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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

It's up to you... en tu manos

It's up to you... en tu manos

Siete años de Google, y parece que fue ayer cuando me lo recomendaron.

Paciencia, siguen 2.340 palabras (ahora las cuento)... las primeras que pronuncio en silencio, tras salir del armario.

Dos años de diagnóstico, y sólo es ayer en sueños, o pesadillas. Hoy he hablado con una recién diagnosticada, de refilón, y luego me han contado su historia, tan parecida a la de todos: no lo acepta. ¿Quién lo acepta el primer día? Lo tienes, sí, y es un alivio encontrar un por qué, pero no lo es saber que no tiene cura y eres un enfermo crónico. Trágate eso, sólo con paciencia y tiempo, y una vez dejes de tener síntomas. Y luego trágate, en mi caso, que los poderes públicos te digan que no eres apto para el trabajo. Y menos mal que hay otros como tú y te apoyan, porque en su día les pasó lo mismo y saben lo duro que es.

Ha pasado el tiempo, y ya era hora de que llegase el día, ayer.

Ha pasado un día ya, un día de haber salido del armario, y cumplirse mi profecía del anterior post. Algo se muere en el alma cuando un amigo se va, algo se muere en el alma cuando te la han leído y no lo han sabido interpretar, estaba entre demasiadas líneas y aunque las escribí, tampoco se leyeron. Salí del armario como lo hizo un amigo gay, por correo electrónico con copia a todos sus amigos y familiares. Original, sin duda. Yo no he sido tan drástica, sólo hice un experimento con alguien que me estaba provocando, me estaba provocando mi lado bipolar, y le envié el post anterior.

De repente se recibe ese e-mail, que de hecho es un paquete-bomba. Se hace la luz y dejas de tener un futuro amigo. Pero como ya dije, no me frustro, pues me quedan los de siempre, y a ellos no les importa porque me quieren como yo les quiero a ellos, y muy claramente me lo dijeron cuando fueron a verme en mi primer ingreso: no se te ocurra desaparecer, hay gente a la que importas, y somos nosotros, por ejemplo.

Así me parieron, esto es lo que soy, tómalo o déjalo, pero no voy a esconderme, no más. A la mierda el armario, lo abro cada día y es lo que hay. A ti, lector, no te lo abro, porque no te conozco, aunque el próximo paso es que eso deje de importarme también. Tú sabes lo que tengo y me lees. Pero yo no conozco tu alma como tú conoces la mía. Y debo hacer una excepción en otro blogger.

Me entristezco, y es una emoción normal. No me deprimo. ¿Por qué debería hacerlo? La ignorancia reina, y contra eso no puedes pelear, por tanto tampoco debe deprimir. Este mundo es deprimente, y eso ya lo sabía, pero después de la última gran depresión aprendí de una forma muy dura que sólo cuentan las cosas sencillas, las que te hacen esbozar una sonrisa después de un día que empieza bien, hasta que te lo amarga un cabrón, que dice con acierto uno de mis amigos.

No intentes evangelizar, intentar con todo tu empeño el “¿Por qué ahora soy diferente a tus ojos? ¿No ves que soy la misma?”, no busques respuestas porque serán irracionales y herirán. Los humanos rechazan a los seres de su especie que son diferentes, y lo hacen como un proceso natural, han de defenderse de "lo otro". Es natural que sea así, siempre lo fue. La diferencia es peligrosa, eres un mutante, eso no es bueno para nosotros y lo hacen sin reconocer a Darwin en sus actos, tan arraigado está en todas las especies animales ese instinto. Y a saber qué tendrán ellos, porque yo sí me asusto de los no diagnosticados.

Quizá me he equivocado con el sujeto-experimento. Me ha abierto ventana en msn. Sin expectativas, como siempre, como después del diagnóstico, como después del infierno. No esperes, y si recibes, alégrate. Deja que la vida te sorprenda, y lo hará. Recupera la inocencia, vuelve a empezar con alegría por haber salido de la mierda y ser capaz de mirarte al espejo sin complejos.

Sonríe, y te sonreirán. Aunque sean los de siempre, ¿para qué quieres más, si es un tesoro lo que tienes? Riega ese jardín y no te metas en selvas donde acechan serpientes que te mandarán al ostracismo cuando salgas del armario.

Pero no. Es una decisión. Saldré del armario pronto otra vez, con otra persona, antes de que salten las chispas que se anuncian, porque quiero que se me aprecie como amiga en cuerpo y alma, y mi alma es la de una persona que tiene bipolar, es un alma única y frágil.
Y me entristeceré, pero no me deprimiré.

