Cancelaciones
Qué bien se me da cancelar las cosas. Posponerlas. Años de práctica.
O indisposición declarada, o anticipación a lo que ya sé, que no seré capaz de ir al centro a hacer una gestión o de presentarme en el médico. Pánico antes de. Y si lo hago, una de dos: o no pasa nada y mis temores eran infundados, o sí lo eran, y me quedo tiesa en plena calle.
O el no, ahora no es buen momento, cuando unos amigos te proponen un plan fuera de casa. En casa estoy bien, fuera... nunca se sabe.
No sé cuándo podré llevar agenda.
Cuando estuve muy mal, mi madre me acompañaba a todas partes, la agenda era suya en realidad. Y me digo por un lado: con su ayuda, lo harías. Y por otro: has de crecer y mejorar es también poder ir sola a los sitios.
Me queda mucha rehabilitación por delante. Y dependo demasiado del nivel de ansiedad. Y si me dan más dosis de ansiolítico, ya sé lo que ocurre: mejor no intentes apuntar nada que requiera agenda.
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