El poder de la gamba argentina
Tras la ingesta de algo de comida, y con la prisa en el cuerpo que me estaba contagiando mi madre "tengo que irme me esperan tengo trabajo", reaccioné a la desesperada. Me vestí de forma exprés, lo metí todo en el bolso (no fuera a dejarme algo, no cuando salgo del barrio), y me largué.
A la pelu. Con un par, que los necesito para oler y soportar el tinte en el coco, por no hablar de la cháchara de los peluqueros. El móvil echaba humo entre Kidam y S., a ver dónde y cuando... un más o menos a las 19.30 resultó bastante exacto y nos encontramos exactamente en Paseo San Juan esquina Provenza. Ansiosos por contárnoslo todo, buscamos un bar. Tuvimos suerte: una vez sentados, empezó a llover con la mala leche habitual en Bcn. Blablablablablabla. Cerró el sitio, y salimos a la lluvia (llevaba paraguas)... hasta encontrar un restaurante chino, donde cenamos a lo grande. Más blablablablabla: la de cosas y novedades, desde mayo.
Llegué a casa de mi madre hecha polvo, pasadas las 23 h. Al despedirnos, ya se me fundían las neuronas y me podía el cansancio. He dormido 12 horas. Mañana es fiesta en todo el país, que para eso es el día de la Hispanidad, y no recuerdo exactamente con quién he quedado. Me suena que con mi hermano (y familia) y con tres amigos. De ser así, acabaré aniquilada otra vez.
Espero noticias de mi psiquiatra. Y lo que daría por un teclado decente que no me haga barbaridades.
Me ha quedado bien el peinado. Pero no se me pueden hacer fotos: sigo haciendo mala cara.
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Aliz -