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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Dos años y dos espadas

Dos años y dos espadas Como continuación del post anterior y por contar cosas que sí voy a escribir porque no van a derivar en ejercicios literarios, puedo empezar afirmando que después de años de intranquilidad cuando no de salud quebrada, siento por fin que tengo una vida tranquila, con mejor salud y calidad de vida en todos los sentidos.

Lo bueno (sofá: "qué tranquilidad, por fin me soporto") no dura eternamente y tampoco es cuestión de entrar en ningún monasterio de lectura y meditación, así que hago cierta vida social con amigos, nuevos conocidos, y lo que una conoce por ahí (quién me ha visto y quién me ve, yo que tenía fobia social). Un trasnoche una vez al mes es soportable, más no por favor.

Ayer fue el turno de una reunión donde veinte o treinta bipolares familiares amigos y otras subespecies nos tomamos un agua, un descafeinado, o una caña sin alcohol. Una siempre lo pasa bien y conoce gente nueva, y saluda cuando no achucha a otra gente querida. Me dijeron que estaba guapísima y muy bien, e iba sin maquillar expresamente. Qué mejor psiquiatra que "uno de los tuyos", a ese no le engañas ni jarto de agua cuando te escudriña con sus ojos, aunque por internet tampoco se salva nadie de recibir un toquecillo de vez en cuando.

Esta reunión atrajo a varias personas que viajaron expresamente 400 o 600 kilómetros, y para mí son como unos invitados aunque no estén en mi casa. Es un placer verte cara a cara después de tanto msn cam incluída y teléfono sustituto, la interacción en tiempo real. Hace un año, no hubiese podido asistir, estaba a 600 km. y además muy jodida. Y hace dos, no lo cuento. Hace más... más de lo mismo, pero aguantando el tipo a trancas y barrancas.

Los actos sociales han supuesto mucha caña para las neuronas, lo certifico, pero mi agotamiento es una gran sonrisa en el espejo. Estoy convaleciente, y mañana todavía andan por aquí invitados que se van el martes… y empalmo con el miércoles, aaaaaaahhhhhhh, el miércoles aterriza Kidam, mon amour, y para quien no le haya podido conocer porque ahora no admito comentarios (sí correos)y por tanto los suyos están en mi copia de seguridad, diré que es uno de mis mejores amigos si no "the one". Acampará en mi pisillo unos días, que no en mi vida, porque de mi vida no ha desaparecido nunca, y no sé si tendremos tiempo de contárnoslo todo aunque cuando nos juntamos -cada uno interacciona a su manera con el resto de la humanidad- parece que nos hayamos metido en un campeonato de verborrea y de asociaciones de ideas. Suele ganar él, a menos que se ponga en modo "hoy te escucho", jaja. Menudas risas me esperan, de ésta sí que me salen las patas de gallo.

Si no me conecto, estoy viva, que nadie se preocupe, estaré viva en el mundo real, y eso siempre es bueno. Si no viviese allí y no interaccionase con gente, no se me podrían ocurrir esos principios y finales ficticios. Estuve mucho tiempo sin escribir, demasiado, desde que ciclé a mixto en el 2003. Voy a recuperar esos escritos hipomaníacos, y espero que no vuelva a inspirarme “tanto”, que escribir sea ahora un ejercicio que medite y salga a su ritmo.

¿Cuál es la diferencia? Antes sentía una emoción tan intensamente que la volcaba a un papel, necesitaba hacerlo, además, así me liberaba de ella proque me molestaba demasiado, no la podía disfrutar a veces, demasiadas. Ahora las emociones están ahí, no diré que dormidas porque todos las tenemos, pero para un bipolar ya no son lo que eran si está bajo tratamiento. Un precio a pagar por pisar el mundo real, que al principio no inspira pero luego, cuando le empiezas a coger el truco, da mucho de sí.

Y menos mal que puedo decir esto. Si me leo hace un año y medio, me mando a la mierda. Y si me leo hace dos, reniego de ser yo la que escribe estas líneas. Hace tres, ni siquiera sabía que existía una enfermedad llamada bipolar y me chutaban de antidepres y ansiolíticos.

Siempre tengo que recordar a mis amigos que no colegas bipolares que me llaman por mi nick clásico con el que me conocieron (ni siquiera por mi nombre, aunque ya lo saben) que mi nick es no sólo una expresión popular negativa, sino la viñeta de Lluïsot para "El Jueves" de los años 80. Por lo demás, me tomo la expresión en sentido literal, y el día que se me vaya la pelota diré por decir algo absurdo que me parió un psiquiatra y entonces, me mandarán a urgencias. Más amigos, más gente tiene mis teléfonos rojos, más gente quiere controlarme por si las cosas van mal, aunque me vean bien. Estamos todos bajo sospecha permanente, y esa actitud no me gusta porque me siento guetto en el guetto, valorada en todo lo que hago o digo como enferma bipolar, aunque aprecio cariño en la preocupación de los demás. Ese cariño tiene doble filo.

No me gusta tener dos espadas encima: una puede llamar a la otra. Ya sé que la enfermedad acecha, esa es la espada y lo tengo claro, pero ya me lo recuerdo a mí misma cada día, cuando me miro y digo "a 2 de octubre del 2002 estabas de baja con depresión, del 2003 recién diagnosticada llorando en la cama mixta, deprimida, irritada e hipersensible en casa de tu madre, y del 2004 recién salida del primer ingreso por intento de suicidio, hipomaníaca y con la espalda encorsetada, sin recuperarse".

Ya "bailaré" cuando toque, de momento... a cuidarse, vida tranquila, y bienvenidos los invitados y las risas, que se han merecido, porque hemos derramado muchas, demasiadas, lágrimas juntos. Mis lágrimas han sido de alegría, qué alegría que por fin nos veamos cara a cara y pueda ofrecerte este semblante y no me parezca al deshecho emocionalmente humano que conociste.

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