Suicidio en horas de lectura
IMPORTANTE
Post para leer por gente que esté más o menos bien, no deprimida en especial (no me sentaría nada bien leer esto en momentos bajos)
-¿Y cuándo, en el pasado, habría preferido usted morir, en vez de estar vivo aquí hoy?
-Eso es. Nos acostumbramos a todo. Encontrarnos esperanza en cualquier cosa.
-Por eso nunca he comprendido el suicidio. Incluso aquellos que sufren por grandes depresiones o culpas... ¿no sienten el consuelo de Cristo en sus corazones, dándoles esperanza?
-¿Me lo pregunta a mí?
-Como Dios no está a mi alcance, se lo pregunto a un compañero mortal.
-Según mi punto de vista, el suicidio no es realmente el deseo de que termine la vida.
-¿Qué es, entonces?
-Es la única forma que tiene una persona impotente de lograr que todo el mundo se olvide de su vergüenza. El deseo no es morir, sino esconderse.
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Orson Scott Card, creador del maravilloso "El juego de Ender" (1985) que recomiendo vivamente, continúa en "La sombra de Ender" (1999) en Ediciones B el relato, igualmente fascinante, de esa novela, de hecho la replica con maestría. Card sale de los cánones del género de la ciencia ficción con una pluma donde la reina no es la ciencia, sino las emociones humanas, que se manifiestan aquí y allá de forma muy sabia y conmovedora (por ejemplo, Maestro Cantor es inolvidable). Sabido es que el autor es religioso practicante, mormón por más señas, y en "La sombra de Ender" introduce un personaje que ayer me tocó algo las narices: una monja muy lista, que mientras cumple su papel en la trama de forma algo innecesaria para mi gusto, nos va ofreciendo charlas. Ayer leí este párrafo, que nada tiene que ver con el argumento, ni creo que lo haga. Lo reproduzco tal cual, sin una negrita en la última frase.
Recuerdo perfectamente haberle afirmado al terapeuta que inició sesiones conmigo en el 2003, en mi primera visita, muerta de miedo pero con ganas de seguir luchando y por eso acudí a su ayuda, porque pensaba en ello a diario y por eso sabía que estaba fatal, que el suicidio para mí era una forma de dormir, esconderse de uno mismo y del resto, a veces el deseo es por una hora o por unos días, para poder volver, sólo que se es consciente de que ya no vale la pena volver. No por vergüenza en el caso del bipolar afirmaría, sino por el no poder más, necesitar un descanso, una desconexión de todo lo que daña o produce impotencia. Además de ser una especie de compulsión en esos momentos terribles de desesperación ante tu propia mente, jugando sucio, no eres tú en realidad pero te rindes o lo aceptas como inevitable si es más fuerte que tú.
Y este párrafo, debo maldecir un tanto al escritor que tanto admiro y pienso acabar esa novela a pesar del fragmento agridulce, despertó en mí ese pensamiento y esa emoción tan fuerte que descubrí, sigue ahí. Un resorte escondido en la cabeza del bipolar, que tan sólo un 20% al parecer "utiliza" con éxito, pero, ¿lo tenemos todos? Todos los que alguna vez lo hemos experimentado, por fortuna con fracaso en tantos que conozco, ¿seguimos teniéndolo en un lugar escondido?
Yo voto por el sí, en mi caso.
Hacía mucho tiempo... diciembre de 2004... nada dura. He vuelto a localizarlo, o él a mí.
Ni la medicación puede con eso. Un día, simplemente, te cae la espada, y nadie tiene la culpa, ni tú.
Por un momento tuve Miedo al leer este párrafo, sí, me quedé parada un buen rato hasta que decidí retomar la lectura para olvidarlo, pues como dije nada aporta a la historia que sí me interesaba.
Fue tan poderoso el miedo, el miedo al miedo, que me rodeé de cortafuegos. Por ejemplo, hoy una amiga custodia la parte de mi reserva de medicación, arsenal la suelo llamar, que sería el arma fácil y hasta hace poco no reparé en que podía volver el peligro, aunque esa no fue mi elección para matarme cuando lo hice y no lo hice. Pero, como se dice del adulterio, el solo pensamiento y deseo por alguien, aunque nada se haya consumado, ya te convierte en adúltero.
Yo me he matado, y seguiré haciéndolo, por ello debo reconocer sin reparos que soy una suicida en potencia y debo vivir con esa espada y sacar las armas apropiadas en estos casos, y liberarme de lo que nadie entendería, un escondite al sufrimiento, y un sufrimiento que a veces no permite lucha anticipada con estrategias (como darse cuenta de que no se debe tener demasiada medicación a mano) porque surge poderosa y rápidamente de la nada, de la nada, incluso cuando tienes una hipoteca, mujer hijos perro coche biblioteca colección de cinéfilo y hasta mesa de billar.
Agradezco estar más o menos bien. Ese párrafo hubiese podido destruirme en otro momento. Quizá ayer me suicidé con el pensamiento que reviví, pero mi única acción fue seguir leyendo, gracias a que estoy más o menos bien. Quizá le envíe un mail al autor.
Hay que hablar del suicidio, sí, y más en un blog bipolar, es la cruda realidad. Pero, qué duro me resulta escribir y dejar aquí este post, y por eso puse una advertencia seria, no deseo por nada del mundo que al relatar mi experiencia, a nadie le pase lo que a mí anoche, tras postear que el servidor falla demasiado y ponerme a leer.
Y otra cosa: la noche es la aliada de los miedos por excelencia. Hay que tomar la medicación antes de medianoche, antes de que algo raro le pase a tu cabeza porque no está durmiendo a sus horas y empieza a funcionar mal, esa es mi experiencia, y malditos sean los insomnios. Eso creo, yo que he votado sí.
Y estoy bien, que nadie se preocupe, de lo contrario, no hubiese podido escribir sobre esto sin haber pasado siquiera 24 horas desde la experiencia. Y ahora mismo, voy a salir a por tabaco, excusa para paseo.
No comment.
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