En tránsito, 10 de enero de 2008
Todavía no ha empezado la comedia programada. Quizá el documental sea interesante. Escarmentada de otros viajes, esta vez no olvidé mis auriculares. Los conecto a la salida de audio y me topo con una emisora folk. Y suena una canción de esas de taberna irlandesas, que te imaginas una noche en un pub lleno a reventar todos bailando y riendo... qué noche tan bonita fue aquélla, pero ya no bebo cerveza. Luego cambian radicalmente de país y me enchufo en mi PC al “Inside out” a la salud de mi querida Myriam. No he podido hablar con ella pero le dejé recado de que me iba a ver a [Madre].
Quien me tiene mejor calada últimamente, con diferencia, es I. Ya me ha advertido de varias cosas (que al segundo día de estar medio bien es temerario viajar, chapó tío), y claro que le doy la razón, si es que es para pagarle la consulta, por el consejo terapéutico. Es más, de vez en cuando hasta me es posible hacerle caso. Tenemos diálogos cortos divertidos últimamente:
- [Historias que le cuento]... bueno, pues nada, que no nos falte la salud- Eso, y ahora, fúmate un cigarrillo
Aysssssssssssssss lo que he dicho, que me esperan 4 horas de prohibido fumar. No esperaba que me diese el mono tan pronto. Bueno, alguien a quien echar de menos estos días también está bien, que así hay más ganas de volver.
No sé si (me pierdo, que he zapeado al documental pero he vuelto al canal audio “folk de todos los pueblos”)... no sé si... ah, si acabaré con una consola como la del vecino, que parece más mayor que yo y todo... pero esas pantallitas tan pequeñas no sé, no sé. Hay mejores formas de dejarse la vista, por ejemplo, en una pantalla de 15 pulgadas.
Estoy tan cansada que ahora mismo adelantaría el reloj y me echaría en brazos de mi madre, o eso es lo que me sugiere esta melodía portuguesa. Nunca he sido capaz de entender esa lengua, y admito que tengo familiares gallegos. No distingo las vocales, y no sé taquigrafía ni escrita ni vocal. Sin ánimo de ofender a ningún pueblo, pues tengo algunos genes celtas.
Suena una melodía de flauta que me empuja a alzar los ojos hacia el paisaje. Me habla de tristeza por alguna pérdida, pero es un hermoso lamento. El paisaje manchego es bastante triste. Encinas y olivos tienen ese verde oscuro que tan poco éxito tiene en una de mis chaquetas favoritas. Sí le pega esa flauta, sí. Menudo documental me estoy montando con las bellas imágenes del tránsito, en un día de claros y nubes como hoy. Quiero una cámara, quiero atrapar luz y también transparencia.
Ya me canso de llorar y no amanese - ya no sé si maldesirte o por ti resar - tengo miedo de buscarte y de encontrarte - dónde me asegura mis amigos que te va - hay momentos en que quisiera mejor rajarme - y arrancarme ya los clavos de mi pena- pero mis ojos se mueren sin mirar tus ojos – y mi cariño con la aurora te vuelve a esperar - Y AGARRASTE POR TU CUENTA LA PARRANDA (?) PALOMA NEGRA PALOMA NEGRA DONDE DONDE ANDARAS ya no puedes con mi honra barrandera – si tus carisias han de ser mías de nadie más – y aunque te amo con locura ya no vuelvas – PALOMA NEGRA ERES LA REJA DE UN PENAR QUIERO SER LIBRE VIVIR MI VIDA CON QUIEN YO QUIERA - DIOS DAME FUERSA QUE ME ESTOY MURIENDO POR IRLE A BUSCAR – Y AGARRASTE POR TU CUENTA LAS PARRANDAS.
¿Qué fue eso?
En fin, cómo está el mundo. El documental es de los que dan mal rollito, no, si todo son argumentos para que me meta una pastilla extra y duerma la siesta. Porque me juego... a ver, qué me juego... es que si no, no vale... ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy tengo que irrr a ..arrrr llevo casi una hora ya. Ahora suena algo del Magreb con el ritmo justo para mover las caderas, danza del vientre opcional para occidentales aburridas.
