Dulces sueños
Un amigo mío, también con Trastorno Bipolar, visitó hace poco a otro, también con Trastorno Bipolar.
El reporte del anfitrión: estuvo durmiendo la mitad del tiempo.
El año pasado visité a una amiga, también con Trastorno Bipolar.
Mi reporte: estuve durmiendo la mitad del tiempo.
¡Qué marmotas!
¿Acaso relaja y distiende hasta lograr el preciado dulce, tranquilo, reparador sueño que tanto nos falta a algunos, el estar en otra casa bajo la hospitalidad de alguien que nos aprecia y entiende? ¿Estamos cargando pilas estropeadas por el cotidiano mal dormir?
Lo cierto es que mis sueños en casa, si no toca insomnio, suelen estar plagados de pesadillas y cosas absurdas que me despiertan, y en casa ajena, aunque esté a la vuelta de la esquina, no hace falta el anhelo madrileño de la playa, son como los de una princesa rosa.
Es curioso. No es un estudio de campo, es una impresión, como tantas otras que están en este blog, como "usuaria" (lo de paciente ya me raya) y no profesional.
Ahora recuerdo que mi psicólogo me prohibió fulminantemente el "turismo bipolar". Claro, todo puede ser una sorpresa y he sufrido como anfitriona, de ahí el consejo. Anfitriona, como que no por ahora, pero aceptaré la invitación, invitaciones en medio año cada semana, del anfritrión de mi amigo y amigo mío.
Dulces sueños, nos decimos tantas veces al despedirnos a altas horas... y fantasía acerca de disfrutar de esos dulces sueños.
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P.D. Este ordenador se está volviendo majara. Hacía tres meses que no mataba a uno, así que ya tocaba.
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