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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

¿A qué día estamos?

¿A qué día estamos?

Eso le preguntaba ayer el protagonista de mi nuevo libro a un transeúnte. Eso me pregunto yo muchas veces, ahora que no trabajo y me cuesta ubicarme entre semana. El fin de semana, excepto este por diversas razones, suelo ver a algún amigo. Y todavía sufro algo "la depre de los domingos" por la tarde y noche, como hace años, debe ser un hábito emocional, quién sabe.

Esta mañana (oh, no) el cielo se ha vuelto a encapotar. Quizá venga el fontanero, quién sabe pues la semana pasada me remitió al día de hoy, y estas cosas me dan rabia porque una cosa es estar en casa por tranquilidad o quehaceres, y otra estar esperando a un mensajero, un certificado, o un fontanero.

Esta semana quiero hacer trámites y gestiones, y empieza algo mal la cosa, con amenaza de lluvia y amenaza de encierro "a la espera de". Es pronto para llamar a nadie para confirmar, así que me tomo el café y las pastillas de paso. A ver si no me dan sueño, pues hay días en los que me rindo y duermo una o dos horas más después de la toma. Es curioso cómo apenas acuso la toma de la noche, después de muchos meses ya puedo decirlo, pero el último cambio de pauta reforzó la toma durante el día, y o me acostumbro, o me acostumbro.

El planning de tareas durante la semana es muy flexible, a no ser que tenga un compromiso como una cita con el médico. Espero al fontanero antes de pedirla, por cierto, pues en tres días me quedaré sin una pastilla y empiezo a necesitar esa y otras recetas. Puedo estirar el plazo acudiendo a mis reservas, que para eso están, la toma de uno o dos días que me acompaña cuando salgo a más de (por ejemplo) medio kilómetro de casa por la regla del "nunca se sabe" y porque así me lo aconsejaron "al principio de los tiempos".

A las nueve, falta un cuarto de hora, empezaré a hacer llamadas. Comunicarán, ya me sé la historia. Se impone paciencia, para hoy y quizá para más mañanas.

Soy mujer de asfalto, no veo el espacio "el tiempo" en las noticias, y no sé si lloverá, cosa que alguien del campo tendría muy claro. Quizá no, porque oigo trinar de pájaros. Ya asoma la vecina curiosa tras su cortina, y no sé por qué lo hace desde esa ventana y no desde otra que le ofrecería mejor paisaje. Vale, sigo en pijama, ya debe haber hecho cuentas de los que tengo. Cuando la veo escrutando mi apartamento, de vez en cuando le devuelvo la mirada y vuelve al interior de sus cortinas.

Escribo rápido, pero el tiempo parece haberse congelado, todavía no son las 9 pero ya noto una nube en mi cabeza. El otro día le decía a a un amigo, que me miraba casi con pena porque me dio fuerte la cosa y estaba drogada, que no puedo quejarme, que ese mal momento pasa y el resto del tiempo es para mí, mucho más del que quisiera mucha gente, el que me cuesta llenar ahora que no trabajo. De ahí que la lectura sea muy importante, incluso la escritura, porque no veo la tv y eso mata las horas.

Las mataré esta semana con los trámites. A esta hora, todavía no son las 9 (maldición) ya podré salir a la calle, y ya me tomaré las pastillas una vez regrese a casa.

Espero a las 9... y ahora no puedo leer el libro que empecé ayer.

P.D. 9.16. Hoy no vendrá el operario. En el ambulatorio comunican, cómo no. Tenía que haberme tomado las pastillas ahora, o más tarde una vez en casa. A ver si aprendo mejor, lo que me falta... no sólo a tomar pastillas, sino a retocar fotos.

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2 comentarios

El esquivo de Donosti -

A mí también me sigue ocurriendo más veces de las que quisiera el no saber en qué día vivo.

Menos mal que han vuelto la primavera y las ideas. Son las cuatro de la tarde y es una buena hora para ir a buscar trabajo.

Carpe Diem!