El elixir de la eterna juventud II
Qué fácil resultó escribir el post de ayer, una vez la tormenta amainó. Las cosas no son así cuando estás jodido.
Prometo buscar en mis diarios párrafos de cuando "llevaba meses en tratamiento y los efectos secundarios eran insoportables mientras seguía teniendo síntomas incapacitantes". Seguro que algo encuentro, algo que ilustre mi dolor. Algo así como:
No puedo salir de casa, tengo fobia social o eso me han dicho. Me da miedo que la gente me mire. He engordado tanto que pienso que me miran como a un monstruo. Ya le he dicho a dos señoras que no estoy embarazada. Esta medicación me hace engordar, y además me dan ataques de hambre que no puedo evitar. No soporto estar en casa de mi madre, este espacio ya no es mío y me siento incómoda. Muchas veces me pone el plato en la mesa pero se me cierra el estómago y no puedo comerlo, no soporto ni el olor. No puedo salir, no puedo leer, me encierro en mi habitación, menos mal que hay gente en msn para no sentirme tan sola. Tengo el alma enferma, me lo está diciendo a gritos a cada minuto.
Rabia, desesperación, impotencia, darse contra las paredes, llorar. Son sólo palabras, las emociones eran muy fuertes, muy desagradables, y hacían de mí un ser muy pero que muy desgraciado. La impotencia quizá era lo peor, nada podía hacer sino esperar. Mordía, sí, rechinaba los dientes, esto no me podía estar pasando a mí, y por qué no mejoraba con la medicación, y no había respuestas a mis porqués, sólo la palabra "paciencia", y "aguanta". Gracias a algunos miembros del grupo de apoyo que después de dos años y medio siguen ahí, pasé esos meses con algo alivio y esperanza.
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Pablo -