Descongelada
Salí de la estación María Zambrano a las 00.30 h. con neblina. Al parecer, había reemplazado al terral. Cosa que se desmintió cuando bajé del taxi, donde me esperaba, además del viento caliente, otra obra del dichoso plan. Tuve la oportunidad de saludar a dos vecinos que venían de tomar una copa. Lo cierto es que echaba de menos el ambiente de este lugar.
El terral parecía calor de juguete a pesar del lógico sudor, después de haber estado bajo 40 grados en Madrid esa misma tarde; tuve que cambiarme de ropa en el mismo tren. El calor allí es del que te quema los globos oculares. Poco paseo dimos L. y yo por la tarde, en esas condiciones. Ver la nueva estación de Sol, eso me ilusionaba, y no me decepcionó.
No había luz, había saltado el diferencial. No reparé en lo evidente: qué había sucedido en la nevera. Pues que estaba todo descongelado y de alguna de las bolsas abiertas, ni la pinza evitó que escapase caldo con -argg- sabor a setas. Era de madrugada, pero me había pasado la mitad del viaje durmiendo, así que tuve humor para pillar la bayeta y tirar todo, bastante por cierto, a la basura, rezando para que hoy no hiciese mucho calor.
Me costó dormirme. Tanto desear llegar a casa, y luego que tu propio colchón te resulte extraño. Esta mañana, pero que muy dormida, he salido a tomar el cafelito. Menuda bienvenida me ha dado... llamémosle Pepe, después de tantos días.
Está nublado. Es lo mejor que puede suceder en verano, a pesar de lo que puedan opinar los bañistas. Dicen que este año está haciendo un tiempo muy raro por aquí.
Me espera una nevera por limpiar, lavadoras por poner y tender, maletas por deshacer, compra, y todas esas tareas propias de la vuelta a casa que sintiéndolo mucho porque se me harán eternas, acometeré poco a poco, pues se me cierran los ojos mientras escribo y acuso el cansancio de estos días.
Mañana espero empezar a publicar una serie de posts que he ido escribiendo estos días sin conexión a Internet. Ha sido interesante no disponer de la Red. Me he conectado tres veces para servicios mínimos, que ni siquiera hubiesen sido necesarios.
Es bueno estar de vuelta. Necesito rutinas.
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