Autodecepción
Te he hecho mucho daño, ahora me doy cuenta.
Bipolar I, impulsiva y vehemente.
Me las doy de pacifista, pero mi violencia verbal da directo a la mandíbula. Hace años que lo sé. Lo que no sabía era el por qué. Y la respuesta no ha mejorado las cosas.
Lo último que uno necesita escuchar cuando está jodido, eso es lo que suelo decir yo.
No sé ayudar, sólo sé llamar a las cosas por el nombre que me parece que tienen, qué equivocada estoy y qué poca empatía muestro entonces. Porque estás mal y te navajeo el alma.
Alguien me pega un toque en la cresta, te has pasado, guapa.
Entro en razón.
A veces no tienen que decírmelo. Esta vez no, por ejemplo.
No me lo perdono, y quiero llorar. Necesito llorar. No puedo. Escribiré, es lo que hago cuando no estoy bien. Control de las emociones, control de los impulsos, qué difícil es remitir de eso, sólo puedes aprender de tus errores y saber identificar el siguiente momento antes de disparar a diana. Te das cuenta cuando ya ha brotado sangre ajena.
De nada sirve pedir perdón, de nada sirve que te lo concedan.
No es un caso en concreto ya, es la gota que colma este vaso en particular.
Tengo que perdonarme a mí misma. Por eso no pido perdón.
Me he cansado ya de hostiarme, necesito que me hostien.
Golpéame, te he hecho daño, lo estoy esperando, lo necesito, quizá así llore. No es masoquismo, no es porque me lo merezca, simplemente necesito recibir lo que te he dado. La indiferencia no es castigo para el enemigo en este caso.
Necesito llorar. No puedo. Nunca me dio por autolesionarme, menos mal. No estoy para nadie, no me soporto, no me perdono.
Hay una emoción que no soporto, y es la decepción, si no lo hago con otros, la autodecepción me aniquila directamente. Sí, el tiempo todo lo cura, menos mal que está ahí el tiempo para que este instante no se congele. Quizá acabe perdonándome. Hasta la próxima vez. Impulsiva y vehementemente, me cago en todo.
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