Estos post “en tránsito”, llevo varios ya durante los trayectos en tren, pueden ser de lo más chorra, tonto, porque escribo para entretenerme, y si lo cuelgo es para entretener también. Me gustaría ver la cara que pondría una de mis amistades si viajase conmigo, porque voy respirando arriba abajo despacio hondo ay ah ayy si es que no sé respirar, sólo ...ar.
Je, je. *ar. La canción ha cambiado, más instrumentos orientales tan hermosos, más danza que antes. F*ar también sirve. Echo humo. Uy, qué cambio, a country, y no le pega demasiado a estas tierras manchegas, la verdad. No sé si le sentará mejor a los Monegros (aún hay pa' rato) un complejo de casinos, que esto no es Nevada (y los maños son especie hispana única) pero así de locos estamos todos.
En la cafetería de la estación, la única en la que se puede *ar por supuesto, he estado haciendo gestiones de todo tipo. Ya que vamos, venga, hagámoslo bien. Si no llego viva (ya me entendéis, que puedo volverme a apagar) al lunes, el domingo estará casi todo hecho menos ver a mi Kidam, con ese nick se bautizó cuando dejó sus comentarios al principio de los tiempos de este blog. Qué talento tiene, y cuántas veces he querido grabar una sesión con él, en audio ya bastaría. Cómo se expresa, qué capacidad narrativa posee, qué bien argumenta y qué sentido del humor le echa a todo, en el momento-inciso más inesperado, con la metáfora más salerosa...
Siempre creí en eso que de jovencita leía o escuchaba de los intelectuales, que viajar era algo muy bueno para curarse de nacionalismos, en plural, que -ismos y gente -ista, aquí (aquí, aquí es España) los hay por todas partes. De niña no fue posible, porque era capaz de discurrir sobre algunas cosas pero [...].
Casi pierdo el tren, con esto de la agenda. Cuando he llamado a Madre de nuevo [...] me ha hecho saber dónde y a qué hora estaría (antes de la que llego, y en el andén si puede colarse), yo le he contado lo que hay, porque el sábado no he quedado con nadie, es decir, he quedado todo el día con ella. Pero por favor, que no me lleve al cine, hagamos algo más divertido: encontrar tallas grandes (a partir de la 46, que al parecer era la que usaba la Monroe, es lo que hay) en rebajas.
A Madre sí le consiento que me haga un regalo [...] así escojo yo lo que me gusta y nadie me impone ni su gusto ni la oferta al uso ni el ay si le ha gustado eso toda la vida... pues no. Ahora me gusta lo que me gusta ahora (olé).
Hora y cuarto de trayecto. Ya tengo dos poderosas razones para ir al baño.
Ahm... espero que el vecino de mi madre del último viaje siga con internet sin proteger para que pille red. Sin descargas, prometo.
(Pasan dos cigarrillos clandestinos y...)
Y las mil y una llamadas que debo hacer cada vez que voy allí y allá para despedirme o para anunciarme, y al menos saludar. Protocolos de viaje que ya no recordaba, curioso. Algo enervante, pero ya estaba de los nervios por el mono de nicotina.
Es todo un problema para una persona con mis rasgos de enfermedad estar aquí. Me enfrento a todas mis fobias en el día de hoy. Me aterra no poder consumir droga que me venden legalmente y además antes ni siquiera había distinción entre fumadores/no fumadores. El aire de un avión es tan puro como el de un quirófano, tengo entendido. El del tren también suena a aire "artificial". Este vagón sería mucho más alegre sin una película en los monitores ni consolas ni PCs. Ahora mismo, quizá conversaría con la chica que se sienta a mi lado sobre los protagonistas de esa revista que lee, o acerca de esos babosos cazurros pasan la invitan a una cerveza y dicen ser de Vallecas, en fin, hay de todo en ese respetable barrio de Madrid.
