Primer suicidio
Mi vida ha sido una lucha contra el suicidio, en cierta manera. Mejor dicho, una huída del suicidio.
Incluso desde niña, porque siendo niña, ocurrió algo que hasta hace muy poco no verbalicé ante un familiar. Ni se lo conté nunca a ningún psiquiatra, ya que era un recuerdo que tenía muy escondido, hasta que un día maldito se abrió la caja de Pandora y me explotaron muchos recuerdos que estaban muy bien escondidos.
Estábamos de vacaciones, y fuimos de excursión al nacimiento de un río. Y claro, había una cascada. Y en el recorrido, sólo una barra metálica separaba el camino del abismo según este recuerdo.
Era bonito mirar hacia abajo, el brotar del agua, por fin libre de la montaña que la había aprisionado. Me quedé un buen rato, como todos, admirando la cascada.
Me fascinó esa agua, tanto, que quise irme con ella.
Y fui consciente de que no volvería, de que ese viaje no tenía retorno, pero no me importó, ni pensé en los seres queridos que me acompañaban ese día, yo iba a ser feliz entre el agua salvaje, en eso pensaba, que esa agua era feliz y yo también iba a serlo cuando me fusionase con ella.
La barra era fácilmente salvable con mi estatura.
Me imaginé a mí misma saltando.
Fue un segundo, pero en ese momento me suicidé.
No lo ejecuté a tiempo. El pensar paraliza, primero piensas y luego actúas. NO ME DIO TIEMPO. Seguramente ese plan quería hacerlo, por qué, y sabía cómo- fue abortado por un venga, adelante, camina, esas cosas que se les dicen a los críos cuando se les ve embelesados.
Creo que no tenía los diez años cumplidos. El familiar a quien relaté el episodio no supo o no pudo confirmármelo, una de dos: o se quedó demasiado impactado, o no me creyó. Porque desde que "estoy mal", he perdido toda credibilidad ante mi familia, salvo una honrosa excepción.
A mí también sigue impresionándome y mucho recordar mi primer suicidio, me produce escalofríos. No tenía motivos, creo que no tenía problemas y que no estaba deprimida, simplemente se me ocurrió y no me importó hacerlo, no, importar no es el verbo, lo deseé.
Por eso creo que tengo bipolar desde mi infancia. No es algo que me interese ahora confirmar con el psiquiatra, el pasado está ahí con todas sus miserias y ahora sólo me preocupa mi futuro a medio y largo plazo. Y la terapia para bipolares se encamina en este sentido: borrón y cuenta nueva, importa el ahora y el futuro.
Porque el suicidio sigue acechando, veinte o treinta años después.
P.D. Quizá borre este post. El suicidio es un tema demasiado espinoso y me daña a veces. Y no es por no dar ideas, lo de la cascada se le ocurre hasta a una cría.
Incluso desde niña, porque siendo niña, ocurrió algo que hasta hace muy poco no verbalicé ante un familiar. Ni se lo conté nunca a ningún psiquiatra, ya que era un recuerdo que tenía muy escondido, hasta que un día maldito se abrió la caja de Pandora y me explotaron muchos recuerdos que estaban muy bien escondidos.
Estábamos de vacaciones, y fuimos de excursión al nacimiento de un río. Y claro, había una cascada. Y en el recorrido, sólo una barra metálica separaba el camino del abismo según este recuerdo.
Era bonito mirar hacia abajo, el brotar del agua, por fin libre de la montaña que la había aprisionado. Me quedé un buen rato, como todos, admirando la cascada.
Me fascinó esa agua, tanto, que quise irme con ella.
Y fui consciente de que no volvería, de que ese viaje no tenía retorno, pero no me importó, ni pensé en los seres queridos que me acompañaban ese día, yo iba a ser feliz entre el agua salvaje, en eso pensaba, que esa agua era feliz y yo también iba a serlo cuando me fusionase con ella.
La barra era fácilmente salvable con mi estatura.
Me imaginé a mí misma saltando.
Fue un segundo, pero en ese momento me suicidé.
No lo ejecuté a tiempo. El pensar paraliza, primero piensas y luego actúas. NO ME DIO TIEMPO. Seguramente ese plan quería hacerlo, por qué, y sabía cómo- fue abortado por un venga, adelante, camina, esas cosas que se les dicen a los críos cuando se les ve embelesados.
Creo que no tenía los diez años cumplidos. El familiar a quien relaté el episodio no supo o no pudo confirmármelo, una de dos: o se quedó demasiado impactado, o no me creyó. Porque desde que "estoy mal", he perdido toda credibilidad ante mi familia, salvo una honrosa excepción.
A mí también sigue impresionándome y mucho recordar mi primer suicidio, me produce escalofríos. No tenía motivos, creo que no tenía problemas y que no estaba deprimida, simplemente se me ocurrió y no me importó hacerlo, no, importar no es el verbo, lo deseé.
Por eso creo que tengo bipolar desde mi infancia. No es algo que me interese ahora confirmar con el psiquiatra, el pasado está ahí con todas sus miserias y ahora sólo me preocupa mi futuro a medio y largo plazo. Y la terapia para bipolares se encamina en este sentido: borrón y cuenta nueva, importa el ahora y el futuro.
Porque el suicidio sigue acechando, veinte o treinta años después.
