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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Cuadernos de Barcelona, sábado 18 de julio: Shopping Barcelona

Cuadernos de Barcelona, sábado 18 de julio: Shopping Barcelona

 

De nuevo, muy pronto. Despierto en la habitación que tanto odié. Esto ha cambiado ya. Ha llovido mucho desde ese verano de 2004. No me produce emociones, ni positivas ni negativas. Es una habitación, la mía de adolescente, y punto. Ya era hora de tener paz al respecto. Buenas noticias para mi psiquiatra.

Mi sobrino celebró su primera comunión mientras me empezaba a instalar en Málaga. Tengo aquí mi foto de recuerdo. Qué niño más guapo se ve en ese retrato. No es por los lazos de sangre, simplemente quedó muy bien en esa instantánea.

Con la excusa de sacar entradas para un concierto, Madre y yo fuimos a un centro comercial, y luego continuamos por otra zona de la ciudad. El “shopping” de zapatos no produjo resultados positivos: una prueba de que algo no me calza bien es que mi madre, un número menor, se lo pruebe y a ella le siente perfectamente, mientras yo me pregunto, estúpida de mí, si la piel del zapato cedería con el uso.

Es embarazoso que en una tienda donde preguntas por un bañador de talla 52, la corsetera te escrutine con escepticismo porque le parece que no es para tanto, debas levantarte esa camisa enorme que te tapa y responder que no, que no esperas un niño. Madre le dijo claramente que el vientre era de tomar medicación. La señora asintió, no debo ser la primera. Finalmente, me vendió un bañador de la talla 50. Mi viejo bañador empezaba a hacer aguas: ya tiene algún agujero porque la presión de 15 o 20 kilos de más acaba con las costuras. El nuevo, regalo de Santa Madre (lo de Santa Claus es tontería pura), se me antoja muy “pop”.

Acabé con un achaque nuevo, parece que ahora lluevan. Los pies hinchados. Los tobillos con una protuberancia molesta. Al igual que el resfriado, debió empezar en el viaje del AVE, que me pasé como es costumbre chutada de una pastilla que me deja drogada y así estuve hasta casi Zaragoza, menos mal, ahora el viajecito significa cruzar la península en diagonal y hasta asusta verlo en el recorrido que dibujan en la pantalla. Pienso que deberé tomar algún avión en el futuro, sólo hora y pico de trayecto aunque se necesiten mil trámites para entrar en él.

No vengo nunca con viaje de vuelta cerrado. Ahí están las maletas, una con ropa y otra más pequeña con zapatos y trastos, preparadas para cualquier contingencia. Llevo medio armario metido en ella, casi para mi satisfacción, pues pensaba que tendría más ropa a la espera de perder al menos 3 kilos. Quizá el verano que viene.

2a parte

No traje el ordenador. Madre tiene uno que sería perfecto si tuviese acceso a la Red, lo que contraté el año pasado para todo agosto. Esta vez no tenía sentido para una semana programada, aunque ésta pueda dilatarse. Los vecinos hacen lo que deben: encriptar el acceso a sus redes, cosa que hace dos años no era tan común.

Hoy llega R. En plan viaje relámpago, casi como se presentó en Málaga. Mariló le espera en su casa. Nos reuniremos un rato. Reiremos y lloraremos, supongo, a lo bipolar.

Todavía no he confirmado hora para verme con otros amigos. R. Viene de Madrid, es excepcional, pero estos primeros días, de viernes a domingo, quiero estar con Madre, que para eso la he estado echando de menos. Dios, cómo cocina. Está guapísima. Es generosa. Es muchas cosas buenas.

En el barrio han proliferado hoteles, y con ellos llegaron los guiris. Se acabó la paz en este rincón de Barcelona. Ayer intentamos no toparnos con el “tráfico” humano del Parc Güell, ruta tomada hace años. Deberían poner un gran plano en la entrada de un par de autobuses, 22 y 24 si no me equivoco, con el “Vd. Está aquí” y “Vd. Baje aquí” para que no taladren en masa al pobre conductor. Aunque ya sea ex-barcelonesa, supongo que todavía recordaré trucos para no pasar directamente por puntos “calientes” como la Sagrada Familia aunque me toque ir por la zona. Y que conste que yo misma he sido “guiri” en París, Roma, y otros lugares. Somos una plaga. No en “mi” ciudad? Pues sí, me molesta. Tanto, que fue una de las razones por las que me fui. En Madrid y Málaga hay turistas, sí, pero no a este nivel: me parece que hay cuatro allí, por el centro de la ciudad, en comparación.

“No moriré sin ver Pompeya” es una de las cosas que Madre tiene en su lista. Es una de las que podría acabar haciendo este verano. Ser guiri en Italia, donde están ya demasiado acostumbrados, supongo. Admirar “piedras”. Tengo una foto enmarcada del 1992-3 donde se nos ve a Madre y servidora en Delfos, Grecia. Aunque, ja, ja, dónde voy yo ahora con los pies hinchados. A “Els encants”, el “Rastro” de Barcelona. Me hace ilusión, una de las pocas cosas. Pero alguna tengo, y eso es bueno. Ayer Madre reconoció que tenía un buen día, y quiso aprovecharlo también. Hoy me levanto de buen humor aunque con los pies doloridos, así que a ver qué se puede hacer.

. . .

Aquí empieza la serie "Cuadernos de Barcelona", que abreviaré con las siglas CB. Esta publicación es excepcional como en su día lo fue el otro viaje allí, pues pertenece al diario de Blue, aunque era consciente de que acabaría aquí la cosa. Esto sucedió hace dos semanas.

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Imagen: http://pictures.traveladventures.org/images/es/parc-diagonal-mar12

 

1 comentario

Xavier -

Hola. Me gusta la pausa con la que escribes tus vivencias que por eso te constituien única en el mundo, en tu peculiar mundo, en nuestro infinito y limitado mundo . Felicidades por las miles de letras que has juntado. Un caluroso abrazo. Xavier ( siempre me salen asi como serias las cosas pero debe ser cosa de la seriedad jeje) Un beso