Padre me dice que me presente por sorpresa a la comida familiar a la que me propongo ir, aprovechando el viaje. Me niego en rotundo y le digo que en mi casa, que nadie se presente sin preguntar antes si puede venir, y tanto más cuando se autoinvita a una comida. Nadie, ni uno de “mi clan”. No me gustan las sorpresas, y en todo caso esa cultura donde las familias se meten unos en casa de otros... no la soporto, y lo sé porque la he mamado. Y repudiado: casi me desheredan (metafóricamente) una vez por no abrir las puertas de mi casa. Mi derecho tenía a mi privacidad, y esas cosas igual sí dejen de importarme cuando sea una anciana, pero no lo creo. A ver: cuando uno va, el protocolo dicta que él va a visitar a su familia. En cambio, ha de ser visitado y no a la inversa cuando por ejemplo soy yo la extranjera que viene de Madrid. No sé si me aclaro yo siquiera, bendita sea la pastilla y el canal audio de clásica.
Pues uy, ya queda menos: está anocheciendo y si no me dejan allí en dos horas, parte del importe del billete me lo quedo. Por favor, paso de devoluciones, que la última vez estuvimos dos horas o más en las mismísimas puertas de Barcelona. Necesito descansar. Mañana tarde-cena con una amiga que me ha de enseñar su nueva nueva casa [...] esta vez no me voy de Barna sin ver a su hija.
La filosofía de estos días es: no, a mí no me pasa nada, estoy bien. Me levantaré de la cama y le diré “Madre, estoy de puta madre” (cómo le cabrea esa expresión, hehe). Luego, ya se demostrará lo contrario. Hay llamadas difíciles de hacer y cuando he conseguido sin demasiado esfuerzo mantener el tipo. Por ejemplo, Padre es hueso duro pero ya le digo las cosas tal cual Hija-de-tu-Padre las siente, y que me respeten es mi derecho. O que se rían, si me equivoco por un día en felicitar las uvas. Cosas que ocurren, oye.
Al rato, me he vuelto a fumar, y he pensado: eres más fuerte de lo que crees. Hoy me he enfadado con una persona (ya en racha, han sido dos, pero ayer hice las paces con otras tantas). Y me he quedado algo apesadumbrada (nota: Henri, ¿diría compungida? Tenemos cada diálogoooo queeee). Pero luego me he dicho a la mierda, y mira cómo estás ya mejor, que empiezas a tener ya tu genio otra vez en marcha. Lo tengo malo, y también bueno. Ayer tuve muy buen genio, incluso publiqué a modo de reporte en bipolarneuro (allí los reportes, en este blog otras cosas) que estaba siendo mi mejor día del año, aunque tanta emoción me dejó hecha polvo. Hoy con más moral que ayer, pues es cierto que voy mejorando.
No sé quién me ha preguntado ahora que por qué iba a consultar si el psiquiatra tenía días libres. ¿Mi madre? No lo entiendo. Que entre cuatro personas, o quizá sólo tres, a veces se decida si estoy para tal o cual, no basta, por experiencia y conocimiento que tengamos de la enfermedad y de nosotros mismos. Henri es bipolar de pata negra. I., sin embargo, no tiene el TB. A mitad de 2003 empecé a conocer bipolares. Algunos son amigos, otros conocidos, a otros no les he visto nunca en persona y no hay nada o bien hay un trato cordialísimo por msn o teléfono. Pocos amigos se incorporan realmente a mi vida, reamente muy pocos. Ese cálculo le deja a mi vida desdeeeeee digamos los 80 al 2003 con alguna otra gente, alguna que por cierto es mayoría [??]. Eso no quita que en su día la comunidad bipolar se volcase conmigo. De no ser así, yo no hubiese podido ayudar a otros de la misma forma. Ni estaría aquí, quién me lo iba a decir... mi última preocupación ha sido qué hacer con los “metrobus” que hay que cambiar por las nuevas tarifas, en Madrid.
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P.D. Me quedé dormida en el tren, con lo que me tomé no era de extrañar. Volví a casa, Madrid, hace algunos días.
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