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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Compras compulsivas (sin marcas)

Compras compulsivas (sin marcas)

Hay muchos cajeros de (paso de hacer propaganda, que son unos cabrones) mi banco autóctono aquí en la capital, de hecho hay dos equidistantes y por tanto según paso por uno o por otro...

... para actualizar el saldo en la libreta. Y hay que fastidiarse, más de una vez me lo actualizan tan mal, que o me llevo el susto padre de “qué he hecho, qué ha pasado, esto no es posible, y ahora qué como”, hasta que otro cajero soluciona el tema.

Tengo una tarjeta de débito y una tarjeta de crédito (sin marcas, que son unos cabrones). La de crédito me la ofrecieron hace poco, porque no la quería, pero la acepté, porque sin ella no pagas billetes por internet. Y claro, te dan todas las facilidades. Puedes endeudarte hasta 1300 euros cada semana, en el contrato que te ofrecen por defecto. Cambié ese límite quitándole el 1 para empezar.

No quería la tarjeta porque a veces la puedo usar demasiado. Por fortuna, no he comprado la colección de enanos para un jardín que no tengo. No, me he regalado y he regalado cosas. He tenido caprichos y me los he concedido.

Un compañero de fatigas me contó que en un episodio maníaco invitó a unas 20 personas absolutamente desconocidas a tomar lo que quisieran, en plan barra libre. La tarjeta de crédito era de papá, supongo. Y también debo adivinar que papá se la retiró.

Porque a veces, no podemos controlarnos.

Impulsos. Irresistibles.

La sociedad consumista nos lo pone todavía más fácil.

Y no nos importa si no tenemos dinero, no nos importa nada, no lo valoramos, directamente.

Si estamos bien, llevamos un control de gastos más o menos como cualquier hijo de vecino, es decir, apretados a fin de mes y tirando de tarjeta de crédito lo justo.

Si no estamos bien, gastamos, tengamos o no. Más o menos: el futuro no existe, y esta noche me apetece una mariscada.

Una mujer que conocí se emperró en comprar un piso. Fue lo más lúcido de su manía. Su marido está contento con la compra, no tanto de que se escapase de casa para hacer el hippie durante meses, porque supo de ella cuando la policía la ingresó.

Una madre que conozco ha puesto varias denuncias en comisaría porque a veces su hijo desaparece. Es que al muchacho le da por ir a NY de compras sin avisar, y nos enteramos todos a posteriori.

Compras, compras... necesito de todo, me ha cambiado la talla, no tengo nada en el armario, mira qué película más buena, uy este disco está de oferta, por 6 euros esta revista de informática me enseña a..., necesitaba un terminal de móvil nuevo con cámara, por cierto esa digital me hace falta porque hago muchas fotos y me gasto mucho con el revelado... navego por Amazon y me compro esos libros que siempre quise tener, por cierto un programa me dice que es de pago y sí, lo compro, claro, es un antivirus, muy necesario, nadie lo discute.

Esto lo hacemos todos, alguna vez. Si lo haces todo de golpe, lo más seguro es que estés subido, en hipomanía, y te quieras comer todo lo que tus ojos ven como atractivo.

Es lo opuesto a ir de compras con tu ropa más usada, buscar algo que te siente bien, y desear con todas tus fuerzas que baje un hada a tocarte con su varita para que por fin encuentres esa imagen que buscas. Porque estás deprimida, no tienes imagen, ni autoestima, y nada te gusta por mucho que te esfuerces, y cada fracaso “no, no tenemos tu número” (por cierto, ¿he dicho que calzo el maldito 41?) es una pedrada. Lo que relato es imposible en depresión, o al menos en las mías.

La gente dice coloquialmente que se va de compras cuando está deprimida, pero realmente no lo está, tiene otros problemas de los cuales evadirse y los cambia por un objeto de consumo que, al igual que los juguetes de navidad del niño, acabará en un rincón. Hace poco leí un artículo muy interesante al respecto, mi memoria no alcanza dónde fue. El ejemplo más escandaloso era el coche: sale más barato alquilar un coche que tenerlo aparcado. Pero no, en este país no alquilamos, aquí se hacen las cosas bien, que para eso están los altillos y los trasteros. Qué bien queda una bici estática de decoración, si nos acordamos de sacarle el polvo.

Mis amigos no se dieron cuenta, porque era la primera vez. Uno que pasa por aquí se va a reír cuando suelte que un día me gasté 120 euros en dos bolsos. Los dos eran diferentes, uno para cada uso y ocasión, y los he usado, porque efectivamente los necesitaba, pero mi economía no se los podía permitir. Ya sé que hay bolsos más caros y más pijos, pero esos eran muy caros para mí entonces, y aunque dicen que me he vuelto pija (evolución desde heavy metal totalmente natural), no llego a (bolso de marca con iniciales estampadas), ni ganas, por el momento.

Otra amiga sabía de mi precaria situación y cuestionaba cada objeto que miraba. En una semana sólo me dejó comprar un pisapapeles psicodélico de 12 euros. Me encanta, me lo traeré a Madrid en el próximo viaje.

Me hice unas gafas nuevas. Realmente las necesitaba, ese gasto sí fue autorizado moralmente por Madre. Del resto... la mala fama ya está hecha.

