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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Tai Chi Chuan

Tai Chi Chuan

Una mañana de 2003, ya de baja laboral, me obligué a bajar al parque. Vi a un grupo haciendo Tai Chi. Me quedé de pie mirándoles. Hablé con el profesor cuando la clase terminó. Pero nunca fui a la sesión siguiente a la que me invitó. Eran a las 9 un par de días por semana, y yo raramente estaba despierta a esa hora. Vivía de noche ya, en mi perpetuo insomnio. Ya estaba muy mal.

...

En mi último gimnasio, principio de septiembre de 2002, me metí en una clase de Tai Chi, de Tai Chi Chuan. Empezaba un nuevo curso. Me impresionó la sesión de bienvenida que nos dio a unos pocos interesados el profesor. Afirmó que para hacer Tai Chi "contemporáneo", “el de los parques”, estábamos a tiempo, hasta la tercera edad. No para practicar el Tai Chi clásico, un arte marcial. Decidí asistir al grupo, pasando de steps y aerobics.

Primer fallo: no era un monitor de gimnasio, ni un profesor. Era “el Maestro”. Me contaron que su aprendizaje fue de unos 15 años en China. Ríete de Uma Thurman en "Kill Bill" de Tarantino.

El protocolo era muy rígido. No estaba permitido llegar tarde ni cinco minutos, o te quedabas de observador en un rincón de la clase, hasta que con un gesto el Maestro te permitía entrar. No siempre se podía llegar puntual desde el trabajo.

El Maestro vestía de negro de pies a cabeza. Yo pregunté por estos rituales y normas que nadie me había contado a otros alumnos, y supe que sólo él podía vestir de negro integralmente. Saludo al principio y al final de la sesión, no sé si llamarla sesión o clase ahora. En clase, el trato era “de usted”, fuera nos tuteábamos. Un hombre rubio, ataviado de negro, y hablando chino, realmente eran sensaciones nuevas.

Llegué descalza a la clase, pensando que sería una especie de yoga, menudo error. Tuve que comprarme en plan urgencias unas deportivas de las de correr. Son las que sigo usando ahora aunque están destrozadas, me salió bien la compra de oferta.

Un alumno con algo de experiencia era asignado a novatos como yo, y para él era un honor, como también el que el Maestro delegase en otro los ejercicios de calentamiento. Más tarde, la clase se convertía en una coreografía de movimientos por parte de los alumnos avanzados, que se movían a las órdenes en chino del Maestro, que en efecto, eran propios de artes marciales. Hermoso e impresionante espectáculo. Movimientos suaves, estudiados, memorizados, y enérgicos.

Todo esto me pareció muy marcial. Disciplina. Sacrificio, las rodillas machacadas. Me encantaba la sensación de estar haciendo la mili. Y de aprender a dar una patada bien dada, que en mi imaginación iba a los testículos de mi jefecillo y en general a todos aquellos que me miraban por encima del hombro. Me sentía bien en posición, podía atacar y defenderme a la vez, pero no me dio tiempo a aprender a hacerlo, a luchar. Bueno, a veces las apariencias lo son todo, y todavía sé ponerme así, cuidadito conmigo que recuerdo perfectamente la patada.

El gimnasio estaba cerca del trabajo pero lejos de casa, así que abandoné las clases cuando caí de baja, episodio ya incontrolable cuando en la empresa se desató un follón de mil diablos que me dejó tiesa, al mes escaso del principio de mi aprendizaje. Apenas completé la secuencia entera del primer movimiento, pero leí mucho sobre el tema mientras albergaba esperanzas de volver y practicaba en el salón.

Fue un mes muy intenso, aprendí poco pero mucho. Han pasado los años y lamento no haber podido continuar con ese Tai Chi Chuan, milenario duro y hermoso, aunque me abrió puertas en la mente. Ahora no podría seguir con estos huesos descalcificados, y el aprendizaje dura varios años, toda la vida en realidad, porque no he hablado de otras cosas como de las antiguas armas chinas.

Sólo me queda la práctica del contemporáneo en los parques. No es una idea que ahora mismo me atraiga, sólo por memorizar los movimientos, algo que para mí resultó difícil también con el yoga en su día, en especial el insufrible “saludo al sol”.

Nadar es más fácil, sí, y ya he encontrado el gorro.

***

P.D. Hoy los párrafos se distancian como les da la gana, aunque yo los veo bien en la ventana desde la que escribo el código dice otra cosa y ya tomé las pastillas para arreglar nada. Le voy a dar una patada a mi antiguo manual de HTML un día de estos, y todos los posts se pondrán tiesos.

1 comentario

Ossyane -

Vaya!! pues yo ando buscando clases asequibles por aquí, no porque me gusten los artes marciales, ni la sensacion de hacer la mili que a buen seguro me revolveria las tripas. Llevo tiempo pensando en la relacion de la coordinacion del movimiento, el control de stress y sobre todo para pautar el ritmo a que funciona nuestro pensamiento cuando nos aceleramos. Y vengo dandole muchas vueltas pues cuando estoy maniaco, me ayuda mucho controlar los movimientos y ordenar el espacio que me rodea. Jodido explicarlo por escrito. Movimiento, tiempo, espacio y respiracion, coordinacion. El yoga no es lo que busco, quizá lo sea el tai chi, sino pues habrá que inventarse algo aparte del sexo, nadar, el gymnasio o la medicacion. ¿desvario?