Madrí Bipolar
Este post se hacía esperar...
Desde el día que aterricé en esta ciudad, a cinco bajo cero, empecé a conocer a gente "del gremio". Unos ya eran conocidos por internet, otros nuevos, porque siempre entran nuevos y una ya está medio desconectada del mundo, no solo del bipolar (me enteré de la muerte de J.P.II cuando encendí la tv para ver una peli).
Uno de ellos me "adoptó" de inmediato. Y me llevó a la sede de la ABM, Asociación de Bipolares de Madrid.
Yo pertenezco a la ABC. El coloquio entre pacientes, como escribí hace días, es completamente informal en un bar.
Este no. Este se celebra en una sala de reuniones, todos sentaditos incluso con sector fumador y no fumador. Y modera un psicólogo.
He ido un par de veces, y no descarto volver, pero será porque mi nuevo amigo me lleve engañada...
En la ABC la información más bien sobra. Sobre la enfermedad. Aquí falta de todo, hay enfermos que, uff, hacen consultas que ponen los pelos de punta. No han leído nada, quizá no lo hagan nunca si piensan que en esas reuniones van a mejorar.
Si un bipolar puede contestar la intervención de otro, se le da prioridad. Yo he hecho uso de la palabra en varias ocasiones, nunca me costó hablar en público salvo al principio, claro está.
Lo que no entiendo es qué nivel de desconocimiento reina entre los que acuden a la terapia. No saben que si estás más depre no puedes tomarte tres antidepresivos en vez de uno. Y que si el médico te dice que te puedes fumar tres porros a la semana, ya puedes cambiar de médico.
Cuántas burradas, cuánta ignorancia. Y me quejo porque esta enfermedad necesita ser aplacada con mucha información acerca de lo que SI y de lo que NO. Y eso está en libros bastante económicos, por no hablar del contenido gratuito en la Red.
Y la sensación más inquietante: "estos son los tuyos".
Prefiero mirarlos desde la barrera, por mi propia salud mental. No soy mejor que ellos, soy diferente, como cualquier otro enfermo. Pero no quiero pontificar desde mi nuevo "grado eutímico" ni asustarme ante lo que escucho en esas pretendidas sesiones de terapia.
La gente que no tiene esta enfermedad está ahora a mi alrededor y conforman mi vida cotidiana. Algunos están algo tocados de la chaveta, pero,
¿Y quién no?
Desde el día que aterricé en esta ciudad, a cinco bajo cero, empecé a conocer a gente "del gremio". Unos ya eran conocidos por internet, otros nuevos, porque siempre entran nuevos y una ya está medio desconectada del mundo, no solo del bipolar (me enteré de la muerte de J.P.II cuando encendí la tv para ver una peli).
Uno de ellos me "adoptó" de inmediato. Y me llevó a la sede de la ABM, Asociación de Bipolares de Madrid.
Yo pertenezco a la ABC. El coloquio entre pacientes, como escribí hace días, es completamente informal en un bar.
Este no. Este se celebra en una sala de reuniones, todos sentaditos incluso con sector fumador y no fumador. Y modera un psicólogo.
He ido un par de veces, y no descarto volver, pero será porque mi nuevo amigo me lleve engañada...
En la ABC la información más bien sobra. Sobre la enfermedad. Aquí falta de todo, hay enfermos que, uff, hacen consultas que ponen los pelos de punta. No han leído nada, quizá no lo hagan nunca si piensan que en esas reuniones van a mejorar.
Si un bipolar puede contestar la intervención de otro, se le da prioridad. Yo he hecho uso de la palabra en varias ocasiones, nunca me costó hablar en público salvo al principio, claro está.
Lo que no entiendo es qué nivel de desconocimiento reina entre los que acuden a la terapia. No saben que si estás más depre no puedes tomarte tres antidepresivos en vez de uno. Y que si el médico te dice que te puedes fumar tres porros a la semana, ya puedes cambiar de médico.
Cuántas burradas, cuánta ignorancia. Y me quejo porque esta enfermedad necesita ser aplacada con mucha información acerca de lo que SI y de lo que NO. Y eso está en libros bastante económicos, por no hablar del contenido gratuito en la Red.
Y la sensación más inquietante: "estos son los tuyos".
Prefiero mirarlos desde la barrera, por mi propia salud mental. No soy mejor que ellos, soy diferente, como cualquier otro enfermo. Pero no quiero pontificar desde mi nuevo "grado eutímico" ni asustarme ante lo que escucho en esas pretendidas sesiones de terapia.
La gente que no tiene esta enfermedad está ahora a mi alrededor y conforman mi vida cotidiana. Algunos están algo tocados de la chaveta, pero,
¿Y quién no?
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