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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Primas hermanas

Primas hermanas

A mi prima le encantan los críos y se le da muy bien la cocina, se dedica a ello profesionalmente y no ejerce su licenciatura, para qué si le gusta lo otro. De hecho, yo tampoco ejercí.

Cuando coincidimos en el pueblo de nuestros padres, ella juega con los niños y prepara tartas y pasteles, porque son las mujeres "mayores" las que cocinan. Yo ni cocino -intento aprender algo observando- ni aguanto mucho con los niños, un ratito y me agobio.

Pero tenemos algo en común.

Todavía somos las niñas de la familia, se nos llama con diminutivos pues nuestros nombres los usan otras mujeres también, qué cruz esto de las sagas familiares. Nos llevamos un mes de edad, mayores somos. Pero no tenemos niños: ese hecho nos dejará para siempre en "las niñas".

Hay más, claro...

Hacía años que a mi prima se la veía muy poco y muy cambiada. Había engordado mucho, apenas hacía nada, descansaba continuamente y se iba a dormir muy pronto, a las diez. Más tarde, yo me iba al pub del pueblo. Estoy hablando del 2003, me temo, yo no estaba bien pero no lo sabía, o sólo a ratos.

Barcelona, verano-otoño de 2003 supongo, ya diagnosticada. Un día, recuerdo que se celebraban unos comicios, quedé con mi padre y asistí a una comida familiar. No recuerdo la fecha, no recuerdo demasiadas cosas, he de ir a mis diarios en breve y dejar que gente que hablaba conmigo a diario me vaya recordando lo mucho que ahora he olvidado o recuerdo con confusión, pero ese no es el tema hoy.

Salió el tema, por fin, porque yo tuve que hablar "de lo mío" y también pregunté, pues para mí en esos primeros momentos de gran curiosidad por todo, todo era nuevo, era necesario estirar de ese cable, de esos genes, quería respuestas a sospechas.

Ella, esquizofrenia paranoide. Casi muere por las crisis que acompañaron a su diagnóstico, pero ahora ya pasó incluso el estar medio zombi mientras se estabilizaba, drogada como todos. Ahora se la ve muy activa y con ganas. Después de ese calvario, de esos ingresos y sufrimiento, quién no tiene ganas de vivir.

Estos hechos fueron silenciados para toda la familia. Nadie hablaba de ello y si preguntabas, la respuesta era no lo sé, y esta situación duró años, ¿qué le pasa?, silencio.

De repente aterrizo ese día en el clan paterno y a la segunda frase con mi padre, mientras íbamos a votar, le pregunto si ha habido suicidios en la familia, el sino de tantos bipolares no diagnosticados. No, contesta algo rápido. Pero en realidad sí hubo uno, que recuerdo algo después... pariente lejano, pero en los pueblos eso no existe, todo el mundo es familia. Ya averiguaré algo más, porque sucedió cuando yo era niña. Lo típico: por qué se ha matado, tenía trabajo, novio... O no, ya puedo adivinar una respuesta, bipolar lo dice todo. El no de mi padre ha de ser interpretado en familia de primer grado, supongo.

Una sus hermanas ha tenido varias depresiones. De eso me enteré cuando mi diagnóstico fue ese, no antes, hace años lo supe. Otro cable suelto: si las depresiones son cíclicas... episodios, ¿bipolares? Ese fue mi caso, depresiones a temporadas, y depresión no es diagnóstico para depresiones que van y vienen.

Otro caso. Un primo lejano, también de mi edad, siempre el número uno de su clase, matrícula de honor era su apodo y nuestra tortura el que nos comparasen con él. Quiso hacer carrera en el sistema judicial y tuvo que dejarlo repentinamente, problemas psíquicos de los que al parecer se recuperó a los meses. Más misterio, como siempre, nadie sabe. Me comentó un amigo jurista que mucha gente "pierde la cabeza" en esos largos años, quizá ocho, preparando una oposición.

Esto de dejar como "secretos de familia" "entre los mayores" estos casos, no nos ha beneficiado en nada a quienes podíamos tropezar en esa piedra, sin aviso previo. Sólo mi tía habló de su depresión. Nada que ver con una esquizofrenia o un trastorno bipolar, claro.

