: poco lúcida, muy lábil, los recuerdos del pasado clavándose en mi alma como algo inevitable de por sí pero más cuando Henri y yo nos recordamos hace ya años. Escucho, y tomo notas, de cosas que sé y había olvidado.
Un té amargo que hoy deja su poso a estas horas una vez hemos reído y compartido buenos momentos. Él duerme, y tengo miedo de ir a mi cama aunque el cuerpo y sobre todo la cabeza me piden a gritos descanso para no pagarlo caro mañana y pinchar como anfitriona.
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3 comentarios
señor_equipo_ruso_de_hockey -
Myriam -
Muack
Galahan -
Cuídate, niña.
Un beso grande...