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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Si yo fui capaz de hacerlo, cualquier que lea este texto, también

Este texto fue escrito por mi amigo R. el 9 de julio de 2004. Sin desperdicio.

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Una pequeña historia de amor y lucha para compartir

 

Hace tiempo conocí a un chaval de 17 años que estaba absolutamente hundido en un pozo sin fondo

Un pozo completamente oscuro donde no entraba la luz y donde apenas había aire que respirar.

Ese chaval era yo.

Una tarde-noche especialmente terrible, cuando sentía que el cielo caía sobre mi cuerpo y me aplastaba y me mataba lentamente, me asomé a la ventana de mi habitación para poder encontrar algún atisbo de brisa que me diera una razón para vivir.

La brisa llegó y me empecé a aturdir de lo bien que me sentía, empecé a marearme con una sensación  de embriaguez, y así pasaron mil minutos, no sé cuantas horas.

De repente miré hacia abajo, once pisos, y sentí una necesidad imperiosa de volar, sabía que los hombres no vuelan pero en ese momento volar sí era posible para mi. No sólo era posible sino que era lo único que deseaba hacer.

Cualquier otra realidad ya no existía para mí, ni las cosas buenas ni las malas, ni la familia ni los amigos, ni nada de nada, sólo volar, volar y volar.

No sé cuanto tiempo estuve imaginando ese vuelo fantástico, mis pupilas se fijaban cada vez más en el empedrado que me esperaba once pisos más abajo. Me daba igual que ese empedrado fuese el final de todo, me reía del miedo a morir, volar, volar y volar era lo  único importante.

Estaba agarrado al alfeizar de la ventana porque sabía que si me soltaba, iba a salir volando, iba a arrojarme a ese abismo tan maravilloso.

Fui aflojando la presión de las manos sobre el alfeizar porque ya no sentía miedo por nada, todo era estupendo, esos 2 segundos de vuelo merecían la pena. Daba igual lo que pasara después, quería volar.

Y lentamente, muy a mi pesar, una vocecita empezó a hablarme, más bien a susurrarme y esa vocecita me decía:

R., vuela si tú quieres, es tu vida, tienes derecho a hacer con ella lo que quieras.

No le debes nada a nadie.

Has sufrido más de lo que muchas personas estarían dispuestas a soportar.

Tienes todo el derecho a hacerlo chaval.

Las personas que más te quieren son también las que más daño te han hecho, así que no te sientas culpable si decides saltar y volar, pero……………..

Debes sabes que será un vuelo maravilloso de dos segundos, serán los dos segundos más felices de tu vida pero después, desaparecerás para siempre de la faz de la tierra.

Te convertirás en “nada”. Todo se habrá acabado: los horrores, las angustias infinitas pero también las pequeñas ilusiones que todavía están vivas en ti.

Da igual lo que la gente que te quieres pueda pensar o sentir: tú ya no estarás aquí para saberlo.

No sé cuanto tiempo estuve sopesando  las palabras que esa vocecita me susurraba.

El resto de mi ser me pedía a gritos el volar, saltar, disfrutar……

Me sentía tan bien pensando en la posibilidad de volar. Era tan maravilloso mirar hacia abajo e imaginarlo todo……..volar, flotar en el aire, formar parte del espacio, fundirme con las nubes, ser arropado por los pájaros.

De pronto lo vi claro.

R. si lo quieres hacer, hazlo ahora que no te cuesta nada, que no tienes miedo de nada, ahora que la idea de morir es tan maravillosa y estupenda.

De verdad que quería hacerlo y once pisos no daban lugar a ninguna sorpresa o posibilidad de equivocarse.

De nuevo esa voz me habló, esta vez con más fuerza y me dijo:

R., deja de pensar, deja de fantasear. Si has de hacerlo, hazlo ahora, no dudes, no pienses más. Pero si quieres darte la última oportunidad, si piensas que merece la pena morir luchando, aunque esa lucha no te lleva a ninguna parte……

Si quieres dar una mínima oportunidad al destino, a ti mismo, si es así, cierra esa maldita ventana de una puta vez y NUNCA, NUNCA, NUNCA MAS, vuelvas a soñar con volar, con las nubes que te arropen y con el empedrado del suelo.