Un día en plena vorágine familiar, un problema grande que dilató mucho una sobremesa, discutimos mi prima y yo, tendríamos veinte y pocos, tan fuerte y tan agresivamente que quedó claro que esas iban a ser las últimas palabras entre nosotras. No sé cómo se lo tomó la familia, estas cosas no hacen gracia a nadie, y menos cuando el problema sigue ahí y además esto lo agrava.

Y quién sabía que eran dos NO diagnosticadas -cómo nos chillamos, qué cosas nos dijimos- las que rompieron. Hubo encuentros muy pero que muy incómodos, en esos tiempos.

Después de hablar del tema de nuestros diagnósticos y desventuras en esa comida, unos diez o más años después, cuando esos diagnósticos explicaban demasiadas cosas...

... no hubo que nombrar "reconciliación", de repente volvíamos a hablarnos.

Ahora mi prima y yo nos llevamos bien, noto cariño mutuo y pienso en ella a menudo, aunque nos vemos poco, cuando voy a Barcelona o en el pueblo. Éramos seis primos, y sólo nosotras las chicas. Estábamos muy unidos todos, de pequeños, de jóvenes-adultos ella y yo nos distanciamos por una falla, pero ahora algo de nuevo nos une, precisamente la enfermedad que nos gobernaba, de diferentes nombres, y qué casualidad, precisamente se llama "primas hermanas" a esquizofrenia y trastorno bipolar.

Este verano anuncié en el pueblo que me quedaba en Madrid a vivir, y ella afirmó que yo era muy valiente por hacerlo sola, ella está con sus padres y la familia intentó convencerme de que yo hiciese lo mismo, pero yo debía y me debo autonomía, hasta que se demuestre lo contrario, esa espada llevo encima pero no es tampoco el tema de hoy.

El tabú que rodeó al diagnóstico y sufrimiento de mi prima hermana, unos cinco años antes del mío, es comprensible puesto que es la opción de muchas familias, que nadie sepa, y menos esas cosas terribles que rodean a los primeros tiempos. Pero en nada ayudó a que el resto tuviese pistas sobre lo que podía ocurrir. Yo he sido la siguiente. Ahora las cartas estan sobre la mesa, ingresos incluídos.

Esto está en los genes. Ojalá no haya un próximo, pero de dos personas, mis abuelos, catorce personas comparten ahora esos genes. De esas catorce, tres hemos tenido problemas. Me alegro que una vez pasados los malos tiempos para ambas, ya no haya secretos, que nuestros hermanos y primos sepan que este riesgo existe ya es mucho. Riesgo para sus descendientes, y para ellos mismos, pues la enfermedad mental se presenta sin prejuicios de edad.

El otro día soñé que acabábamos mi prima y yo siendo "las mayores" de la casa del pueblo, ya cincuentonas, viviendo entre allí y la ciudad para los médicos y psiquiatras que necesitaremos de por vida (¿remitiremos?), y gobernando la casa, como dicen allí, preparándola para la avalancha de esos primos y hermanos con sus parejas e hijos, incluso novias o esposas de esos ahora críos, en puentes o vacaciones, todo un ejercicio de logística.

Es reconfortante vivir sin rencor. Que algo que tu enfermedad destrozó en el pasado vuelva a su cauce.

Nos veremos este verano y engordaré mínimo un par de kilos sólo con esos postres y tartas a los que es imposible decir no.

***

"La esquizofrenia y el trastorno bipolar podrían tener una causa genética común": http://www.bipolarweb.com/Articulos/esquizbipolar.htm

 

1 comentario

josema -

Al hilo de lo que comentas, te diré que aprobé las oposiciones de Juez después de 5 años de estudio pero perdí la cabeza. Nunca más volvió a ser la misma, aquejada ya de esta maldita enfermedad. Por eso, siempre digo en serio que a toda esta gente que hemos pasado por experiencias tan poco gratas, deberían someternos a examenes psiquiátricos cada poco tiempo. De hecho, yo conozco compañeros psicóticos, con neurosis y hasta alguno con ramalazos de psicopatía.