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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Un mes fuera de Madrid, con la depre en la maleta

Un mes fuera de Madrid, con la depre en la maleta

El amable vecino vuelve a aparecer. ¡Bien! Tengo conexión.

La depresión cabrea a tus semejantes. Habías quedado, pero ahora no puedes. La peluquera lleva esperándome días, y mis pelos de bruja también a ella, pero la locomoción parece negarse.

También te miran mal en casa: resulta que lo único que ven es a la marmota que duerme 14 horas, pero anda, el día después estuvo tirada por haber dormido tan sólo 4. No sé hasta qué punto saben el sufrimiento que ello te provoca, o peor aún, el pasotismo. Tomo nota para el psiquiatra, es todo lo que me importa.

Sigo algo falta de sentimientos, pero sin experimentar aquél triste vacío. Siento, eso sí, la impotencia. Poner de sí mismo es una de esas frases que no tienen sentido. Bien me alegro y mucho cuando un día soy incapaz de quedarme quieta en el sofá o el cuerpo me pide salir de casa. A mí también me gusta estar bien, coño.

Se oye todo el día la obra de un nuevo edificio en el exterior. Ando con auriculares, viendo grabaciones o películas. O en la habitación que tanto odiaba. No es que me guste ahora, pero parece ser el rincón más apacible de la casa.

El pasado lunes debí sobrecargarme. Con eso de que te llevan a los sitios parece que no te esfuerces: es engañar a tu estado de ánimo y límite de actividad. Llegué a casa sobre las diez de la noche, pero mi reloj interno marcaba la una de la mañana.

Y desde ahí, pagando el sobreesfuerzo. Que a cualquier persona le parecería un día normal de actividad. No a un depre, por mucho que intente disimular. Hay poca energía.

Hoy me esperan, claro. Más me vale quedar bien conmigo misma: prefiero pagar "desconexiones cerebrales" (ese "¿puedes repetir?") a malas miradas. Ahora mismo noto cierto mal de ojo en mi querida madre, que por supuesto está en su hora de comida. Ella no tiene la culpa de que me haya tomado el café casi a las dos. Por cierto, aunque descafeinado, me ha provocado ansiedad.

Se acerca ya el plazo fijado por mi psiquiatra para volver a hablar. Eso me mantiene con ciertas ganas de "que sea mañana" en el buen sentido de la expresión. No pocos días he despertado con ganas de saltar esa hoja del calendario.

Ya sé que es un escrito lastimero, pero bueno, la depre tiene estas cosas y un día me prometí que lo escribiría todo en el blog, también lo malo. No tengo tiempo de corregirlo, se ha escrito de un tirón y así se queda.

Si no he mostrado respeto por mi madre, es mi obligación afirmar que la quiero muchísimo y que intenta hacer lo mejor por mí.

"A comer", debería oír. Por fortuna, no ha sacado plato para mí, "sé que ahora no puedes comer". Qué alivio. Porque de las noticias en la TV no me libro.

Anda, hoy es el día de la salud mental. Reportajes acerca de integración y estigma social. Lo de siempre, hoy no se es más peligroso que otra persona pero mañana mismo algún titular sensacionalista borrará las buenas intenciones hasta el próximo día 10 de octubre. Estoy muy negativa, ya lo sé.

. . .

P. D. No he podido evitar comerme dos gambas. Anda si me conoce mi madre! Hay esperanza... :)

***

1 comentario

Roberto -

Todas las historias tristes tienen un final. Dentro de poco tiempo se te pasará la depre. Besos