EL CLUB DE LOS SUICIDAS VIVOS - I: Presentaciones
Cuando alguien me preguntó de qué conocía a Henri, me quedé descolocada en un principio. ¿Qué contestar? Compliqué, sin mencionar la maldita palabra bipolar.
Somos personas antes que bipolares, y nuestra amistad se basa en lo que tantas otras. De ahí que no considere ni siquiera conveniente etiquetar de buenas a primeras a alguien como "bipo", o, en un caso distinto pero también común, "gay". Porque creo que es muy estigmatizante.
De repente la idea “del club” acudió a mi cabeza, pero no era buena idea soltarla. Una de las verdades es que nos presentó una amiga común. Otra verdad, no necesaria para gente que no está en el ajo, es que ella también tenía Trastorno Bipolar. Y, por cierto, pertenecía al mismo club. Pero tampoco se dice de nadie "quiso quitarse la vida".
¿De qué estoy hablando, qué club es ese?
El club de los suicidas vivos
(En adelante: CSV).
Esto es una invención mía: argot particular, como “El negocio bipolar” y alguna que otra Blue-ada que ahora no recuerdo.
Hay que aclarar, incluso enfatizar, un hecho muy común entre los bipolares: en entornos como las asociaciones, sin apenas conocernos, sabemos antes que alguien estuvo ingresado o atentó contra su vida que si tiene familia o qué música le gusta. De este hecho deriva que esa parte oscura del historial que a pocas personas confesaríamos, entre nosotros no es tabú sino información incluso muy importante a darnos. Si se establece un mínimo de confianza, que suele ser realmente pequeño. Denuncio también que hay quien lo relata como una hazaña, y eso no es, pero a veces hay que echarle humor, más negro imposible, al asunto.
De ahí que el miembro involuntario del CSV pueda empatizar más con otro. Lo que se siente, lo que publicaré esta semana si puedo a diario, hace que deba recordar que este blog es para adultos. Y en estos momentos, como dije en un post antiguo... "si estás muy mal, no lo leas".
Sé de muchos bipolares que no se han acercado siquiera a ese abismo-frontera. No han pasado por esa experiencia de muerte y de vida, que no han tenido sustos propios y ajenos. Lo celebro, y está claro que los que sobrevivimos al intento no somos modelo alguno sino pura chiripa.
Siempre me ha dado repelús hablar del tema del suicidio, pero sentí la necesidad de hacerlo, en este episodio depresivo que no acaba de remitir.
En fin, que a veces no resulta muy cómodo contestar a según qué preguntas sin denunciar y estigmatizarse a uno mismo ("tengo este amigo en realidad porque ambos sufrimos el Trastorno Bipolar") y al otro. Pero la gente es muy cotilla y quiere saberlo todo, el cómo-cuándo-dónde, en una época en la que entablar amistades es algo tan y tan difícil, en estas ciudades de este país. Y tú sabes con todo detalle que tu amigo tuvo esa experiencia, pero no vas a contárselo a un tercero, que lo que quiere saber es lo de la canción "¿Y cómo es él? (o ella)" porque sí, y por si algún día se coincide en un evento social.
Valga este post como introducción a la serie "EL CLUB DE LOS SUICIDAS VIVOS".
P.D. Me está costando sudor y lágrimas publicar esto, pues el texto completo de la serie es un galimatías, y encima tengo problemas con el formato. Ya vendrán las fotos.
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3 comentarios
maria -
Gatopardo -
Lo que es seguro es que en el Club de los Suicidas Vivos estamos muchos que hemos renunciado en épocas de nuestra vida a ser quienes somos y vivir como queríamos.
Gracias por ofrecernos sus escritos, a pesar de costarle sudor y lágrimas, porque abre puertas a la reflexión, incluso para los que no somos bipolares.
Saludos cordiales
Myriam -