Hogar, dulce hogar (a veces)
Iba a decir: ya estoy en casa ("hogar, dulce hogar"), y lo he asociado inmediatamente al título de una película, americana, "Dulce hogar (a veces)" (1989). Supongo que me pillaría un sábado por la tarde y aunque me llamó del cartel Steve Martin, pensé que iba a ver la americanada al uso, pero no, me encontré con toda una lección de familia, trapos sucios cotidianos, y una declaración magistral en boca de un jovencísimo Keanu Reeves: "hay que hacer un examen para sacar un carné de conducir, y nadie te hace uno para traer un hijo al mundo".
Steve Martin es un actor al que descubrí en "Cliente muerto no paga" (1982), que os recomendaría mucho más si la hubiese vuelto a ver. Por entonces, ni siquiera sabía su nombre. Ha hecho algunas películas tontas, comedias que aprovechan sus dotes de payaso, pero es un tío al que admiro como actor. No selecciona quizá tanto sus papeles como Tim Robbins, uno de mis favoritos. Creo que no quedé decepcionada de ninguna película de Tim Robbins, bueno, exceptuando aquélla en la que aparece únicamente los cinco primeros minutos para morir asfixiado en el espacio.
Bueno, ya me he ido por las ramas, para variar. Estoy en casa, no he exigido el alta voluntaria sino que el psiquiatra me la ha dado, por mí como si me quedaba esta semana entera pero me han echado, con motivo: ya no tengo ideas políticamente incorrectas y en una semana he mejorado, he salido de la crisis. El psiquiátrico se ha ido llenando este fin de semana, todo eran pijamas -nuevos llegados- en la planta (el más alucinante, un chaval con las rastas larguísimas de punta), y se notaba a los psiquiatras y enfermeros algo desbordados por tanto ingreso. Para fiestas, estos lugares echan humo. No me extraña: los que pertenecemos al sector anti-navidad ya acabamos de los nervios con la tienda de al lado escupiendo villancicos. Y ya comentó Coclicó hace poco que la navidad y la enfermedad mental no son buenas amigas.
Imaginad que la foto de hoy es una foca marina al sol. Si creyese en la reencarnación, diría que fui foca en mi última vida. En todo caso, la foto de la foca que imagináis soy yo ahora, toda feliz al sol o sumergida, como prefiráis. Esta semana toca "descompresión" del ingreso, y pasar mi anti-navidad de la forma más digna posible. Con mis auriculares, escuchando flamenco árabe, folk paquistaní y cosas de este estilo.
Y aprovechando el momento de debilidad que no se volverá a repetir, os deseo felices fiestas.
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P.D. Solucionado el problema de las fotos, cuelgo uno de los más dulces hogares de la televisión.
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Nicolas -