Porque he recuperado mi autoestima y ya no me importa decir lo que tengo, a personas que me importan o pueden importarme, antes de que me importen demasiado y la verdad les produzca rechazo y se sientan decepcionadas por no haber sido informadas antes.

¿Antes de qué? ¿Amistad, llevar una complicidad demasiado lejos, atreverse a pronunciar la maldita palabra "amor"?
Antes de que deba mentir a alguien a quien no quiero hacerlo, pues hay otra etiqueta maldita en esta sociedad y se llama "pensionista".

Ha sido una corta conversación con el sujeto en cuestión, primero ha hablado de música y luego me ha llamado "bipolarcilla" al despedirse. Poco trabajo le ha costado estigmatizarme. Es demasiado difícil continuar siendo persona para otra persona cuando sabe que tienes bipolar. No me vale como algo cariñoso, es algo que ha cambiado su manera de verme y a partir de ahora, como ya he escrito aquí antes, nada de lo que haga o diga será separado de esa etiqueta. No le conocía bien, me importaba sólo un poco, pero no soportaba sus infiernos de los cuales se negaba a salir, lo cual provocó mi lado bipolar oscuro y salvaje. Es muy difícil salir de la caverna, y él todavía lleva gafas de sol. Aunque, por supuesto, cada uno recorre su camino a su velocidad, y salir de la enfermedad mental y mirarse al espejo, y perdonarse, es algo demasiado doloroso, un proceso que puede durar meses cuando no años.

Gracias al grupo de apoyo y a mi psicoterapeuta de luxe, al cual voy a sacar del armario porque nunca lo estuvo y se merece mi reconocimiento y gratitud, se llama Francesc Colom, enfoqué el tema con la actitud que necesitaba para que no me hundiese, y aquí estoy, con dos cojones que se dice, porque mi trabajo me cuesta todo, todo y todo.

No toleraré que me llamen bipolarcilla. Tengo la autoestima donde no la tuve hace años y quizá por primera vez la tenga. Y es más difícil conservarla cuando sabes que eres un monstruo para los demás, aunque pases de todo, después de una temporada en el infierno, media vida para ser algo más exactos.

Estoy diagnosticada, esa es la diferencia. Y eso es lo que me salva y el tratamiento también de caer otra vez en el vaivén del péndulo, aunque estoy en manos de algo muy traicionero. Y por ello estoy en alerta, y tengo claro que ningún desgraciado va a deprimirme, pues esa era mi reacción "antes de" cuando experimentaba rechazo o desamor, y no vale la pena desequilibrarse por lo que el tiempo acaba definiendo como un imbécil. Todo el mundo es un caballero, hasta que deja de serlo. En Catalunya la gente no va de eso, no necesitan esas etiquetas, lo son y punto, no alardean.

Ya no voy a desequilibrarme por lo de antes, soy una mujer que ha madurado con una enfermedad. Ser mujer no es una etiqueta. Bipolar sí lo es, en el sentido dañino de las etiquetas, pues tener piel sensible y consumir productos hipoalergénicos es algo que se pasa por alto.

Soy lo que soy, todo va en el mismo pack. Atrae lo atractivo de mi enfermedad, sus dones, cae bien mi ingenio, mi "vis atractiva" me dijeron hace poco. Asusta que eso sea producto de un cerebro que no funciona como el de los demás, que tiene diferencias apreciables incluso en pruebas médicas. Pero al fin y al cabo es un cerebro que alberga valores, por ejemplo, y muchas cosas en común con el resto, salvo ese pequeño detalle. Pero ahí está la estadística, si lo mío son los bichos raros, quizá ese 2% haya crecido en mi círculo, y esté rodeada, y nadie lo sepa.

Siempre asusté a los hombres, sólo que antes no sabía por qué, ahora sí. Antes no me creía digna de ellos y me deprimía, ahora un Narciso que reconozco como nuevo porque no existía me dice que son ellos los que no me merecen. Ese Narciso fue el que intentó despertar en mí mi ex-psicoterapeuta sin éxito, yo era una mierda y no era capaz de enfrentarme ni a mi imagen, y eso que no había engordado, pero era incapaz de aceptar que no era el ser mediocre que mi espejo reflejaba y que debía dejar de relacionarme con seres mediocres que me dañaban, ahora sé por qué.

Ahora, cuando me siento yo misma, soy una mariposa y despliego mis alas, y hay quien retrocede. Se acabó el dar sin recibir, porque me doy en cuerpo y alma, y hay demasiada gente que no lo merece, como no merecen que salga del armario para ellos. Para tomarse un par de cañas sin alcohol, no lo merece. Mejor ponerse las gafas de sol y no ofrecer el espectáculo, el de que te lean y violen tu ser íntimo que late tras tus ojos.