Y eso es lo peor, la mala fama.

Porque entonces, cuando ya no tienes la cartera en la mano dispuesta a pagar lo que sea por una revista o un armario nuevo, porque ya no estás en ese episodio algo o demasiado subido a la parra, todo el mundo se cree con el derecho de controlar y cuestionar tus gastos. A ver, yo me compraba un libro al mes, y lo he hecho durante muchos años. ¿Por qué me dices ahora que estoy derrochando? Estuve mal, y compraba, sí, pero ahora ya no estoy mal, y compro lo que me parece.

Sí, hay que ampliar memoria del pc. Son peores que los coches, tengo dos y me cuestan una pasta. Y la conexión. Escribir aquí no es gratis, sólo lo es este servidor que tantas veces se cuelga.

Son mis gastos, respétenlos por favor. Estoy cuerda. Este verano no estoy comprando ropa, tengo poca y así es mejor, porque ya no tengo mi armario de seis cuerpos. Sí, me he comprado un libro, he pecado, ohhhh.

(Unos grandes almacenes, otros cabrones) no se quejan de las compras compulsivas. Pasan la tarjeta cuando alguien compra cien cartones de la misma marca de tabaco. En cualquier estanco, el mayorista, un bar por ejemplo, compra uno o dos de cada marca. No es normal, pero les da igual. Somos locos consumistas, y ellos viven de todos, sin saber que hacen daño a unos cuantos. Uno que perdió el oremus allí les paga al mes desde hace tiempo unos 400 sin saber exactamente qué compró.

Un bipolar no es un loco, simplemente, si está descompensado hacia arriba, pierde el oremus.

¿Y quién no lo ha perdido alguna vez? Una compañera de trabajo estaba escandalizada porque se había gastado 15.000 en congelados hace 15 años. Evidentemente, era una pija que acababa de estrenar congelador y todos la compadecimos mucho.

He aquí el problema. No sabemos si la pija tenía TB o la fiebre de la recién casada, lo que sabemos es que estamos gastando dinero, más del que podemos.

¿Qué se puede hacer?
Uno mismo: decir, leches, si ayer saqué 50 euros, estoy con calderilla, y no me he movido del barrio, algo pasa.
Un amigo: nena, no necesitas esto, tienes blablabla y además puedes esperar a las rebajas.
Un familiar: a) si se da cuenta: pegarte bronca y tú ni caso; b) si no se da cuenta: “ancha es Castilla”.
Un psiquiatra: un lacónico pero fulminante BASTA DE GASTAR.

Porque luego vienen las dos facturas, la económica, que se soluciona aún en el peor de los casos, y me viene a la memoria la viuda de un ludópata, y la moral, y la moral es irreparable, “que Dios le tenga allá donde le corresponda”.

Moraleja: si tienes bipolar, las tarjetas has de guardar.

3 comentarios

Kidam -

A la sempiterna complicidad que suele acompañarme cuando deslizo mis ojillos por tu blog, intentando ponerme al día, hay que añadir, en este caso un anuncio. Y es que este post me ha recordado algo que encuentro "bastante lógico" contarte aquí. Mon amour, mañana estoy de aniversario forzoso. ¿Entiendes? (juasjuas, a ver si te voy a sacar de detrás del armario en esta semana tan propocia a ello).
Mañana hace un año que la bomba explotó y su onda expansiva, como le corresponde, llegó hasta aquí...

P.D.: guan momen que voy a po la carculaora... Joder, nena, entiendo perfectamente la proteccion antispam pero me toca lo'buevo. Acabo, como cuando tu estas en el sibercofi, de perder el comentario que tenía por no digitar un triste y mísero 4...

Carne de Psiquiatra -

Cierto, y me recuerda a una conocida de la familia, también diagnosticada de "depresión", que tenía una habitación llena de paquetes de esos grandes almacenes sin abrir siquiera.
Nos diagnostican tarde y mal, y ese "tarde" nos puede destrozar la vida, no sólo la economía.
Por eso se agradece una segunda opinión psiquiátrica. Ojalá tú puedas hacer algo por ella.
Me paso por tu blog con calma, me he ido de la city unos días al campo pero postearé algo.

Nere -

Retrato interesante donde los haya del asunto TB-Compras compulsivas.
Mi madre tiene una amiga que ha sido diagnosticada de depresión, pero como my bien dices, cuando alguien está deprimido no tiene fuerzas ni para levantar un brazo, menos para irse a comprar y montar toda la parafernalia. Esta señora compra todo y para todos, regalos para "aquel hombre viejito que ayer estaba en el banco, fue muy amable y me indicó donde estaba la farmacia, tengo que llevarle algo"
Al prinicipio yo misma fui objeto de sus episodios maníacos, aparecía en mi casa con un juego de té para mi ajuar (que todavía no quiero ni saber lo que es), o una caja de galletas porque "soy una niña muy buena", etc. Su situación econcómica no le permite ni siquiera hacer 3 comidas diarias, pero ella compra y compra, aunque después le toque pasar el mal rato.

Ahora la tengo en mi lista de espera como la paciente número 2 para cuando abra mi consulta, el nº1 será para mí que después de 5 años en la facultad ya lo necesito...

Saludos