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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Ya se puede... tomar el descafeinado.

Post dinámico 

Como decía en un comentario ayer, lo único que pude colgar, he tenido problemas para entrar en la página donde estas líneas ahora se escriben y por tanto nada se ha colgado en dos días.

Ahora con mi descafeinado, pues ya agoté el cupo de café por hoy... Uno por día, café-café, y después descafeinados y no demasiados. Como hace ya tanto tiempo de esta medida, que en su día me pareció castradora de mi vida ordinaria, ahora la sigo sin más problema.

Para los cafeinómanos: yo también fui una pero no se puede ir hasta el culo de café y luego tomar ansiolícos, es una contradicción en sus términos y casi vuelven a restringírmelo la última vez que fui, pues el trastorno de ansiedad se alimenta de ese único café-café, el muy cabrón.

Hasta ahora.

Pues no, veo lo que he escrito y me digo: si esto es vida cotidiana, la que últimamente no sale por aquí... así que cuento que ahora está lloviendo (falta hacía, dirán tantos), esa lluvia en Madrid consistente en un lento goteo, la que me ha bajado el ánimo hasta que llegó la primavera. Es la primera de este verano.

Asmel está dejando el tabaco, ya lleva casi dos semanas y a la tercera va la vencida. Cómo la admiro, ya le digo que es mi heroína, y me digo que ahora yo no puedo, no con esa ansiedad que en estos momentos es vencida químicamente, y así lo noto, que es pura química lo que me salva de ese dolor en el pecho y quizá de actuar por impulsos, más allá del TB en teoría controlado por fin. Y recuerdo mis intentos por dejarlo, intentos que acababan con una hipomanía de narices, y el último fue bueno hasta que después de una baja médica donde decidí hacerlo, volví al trabajo una vez recuperada, y volví a fumar. Lástima que, y sólo lo diré una vez, no se estuviese bajo la nueva ley y no me diesen tentaciones al ver a los otros fumar, la ansiedad venció de nuevo.

Espero quedar con R. hoy y que me saque a pasear, sigo sin poder hacerlo sola y a veces me enfurezco con las fobias, síntomas de depresión como bien sé. Hay quien se obliga hasta dejarse el alma, yo no. Escribo mientras alzo la vista para contemplar el paisaje que me ofrece esta cristalera. Me estoy planteando, en contra de mis principios, poner al menos un estor que me salve de la curiosidad permanente de la vecina del otro edificio, no tengo nada que ocultar pero me toca las narices.

Ayer tocó contar pastillas para llenar el pastillero, me produce ya no pereza sino... cómo lo diría... que he de estar de humor para hacerlo, y además no equivocar las dosis que van cambiando, pues una memoriza una pauta y luego un pequeño cambio da lugar a un lapsus.

Ya he fregado los platos, y quizá me anime a poner una lavadora. Quién sabe qué haré hoy, pues la casa está limpia y ahora reparo en que una vez más, limpié los cristales bajo la ley de Murphy, pues ahora se están ensuciando de lluvia. Bah.

Hoy tengo para mi alegría algo parecido a un trabajo por hacer, lástima que no tenga fecha de entrega. Copiar a una amiga los discos con los capítulos que tengo de House. Al parecer, se aproxima ya la fecha de emisión en la tv pero avisada estoy de que entre la introducción (previsible: a alguien le da un patatús y acaba en el suelo) y los títulos hay que aguantar unos 20 min. de la tan querida publicidad, momento en el que si veo algo, silencio la tv o aprovecho para bajar la basura. Con lo bien que "se vive" con los capítulos bajados...

Mi pajarito está en pleno paso cebra con otro. Ya decía yo que este buscaba pareja.

***

Ahora la lluvia ya puede llamarse tal, y me hipnotiza. Se acabaron los cafés, ya tengo mi botella de agua fresca. Cómo agradezco que en Madrid el agua del grifo pueda beberse, pues me libra de acarrear agua mineral, como en Barcelona, donde sólo media ciudad puede ahorrarse esta pesada carga.

Hoy lo que sí es muy dinámico es mi bandeja de entrada, de forma que no me aburro. Tengo un montón de libros electrónicos, y en estos momentos leo uno. En pantalla, desaparece la sensación de tocar papel de baja categoría, el que más me hiere el tacto: el de libros de kiosco y novelas editadas en rústica. A estas horas me cuesta leer, ya no por efectos secundarios sino porque también el búho que sigo siendo se resiste a una actividad que siempre reservé para las noches. Cómo persisten los viejos hábitos...

Hoy sería un buen día para racionar el último paquete de tabaco que acabo de abrir, pero me da que no seré capaz.

Quizá continue...

He quedado con R. Hasta mañana, si el servidor funciona.

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