Mr. Hyde o la enfermedad
A veces tengo la impresión de ser el Pequeño Príncipe visitando planetas.
He conocido a un alcohólico. Lleva más de dos años en rehabilitación. Su vida ha cambiado desde entonces. Me dijo que ahora ve las cosas de otra manera, ya no por el efecto de esa sustancia, sino porque ya no es un ejecutivo arrogante sino una persona más de carne y hueso.
El alcoholismo es una enfermedad, y no tiene cura, como tampoco la tiene la mía. Será alcohólico toda su vida, aunque no beba nunca más. Él dice convencido que no beberá. Sigue yendo a la terapia - no la de AA sino una privada - porque está pasando por un momento de cambios importantes en su vida, y está conociendo a gente de submundos antes ajenos a su vida acomodada, gente que no se parece a él pero sí se parece, y con ese algo en común y los prejuicios por el suelo, reconoce que se está haciendo más humano.
Le pregunto por la terapia y me dice que reside en el cambio de hábitos. Esto me huele mucho a psicoeducación bipolar.
Me confirmó lo que ya sabía, que si tomase una sola copa volvería al punto anterior. Tenemos un cuentakilómetros, lo hemos parado pero si volvemos a poner el coche en marcha, no estamos en el kilómetro 0. Lo mismo nos pasa a los fumadores, pero él dejó de fumar sin problemas hace tiempo, y afirma que la fuerza de voluntad no es su problema. No bebe porque no lo echa de menos. Le comenté un artículo que había leído hacía tiempo que empezaba con “Mr.Bush se levanta cada mañana sabiendo que no podrá tomarse una copa”. En ese momento, entendí lo de la guerra de Irak y no leí más sobre el tema. Y sí, hay gente que se levanta maldiciendo un día más sin droga, lo he visto en ex-fumadores también, pero él no, es muy positivo.
Su problema es que creía que necesitaba de la ayuda del alcohol para superar situaciones sociales. “Antes”, hubiésemos quedado y hubiese tomado algo, para superar una timidez, que ahora reconoce que no es tal. No es tímido, o no lo es ahora, ahora es diferente y se descubre día a día.
Evita salir con gente que beba mucho. Dice que es capaz de reconocer a un alcohólico sentado en una mesa de un bar. Y no lo saben. Me decía que era un placer estar conmigo tomando un té, que eso era nuevo, y que pediría más té en el futuro. Parecía un adolescente redescubriendo los placeres de la vida, y un amigo psicoanalista le decía que estaba algo maníaco con tanta actividad. Yo callé, claro, maníaco para mí no es una palabra desconocida.
Hace años, conocí a otro alcohólico. Me lo confesó cuando en plena juerga el resto llevábamos más de cuatro cervezas encima, mientras que él pedía zumos. Él bebía whisky desde primera hora de la mañana, bebía hasta que se iba a dormir, y ahora, como el hombre que conocí ayer, no paraba de buscar actividades nuevas en las que participar y además conocer gente nueva, gente que le aparte de la que le acompañó en la aventura del alcohol.
Internet es uno de los medios para conocer gente, y mi amigo alcohólico, que es un pijo o lo fue, le da al golf. Lo que él no sabe es que topó con otra enferma crónica, pero nada le dije de lo mío, tiempo habrá. Le dije, sí, que había tenido un problema con el alcohol, y le conté los detalles como lo hice aquí, y me contestó con contundencia que no había sido ni soy una alcohólica. Eso ya me lo había dicho mi psiquiatra, pero se agradece que te lo diga alquien que los reconoce por instinto.
El que conocí ayer dice que no bebía cada día y que uno puede ser alcohólico de fin de semana y serlo, que es una enfermedad. Y que lo peor era levantarse de la cama sin saber qué había hecho la noche anterior, con toda la culpa de todos los pecados posibles, "imagina que soy Mr.Hyde y que he matado a alguien esta noche".
Ambos estaban divorciados. No sé hasta qué punto la enfermedad tuvo que ver. Tampoco lo tengo claro en mi caso.
¿Cuánta gente sin diagnosticar alcoholismo, o trastorno bipolar, hay en este país?
Empresarios, ejecutivos de compañías, y también los que reparan ascensores o instalan tela asfáltica. Y muchas mujeres, el alcoholismo oculto de este país.
Y ellos, los ex-alcohólicos, lidian a diario con el alcohol por todas partes, dondequiera que vayan han de decir que no o mirar hacia otra parte. Ni siquiera una cerveza 0,0. Pero tienen muy claro que no quieren volver a dejar "de ser ellos mismos", ahora que uno de los mayores placeres que les ofrece la vida es el redescubrirse.
Inevitable que me suene como bipolar. No sabes quién eres hasta que respondes al tratamiento, cambias de hábitos, y dices "anda, si soy yo...", un yo que no conocías, que estaba escondido tras los síntomas. Yo tampoco quiero mirar atrás, el futuro te sorprende con las sencillas cosas de la vida, eso decimos todos los que hemos salido de "algo gordo".
Eso nos convierte en otro, otro al que has conocido toda tu vida. Hay quien afirma que enriquece y nos hace ser mejores personas. Yo sólo sé que soy otra, y él también. Y me gusta la gente que ha hecho estos cambios en su vida, la enfermedad es traumática pero si le ves el lado positivo, una vez pasado lo peor, el infierno de haber sido devorado y devuelto a alguna parte que ni conoces, volver a vivir es maravilloso.
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