P.D. Quizá borre este post. El suicidio es un tema demasiado espinoso y me daña a veces. Y no es por no dar ideas, lo de la cascada se le ocurre hasta a una cría.
17 comentarios
chikuska -
dulcesin -
Flor -
enmipellejo -
Algunos hemos tenido ese pensamiento sobrios o borrachos, pero la embriaquez es también un bálsamo contra las ganas de morir.
Lo malo sería que se convietiese en un bálsamo contra las ganas de vivir.
jepnow -
Desde entonces no permito que el alcohol me nuble la conciencia, ahora soy padre.
enmipellejo -
Carne de psiquiatra (provisional) -
Las depresiones bipolares no suelen tener un desencadenante, es decir son por lo común endógenas.
Nó sé qué decirte. Puede ser un trastorno de personalidad, puede ser mil cosas...
enmipellejo -
Otra observación que quería hacer:
Gracias a tu página, me he abierto los ojos respecto a una cuestión: había cierta persona en mi vida a la que, pese a que no me unía más que una relación superficial, no podía ni ver. Soy muy analítico y autocrítico, y pongo especiales cuidados en no faltar al respecto a nadie y en toda clase de delicadezas, así como en la toma de decisiones respecto a mi vida, y no me gustan quienes se conducen egoísta e inconscientemente haciendo daño a los demás o a sí mismos, por lo esta persona chocaba con mi carácter.
Ahora, gracias a tu blog, creo que -como decías, hay mucha gente sin diagnosticar-
esta chica podría padecer TB en cierto grado. Además, en cierta ocasión se sinceró conmigo y me dijo que iba al psquiatra, y que éste achacaba sus crisis depresivas y sus inconstancia sentimental y emocional a un antiguo amor que la había afectado.
No sé si al contar esto pensaréis, tu y Alina, que soy muy audaz en mis comentarios y que carezco de juicio. Pero considero que vale más intentar ahondar y reflexionar que permanecer indiferente o en la sombra. y si tuviera oportunidad de ver a esta persona, le daría la dirección de esta bitácora para que, por lo menos, le echara un vistazo.
Carne de Psiquiatra -
La frontera entre las personas "mentalmente sanas" y las que padecen patologías es una línea muy estrecha. Yo pasé al otro lado del espejo en un momento dado, pero antes todos mis conocidos me tenían como una persona a lo sumo algo neurótica, lo cual me enorgullecía incluso como fan de Woody Allen que soy. Ahora lo único que ha cambiado es que llevo una etiqueta encima, TB, y que tomo pastillas a diario, y que estoy recuperándome de mis últimos episodios salvajes.
Coincido con la mayor parte de lo que comentas. Sólo añado que un día hice mío el lema "no digas nunca de esta agua no beberé", la vida da demasiadas vueltas.
Tus comentarios me motivan mucho, no te cortes a la hora de hacerlos.
enmipellejo -
Primero de todo, decirte que he leído el libro del Dr. Vieta. Me ha parecido muy interesante y completo, aunque algo didascálico para mi gusto.
Con tu actitud ante tu enfermedad, y sobretodo con tu impagable lucidez, te muestras mucho más valiente y coherente, desde mi punto de vista, que la mayoría de las personas "mentalmente sanas", y quería que lo supieras.
Por lo demás, hasta hace bien poco hubiera supuesto que era ciclotímico, pero creo que no lo soy, pues desde algún tiempo, controlo mis cambios de humor sin problemas.
Pero no hace falta ser maníaco-depresivo para sufrir angustia (física y moral), o para tener ideas suicidas.
A este respecto, enlazando con la cuestión de las citas para hacerlo de jóvenes japoneses, he acabado por considerar que en la adolescencia eres mucho más sensible a los pensamientos fatalistas, debido a tu inestable química cerebral.
Y por lo que se refiere a lo que dices de plantearlo inconscientemente como una "alternativa", a mi también me ha ocurrido. Sé que nunca me suicidaría, por diversos motivos, pues la idea del suicido, su carácter de "acto ideal", de bálsamo y remedio que siempre estaría hipotéticamente ahí en caso de necesitar recurrir a él, nos libra, al menos en mi caso, de hacerlo. Otra cosa sería ya en casos de eutanasia, o en el del antedicho y supremo suicido moral, por ejemplo, por ratificar como actitud vital el pesimismo filosófico...
Carne de Psiquiatra -
me alegro que ya estés bien. Qué bien dices eso de que lo duro viene cada día.
Me paso por tu blog sin falta. Y si quieres, nos encontramos en el foro de www.bipolarweb.com
Un abrazo bipolar
Alina -
Alina -
Galahan -
Ahora, lo de la última vez me da que no.
Espero que puedas controlar tus impulsos siempre, niña, menos el de escribir en el blog!!!
Luiss -
Carne de Psiquiatra -
He relatado el episodio porque un comentario anterior me ha traído el recuerdo y me he dicho, venga, por qué no vas a empezar a hablar del suicidio, de esa realidad que acaba con el 20% de los que sufrimos TB. Sobre lo íntimo del post... tú no sabes quién soy, pero esto sí lo van a leer personas que lo saben. Y ya estoy de vuelta, y ellos también, de mi último suicidio.
Felicidades, has dado con la palabra clave: control de los impulsos.
Hasta pronto.
Luiss -