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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Eutimia en libertad condicional

Eutimia en libertad condicional

Desde que mejoré, bajé de la montaña rusa y el episodio mixto por fin remitió (enero 2005), considero que estoy en libertad condicional, y así lo he expresado repetidas veces. Uno de los temas de este blog es éste, precisamente. Bien, es parte de mi argot.

Un inciso en el pasado

El año 2003 de hecho fui a parar dos veces a casa de mi madre, y la primera no tuvo que ver (directamente) con el trastorno bipolar. Reina de corazones rotos no soy, pero sí la de los huesos quebradizos.

No me podía valer, esa es la verdad. Pero duré tres días con ella, porque me volvía loca cual animal enjaulado. Mi bienamada independencia era eso, lo más importante en una vida donde sólo había trabajo y ya poca vida social. Me di cuenta de que sola no podría, y decidí contratar ayuda doméstica. No podía ni lavar un plato, físicamente, con eso lo digo todo.

Es difícil encontrar una asistenta que conozca un amigo y no esté ocupada ya. No se dejan las llaves de tu casa a cualquiera. Si bien estaba de baja, mis cambios horarios hacían que muchas veces -como ocurrirá hoy- sea ella quien sepa que no he dormido, o la que me despierta. Me recomendaron a una señora: un colega de internet, menudas referencias, pero tenía una urgencia. Me costó un dineral que ciertamente no me podía permitir, pero la independencia se paga cara. Madre y mis amigos estaban ahí, que conste, pero dos veces por semana era necesaria esa ayuda.

Fin del inciso

Al volver a Madrid tras casi dos meses fuera, en casa de Henri primero y luego con Madre, estaba un poco en las mismas. El cuerpo está castigado por el sedentarismo, el alma por la depresión, y todo se mezcla en un círculo vicioso. Esta vez tuve la suerte de que la asistenta de M.Amèlie tenía un hueco semanal.

No me avergüenza reconocerlo. Volver a casa fue tomar conciencia de que había estado dos meses sin obligaciones (salvo facturas, claro). Porque si bien intento echar una mano allí donde vaya, lo hago movida por el ser una invitada algo útil o no ser un mueble inútil, según cómo se mire. Pero aquí cada mota de polvo es mi responsabilidad. Y cuando me he encontrado bien (recuerdo alguna buena racha), no sólo todo estaba en orden: incluso he planchado.

En depresión, no puedes tener tanta responsabilidad. Yo, desde luego que no. Por eso he contratado ayuda. ¿Me lo puedo permitir? Esta depre me está costando cara. Pero la indisposición no es física ahora, sino mental. ¿Una montaña de platos por fregar? Son el Everest.

El desorden y la suciedad no benefician el ánimo para nada. Pago dinero, para disfrutar en la medida de lo posible de la condicional sin que se me haga tan penosa, y para eso está la paga extra. Pero también me incentiva que mi casa vaya recobrando equilibrio, de forma que desde hace un par de semanas empiezo a hacer tareas.

. . .

Cuándo se pierde esa condición

Esta semana me llegan dos noticias tristes. Una de ellas, una recaída de uno de mis colegas bipolares. "El resorte". El ansia suicida. Una ingesta de pastillas compulsiva. Un no puedo más, un grito que de madrugada no todo el mundo puede escuchar. O no estás ya para hablar con nadie. El caso es que lo haces sin esperar un mañana. Y digo recaída porque despertó.

Un día ingresado con lavado de estómago cortesía del hospital. Y pérdida de libertad: por narices, ha de permanecer en casa de sus padres hasta nuevo aviso. Se ha retrocedido un tanto, podría decir, en el camino, pero nadie dijo que fuese recto. Y cuando pensaba en él, me decía: ahora está bien, a ver si puede volar un poco hasta que... por si... eso. Será un volver a empezar, en mínimo de semanas.

Arresto domiciliario en domicilio paterno. Pero mejor que un ingreso en un psiquiátrico. Bueno... esto es muy tajante, y como no estoy de acuerdo conmigo misma, lo abordaré otro día.

Me siento apenada y solidaria. Tengo el mismo resorte, dormido pero sé que es parte del trastorno bipolar. Y lo tienen tantos otros: se nos va la pinza (cuánto tiempo sin decir eso, ja, ja). No sé cuántas oportunidades se tienen cuando uno se reengancha al club de los suicidas vivos. Ha sido su cuarta vez en ese abismo. Esta vez el final no es del todo infeliz. Está en chirona, pero vivo. Pero aunque todos le digamos cuánto le queremos, que nuestra vida sin él no sería la misma, él se encoge de hombros. Ya lo sabe, pero no pudo detener el resorte. Y el despertar, ver el panorama, es más que deprimente.

Muchos no lo entienden. Hasta te tratan como a un chantajista de la peor especie. Hay que vivirlo, y hay que morirlo.

Levantarse tras la caída, ser una mala hierba, y medrar hasta que nuestro psiquiatra emita veredicto.

Y no olvidar que bajo la ley del péndulo, le puede pasar a cualquiera, porque es trágico salvarte de ti mismo.

***

2 comentarios

popea -

voy a hacer este comentario anónimamente, cosa que no me agrada, pero no quiero identificarme.
Mi trastorno no llega a ser del tipo bipolar pero si casi...al borde. "Con tendencia al viraje" dice la doctora. Al leer estas líneas tuyas te entiendo profundamente. Principalmente esto:
"Hasta te tratan como a un chantajista de la peor especie. Hay que vivirlo, y hay que morirlo.".
Lo más feo de todo, DE TODO, es lo intransferible que resulta explicarle a los demás (pq hasta sin palabras te quedas) lo que significa el hoyo negro y el deseo desde las entrañas que todo acabe.
Mi más profundo deseo de que lo sobrelleves lo mejor posible y decirte que entiendo lo que te ocurre.
Tengo una internación y un intento de irme encima...

Gatopardo -

Esta bitácora es, sobre todo, lúcida e inteligente. Y subyace un fondo de humor que logra iluminar el dolor.
¡Mis felicitaciones!