Piénsatelo bien y toma una decisión: o lo haces ahora o NUNCA, NUNCA MAS sopesarás esa posibilidad.

Aunque tu vida siga siendo una mierda, aunque nadie te comprenda, aunque tu padre siga siendo [omitido], aunque tu madre [omitido]...

Y yo le pregunté a esta vocecita: ¿Y qué debo hacer si decido seguir luchando hasta el final? ¿Aunque esta lucha no me lleva a ninguna parte?

Y la voz me contestó: Coge el teléfono inmediatamente y pide una cita previa con tu médico de familia.

Y así lo hice: Llamé a mi centro de salud y me dieron cita con mi médico para dos días más tarde.

..

Desde ese día hasta hoy  han pasado 19 años.

Ya habrá tiempo para hablar de esos 19 años en los que he pasado por muchas situaciones duras, también por momentos muy divertidos,  ………………….ya compartiré con vosotros alguna que otra historia.

Lo importante es que hoy estoy aquí, disfrutando mucho de mi presente. Con los amigos de toda la vida, especialmente dos amigas, que lo fueron todo durante esos años horribles, también con nuevos amigos que  fui haciendo en el camino y ahora con vosotros.

Tengo la intención de hacer borrón y cuenta nueva. Esta va a ser la última vez que hable de esos primeros 17 años tan difíciles de mi vida, del día en que estuve cerca de volar.

Ha llegado el momento de centrarse en el presente y dejar atrás esa parte de mi  pasado.

Si yo fui capaz de hacerlo, cualquier que lea este texto, también.

Y si esas historias tristes del pasado están ya resueltas, dejémoslas atrás porque  los recuerdos malos ocupan un espacio en nuestra mente y en nuestro corazón que no deja paso a  nuevas ilusiones y realidades gratificantes.

Hoy estoy muy contento por muchas razones. Una de ellas es que ayer me han comunicado oficialmente que me han ascendido a un puesto de mayor responsabilidad en mi trabajo.

Estoy contento pero no se trata  sólo del aumento de sueldo, el aumento de responsabilidad, de la satisfacción del trabajo bien hecho.

Estoy contento porque aunque esta enfermedad que me hizo perder 1000 oportunidades, yo poco a poco voy recuperando esas oportunidades. Y el pasado ya no me sirve como referencia triste sino como fuente de motivación para un presente más pleno y próspero.

Estoy contento porque el día  que tomé la decisión de seguir luchando pasara lo que pasara, de que yo quería morir luchando y nunca rendido, ese día nació el R. que yo soy ahora: con mis defectos y mis virtudes, pero el R. que quiero ser.

Con amor,

R.

. . .

Ayer cenamos juntos, salió el tema del blog y por fin le pedí permiso para publicar alguno de sus textos. Este es el primero que leo de los que me ha mandado con su historia. Omito sólo las referencias a su familia por su deseo expreso.

Todavía tengo que aprender mucho de él, y espero que también os sirva a vosotros.

Lamento lo de los espacios entre líneas. Trataré de arreglar lo que el procesador de textos de Office destroza...

***

1 comentario

Sun -

Recojo tus palabras, Blue, con las que estoy completamente de acuerdo, en este sentido:
De amor (a nosotros mismos los primeros) y de lucha (por ser felices, que nos lo merecemos).

Sólo añadir al texto de R.,y remarcar, que la depresión es una enfermedad que, afortunadamente, tiene cura, pero es imprescindible ponerse en tratamiento y seguir la medicación y las pautas que el médico indique.

Un abrazo a todos los que estén en esta situación; tened la seguridad de que se sale de ella.
Y, gracias, Blue, por mantener este interesante blog.