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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

El Abismo

El Abismo

Recuerdo el Abismo, es más, no lo olvidaré nunca.
Haber estado allí asomada, sentir el vértigo.
Agarrarme a la silla con fuerza.
Notaba cómo todos los cables que me sujetaban a este mundo se iban cortando.
No tenía dónde asirme.
Y el abismo, cada vez más cerca.

Uno de mis lugares mentales más temidos.
Por eso me agarraba a la silla, notaba esos cables caerse.
Y me ponía una canción de Springsteen, una canción que me transmitía vida y esperanza.
"Lonesome day".
Día solitario, día de peligro.
Vivía sola, vivía en compañía de mi enemigo, mi mente.

Antes, me había dado cuenta, horrorizada, de que gran parte de la música que escuchaba tenía mensajes negativos, incluso suicidas.
Dejé Nirvana, dejé The Wall, The Doors, para tiempos mejores.
Necesitaba cables que me atasen a la Vida.

Y cuando me veía dar el paso definitivo, escuchaba "Learning to fly" de Pink Floyd, me ponía ese vídeo, y hacía el esfuerzo mental de visualizarme como el águila que salva el abismo.
Ilusiones que creaba mi mente, y sólo mi mente podía engañarlas con otros artificios.
Estaba muy mal, ni siquiera diagnosticada.

Ahora no veo ya el Abismo. Sé que está ahí, pero ya no me acerca mi mente.
Ya tengo cables que me sujetan a este mundo, hace dos años no, hace un año tampoco.
No me rendí, luché contra el vértigo, por pura cabezonería, quizá porque el episodio mixto me daba energía para hacerlo, y también me la daba para caer, por eso fue una lucha conmigo misma.

A veces digo que soy una mala hierba, si no, no estaría aquí.
También he tenido que dejarme llevar como un corderito a urgencias, y de ahí al psiquiátrico.
Algo en mi interior sabía que no valía la pena hacerlo, que lo pasaría mal mucha gente, aunque yo ya no veía nada, ya no existía nadie, sólo mi profundo dolor, desprecio por mí misma y la toalla tirada.

Bueno es saber que el Abismo sigue ahí, y que puedo volver a él en cualquier momento.
Bueno es poder recordar que ese es un lugar mental, y como tal, puede ser contrarrestado.
O por tí mismo, o con la ayuda de un ingreso si es necesario.
Porque llegó un momento en que ni siquiera la música pudo ayudarme, porque yo no podía escuchar música ya.
Tenía mis sentidos cerrados.
Mi mundo era muy pequeño y muy oscuro.

Bueno es saber que hay gente que puede ayudarte, y que por fin has aprendido a pedir ayuda.
De qué sirve el orgullo, cuando estás mal.
De nada. Y yo lo tenía, ignorante de mí.
Es más importante tu propia vida, y si has perdido ese instinto, agarrarte a esa ramita que te ofrecen.

Volví a vivir, con el tiempo, tuvo que pasar mucho tiempo.
Es una gran laguna en mi vida, según la perspectiva con la que se mire.
No trabajaba, no hacía casi nada, pero estaba enferma, muy enferma.
Tanto, que casi acaba conmigo.

No soy una mala hierba.
He luchado porque he tenido el apoyo para hacerlo, apoyo de otros como yo.
No sé cuánto voy a vivir, pero quiero hacerlo, aunque sólo me quede este día.
El reto es muy grande, empezar de cero.
Pero esos retos me gustaban cuando trabajaba, y mucho.

Es como vivir dos vidas en una.
La de antes y la de después.
No es ningún renacer, porque nunca he muerto.
Tengo mi herencia de mi vida antes de, tengo cosas que he aprendido a ver cuando pensaba que nada se había salvado de la quema.
Porque después de lo peor, de muchos meses en episodio, viene la convalescencia.
Dura donde las haya, porque ya no sabes ni quién eres.
Una de las cosas más duras a las que me he enfrentado jamás.

Pero,

¿Cuánta gente sabe quién es?
¿Cuánta gente se ha encontrado a sí misma?

Estamos en ello, con el lema bipolar por excelencia,
PACIENCIA.
Antes sentía más rabia que paciencia.
Las cosas cambian, menos mal que cambian.

Ese es mi trabajo ahora, afianzarme día a día a la vida.

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