Desmitifiquemos
Se me critica últimamente, bien, criticar no es la palabra... se me insinúa que estoy renegando de mi condición bipolar.
Y yo digo: tengo hipotiroidismo osteopenia trastorno bipolar y colesterol, si no me dejo nada, ah, y el pelo algo flojillo, con ácido fólico y vitaminas. Y me cuido de todo eso. Me tomo las pastillas y "hago bondad" como dicen en mi tierra, aunque de vez en cuando, ayer sin ir más lejos, salí de noche, cosa que me sienta fatal pero un día es un día, una vez cada dos meses o tres, como ir de compras al templo del vicio: discos y libros. Hay que controlar una por salud mental y otra por salud económica.
No quiero ser bipolar, tengo bipolar sí, pero no lo soy, no lo soy 24 horas al día. Soy una persona. A veces sí noto que lo soy, cuando me golpea una emoción con intensidad. Lo noto como una parte indisoluble de mi ser. Y ahora que no oscilo, que no tengo molestias, que me encuentro mucho mejor, incluso disfruto de esas emociones que antes se me clavaban con sarna y me herían. Porque ya no son afiladas, se presentan en momentos donde todo hijo de vecino las tendría, sólo que para mí, por lo que me han contado, son algo más intensas que para el resto. Llámalo hipersensibilidad y quizá si no tienes trastorno bipolar también habrás notado un cosquilleo extra más de una vez.
Pero no, no soy bipolar. No me paso el día hablando con bipolares, sino con mis amigos, tengan bipolar o no. Para mí el trato ya no es en el guetto, y eso creo que es lo que he ido dejando atrás, y lo considero síntoma de mejoría, no de negar mi enfermedad.
¿Negarla? ¿Para encontrármela en las narices? Nooooo.
No, no es eso. No la quiero dándome por ahí más tiempo, como todos los años que estuvo sin diagnosticar. De los 25 a los 35 con un tratamiento psiquiátrico erróneo que quizá algún día denuncie como negligencia médica pues tuvo repercusiones graves en mi vida: perdiendo trabajos, relaciones amorosas, todo menos la familia, y mi otra familia, mis amigos, aunque a punto estuve de perderles de hartos que les tenía con mis salidas de tono o eternas depresiones, y de eso hablamos el otro día una de mis íntimas y yo por el Retiro, "te veo bien" me dijo, ella que es la especialista en detectar cuándo estoy subida.
Diez años sin saberlo sufriendo, dos años sabiéndolo y sufriéndolo, seis meses de relativa calma, con dos oscilaciones menores ahora que ya están superadas. Estoy mejor, y tengo que hacérselo saber a mi psiquiatra. Integrándome en una ciudad nueva, y con cambios constantes. Aguanto porque estoy bastante entera, si no, de qué.
Lo que estoy negando no es que tenga trastorno bipolar. Lo que estoy negando es que quiera volver a Barcelona. No me apetece ir, a esa conclusión he llegado después de intentar reservar vuelo diez veces sin decidirme, ni siquiera para ir a las fiestas de la Mercè que han tenido lugar este fin de semana. Esto sí es lo duro. Ahora veo a mis amigos aquí, cuando vienen por trabajo o se escapan con un vuelo barato, y estoy mucho más en contacto con ellos, es la verdad. El día que consiga que venga mi madre, tendré una gran alegría.
Así que hablaré con mi psiki, a ver qué hacemos, pues él siempre sugirió que me visitase uno de sus colegas aquí. O quizá pueda ir a la seguridad social. No lo sé, que él decida que para eso tiene mi coco en sus manos, parcialmente claro,ahora lo estoy disfrutando yo un poco que ya tocaba. Le mandaré un sms, como solemos hacer. La última vez que me retocó la pauta por teléfono fue hilarante, me pilló en unos grandes almacenes. Hay que desmitificar, y no es incompatible con tomárselo en serio, porque sigo mi pauta y me responsabilizo de conseguir los medicamentos, incluso una vez le pedí una ración a un colega, esa pastilla fashion que nadie tiene y tardaba en llegar a la farmacia, y fue hasta divertido. Desmitifiquemos.
Si alguien me dice que le caigo bien, ¿para qué le voy a asustar diciéndole mira, tengo esto? ¿acaso le he de contar que puntualmente tengo un hemorroide? Ya se lo diré cuando sea necesario o cuando haya confianza para que lo asuma sin mirarme como a un monstruo, y le contaré que tomo pastillas y que voy a revisiones periódicamente, y que las he pasado putas y ahora incluso me río de todo, y que me salen las tan anheladas arrugas. Eso también es desmitificar, y etiquetarse sólo cuando llega el momento oportuno. Soy una persona especial, sí, y también hay más por ahí, tengan o no tengan lo mío. ¿Trastornos de personalidad? Tantísimas personas que conocemos y están sin diagnosticar. Etiquetas. Y no me gusta la gente plana, quizá me relacione con gente que también está tocada de la cabeza, seres encantadoramente locos, estén o no diagnosticados, eso a mí me importa poco mientras a ellos no les suponga un problema como fue mi caso.
Sé que el estigma me perseguirá siempre, pero no seré yo quien lo ponga a la vista como estrella de David. Y me decepcionarán seres inteligentes, lo sé. Y me entristeceré. La verdad asomará en su momento, y sólo quedarán los amigos de toda la vida, y a esos ya los tengo a pesar de lo que sufrieron conmigo y por mí, y les adoro. Como a los amigos que he hecho en en entorno bipolar, mis cómplices y compañeros de viaje, pero cuando quedamos, hablamos de lo que habla todo el mundo, de hombres y mujeres, es decir, de sexo. De lo que hablan los adultos, ni más ni menos. Y también de alguna exposición o libro, claro, necesitamos seguir redecorando nuestras cabecitas inquietas.
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P.D. Elimino el tema "Salir del Zapatero", esta serie de ocho posts irá a parar a "Batallitas bipolares", que es lo que son.
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