Detoné... ¿detonaré?
P.D. que se cuela en un corta-pega.
Voy a enviar un e-mail a mi psiquiatra. Después del puteo de la pastilla S. todo el maldito día y no sólo durante la franja matinal, resulta que esta noche me la tomo a una hora razonable, y primero me entra el sueño pero no entro en coma total, sólo siento sueño químico. Los colegas que saben de mi indisposición me mandan a dormir y desconecto.
Doy vueltas en la cama porque me entra un ataque de hambre fuerte como nunca que intento aplastar con la voluntad (recuerda, no tienes galletas y no has querido comprar más, jódete, es la pastilla la que come, no tú) pero sólo consigo aguantar media hora antes de tirar la toalla y empezar a cortar jamón.
Y chúpate un insomnio hoy, y ponte paranoica barajando la hipótesis de un golpe muy duro de estrés. Tenía que detonar, después de tres semanas de cambios en mi casa y forma de vida. Pero no puedo decirlo, he de aguantar a no ser que empeore y entre en episodio. Como me dijo mi tía, "estás bien, pero bien para estar tranquila". Y ahora no estoy para aguantar, en su día no aguanté por mucho que me esforcé, porque la voluntad pertenece a un territorio y las emociones a otro.
Mi terapeuta un día me dijo algo así (fíate de mi memoria) como que la voluntad era algo que había que coger con pinzas cuando se hablaba de un bipolar, no recuerdo bien pero creo que tiró por tierra todo lo que había sido "pon de tu parte", "puedes salir de la depresión si haces...", "he de dejar de beber", y tantos etcéteras que frustraban más que inducir a la mejora.
Tres semanas para adaptarme al cambio, de origen familiar, y lo estoy haciendo. Sólo que ahora noto que empiezo a pagar facturas emocionales, y me temo que S. es sólo un pequeño pero perfecto ayudante. Voy a intentar dormir con alguna neurona voluntaria, o mañana seré una zombi en una reunión alegre. Para rematarlo, maldita sea, me vuelve a entrar el hambre.
Esto es STRESS, no hay otra explicación, porque el coco me va a velocidad normal y no siento agitación. Sólo siento efectos secundarios hasta en el meñique, y un evidente cabreo por impotencia absoluta. Ni siquiera tengo angustia, y esto es raro, porque estoy nerviosa pero ni angustiada (debería tomar una pastilla) ni agitada (idem).
A todo esto, se me ha colado en la salida del armario un chico que conocí en persona en Barcelona el año pasado y no hemos perdido contacto por msn. Un día le dije que tenía una enfermedad, no cuál pero por discreción no preguntó (catalán de pro), y antes de darle la llave de este blog, me ha reconocido que tengo las neuronas en mi sitio. Es importante, y ya veremos qué reacción tiene. Experimento 2: no te veo en la vida real pero me conoces y ahora me vas a conocer muchíiiisimo mejor. El experimento 1 no sabe del blog, no todavía, me basta con seguirle la pista en la vida real sin que viole mis territorios. Experimento 3: tiene ganas de quedar conmigo, le caigo muy bien... Pues te vas a enterar, pero antes y por si acaso sale rana, disfrutaremos de unas cañas ("no bebo cerveza de verdad, es una promesa que hice", original y poco verosímil).
Supongo que estoy detonando y esto ya tiene su importancia, por eso he revivido en el quiero-y-no-puedo-dormir cuando
DETONÉ
Y me "convertí" definitivamente en bipolar sin saberlo.
Sé cuando empecé a dar síntomas de la enfermedad, sé que era niña. Recordé muchas cosas cuando estuve en manos de la locura, marzo de 2003.
La enfermedad se manifiesta (eufemismo: se apodera de ti y de tu vida) por factores genéticos y ambientales, más o menos y dicho pronto y mal. Para informaciones exactas, pinchad en el enlace del libro de Vieta y Colom.
Que tengo el componente genético, está claro. Mi prima también ha estado ingresada y se chuta de cosillas, como yo.
Los ambientales... "las cosas de la vida"...
... pensé que estaba preparada para ello, hazte la dura, rechina los dientes, lo que va a suceder está racionalizado perfectamente, lo hemos hablado mil veces y es lo mejor y lo más conveniente. Aguantarás, será duro pero ya te has hecho a la idea, estás perfectamente mentalizada y no hay fisuras, la decisión es mutua.
El día del cambio, fue horrible por el cambio y por las consecuencias que trajo. Mi primer ataque de pánico, urgencias, y derivación a un psiquiatra debida a posible depresión exógena. Mi cerebro racional lo soportaba, pero mi cerebro emocional estalló. No aguanté ni ocho horas de serenidad.
Imposible anticipar los acontecimientos, imposible saber que lo pagarás con un trastorno bipolar con un tratamiento psiquiátrico y terapéutico.
Fue una decisión que me costó muy cara. Nunca estuvo presente en la discusión de pros y contras el que pudiese romperme de esta manera.
Había ciclado antes, pero supongo que como los ciclotímicos, sin grandes complicaciones, por lo que dicen. Recuerdo más la adrenalina de la hipomanía que dos o diez días de depresión, y eran depresiones de un día.
¿Qué provocó el nacimiento de los posteriores años de sufrir? Eso no importa, sólo diré que no fue una separación, puesto que acababa de casarme. Se produjo un cambio importante, algo que sí nos afectaba como pareja.
Él no lo sabe. Nos llamamos una vez al año, y sólo ha habido dos llamadas desde el diagnóstico. Ni siquiera sabe que me he mudado, o no me ha llamado o no se lo dije. Él tiene una nueva vida y espero que sea feliz, porque así parece manifestarlo. La mía ha ido por otros caminos y, pasado lo peor, sólo puedo quejarme de que esto no tenga cura. Qué más da que ocurriese en sus narices, de momento creo que no hay que remover el pasado, o al menos este fragmento del pasado. De qué serviría, no se puede retroceder ni vale la pena lamentarse, pasó y punto. Y nos separamos para tener una segunda oportunidad, una nueva vida, pero yo seguí detonando hasta que, digamos en plan animal, se me acabaron los cartuchos de verdad y los Acme del Coyote fallaron.
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