"¿Sabes lo que es vivir con miedo?" le dijo Roy Batty a Deckard.
Sí, yo lo sé. Ese androide siempre me fascinó. Sin embargo, Deckard sólo se molestaba en matarles, excepto a la que se follaba, qué más le daba lo que fuese mientras poseyese los atributos necesarios.
Ya no.
No nos matan con pistolas, nos matan con indiferencia. Otra de mis influencias frikis, Neo, evolucionó hasta que fue capaz de parar las balas con la mano y mirar al enemigo a los ojos. Y no sostienen la mirada, huyen, no se atreven a mirarnos con el desprecio que sienten porque les averguenza su prejuicio. Y no vale la pena ir tras ellos.

Los que tomabas como amigos, de repente se convierten en enemigos, de tu enfermedad y por tanto de ti. Pan y sal, eso es amistad. La sal, para el tequila, no pidas más a quien más de sí no puede dar.

La literatura es un refugio como cualquier otro, pero tiene un peligro, que es el de dejar de vivir tu vida para morar ficticiamente en la de los otros. Yo no he leído tantísimos autores y clásicos, y me digo que ya tendré tiempo para ello, porque cuando más actividad vital ejercí poco tiempo tuve para leer, pero he vivido por mí misma, y quizá algún día tenga algo interesante que decir.

Seguiré haciendo mis ejercicios para cuando llegue ese momento, para que no me pille desarmada. Ahora sólo puedo escribir sobre mis infiernos pasados y eso no interesa a nadie, a mí misma para empezar, están ahí y quiero que me dejen en paz, no revivirlos en ejercicios de literatura aunque mi maestro dice que son necesarios para encontrarse a sí mismo y por tanto a su estilo. La gente quiere finales felices, porque la vida rara vez los ofrece, y quizá algún día pueda yo pueda escribir alguno, quién sabe.

Phil K. Dick retrataba esos mundos de gente que vivía al margen sin pudor, como en "Los clanes de la luna Alfana" (un planeta-manicomio, excelente), y todos sus amantes sabemos que estaba mal de la cabeza pero esas idas de olla le hicieron tan popular que existe Blade Runner, incluso Desafío Total, y Minority Report. No está mal, para un "loco" muerto: sigue vendiendo libros, inspirando películas, y es leyenda. Como Kurt Cobain, al que acudí el otro día para deleitarme con el Unplugged en vídeo y en la célebre entrevista que transcribiré cuando pueda. Él tenía la presión de la fama, yo no, por eso no detonaré quizá, es demasiado peligroso que un alma sensible esté no sólo expuesta sino sometida en la realidad a la violación constante.

De Kurt he aprendido a no extralimitarme. Es fácil hacerlo, el pensar que puedes y luego estrellarte. Y espero que mi mejor obra literaria no sea una carta de despedida, además, sería muy difícil superar la suya aunque la inspiración acude sola en momentos de crisis álgidos.

En mi altar personal está Peter Gabriel, el programa de su concierto de la última gira, y su mirada en la cubierta me acompaña desde que aterricé en el planeta Madrid. Parece estar estabilizado aunque se puede leer el don y el estigma a partes iguales en sus ojos. Cuando acudo a él, y puedo mirarle a los ojos, me siento como si estuviese frente a un amigo y me reconforta.

No he sido dotada con su genio, tan sólo soy una humana del montón. Pero... eso ya es mucho afirmar, y me siento muy pero que muy orgullosa.

Un sueño: compartir un atardecer sentada en un banco, como en Manhattan, en el que una tendrá bipolar y su acompañante, él o ella, no importa, un nuevo amigo o amiga, lo sabrá, y le importará un carajo. Es sólo un sueño, piso el mundo real.

Está en tu mano, destinatario de mi e-mail, que ello suceda, al menos contigo, pero apenas tengo expectativas después de tu primera respuesta, "como tú bien dices, desmitifiquemos, sobre todo las conductas y las palabras". En todo caso, se acabó el amargarse y el esconderse, porque de uno mismo no se puede huir. Y veremos si puede desmitificarse, en la vida real, en el reino de las conductas.

Suena "Miss Sarajevo", una canción que me transmite esperanza y positividad. Es mi actitud, y es el hábito que no es hábito sino la madre de todos y el que más me ha costado adoptar, gracias querido Dr. Colom.

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P.D. Elimino el tema "Salir del Zapatero", esta serie de ocho posts irá a parar a "Batallitas bipolares", que es lo que son.

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