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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Secretarios malignos y pastillas benignas

Secretarios malignos y pastillas benignas

Martes

Y después de pasarlo bien, al más puro estilo bipolar, baja lo que subió. Hoy sé de dos casos de este síndrome. Como es fácil hablar desde fuera y me he acostumbrado a ser la abogada del diablo, pongo el piloto automático y entablo conversación con el mensaje: ya te estabilizarás. Quizá sólo se trate del síndrome de los lunes vuelta al trabajo, o el ya se acabó la fiebre del sábado noche. En ambos casos, el aterrizaje a la rutina, a una vida que no funciona como nos gustaría, resulta traumático y por ello, deprimente.

No hay baches en mi rutina anímica y siento pánico escénico ante las oportunidades que se me brindan para que las cosas cambien. Nos han invitado a ir a Barcelona: este fin de semana es La Mercè. Pronto, pronto para tanto jaleo: basta vernos tirados en la terraza. Charlamos, y fumamos mucho.

 

Miércoles

Apenas dormí esta noche. Ataque de ansiedad nada más tomar las pastillas. Más tarde, intento que el libro me deje KO. No hay manera. Voy al salón. Al final me duermo. Pero a las 6.30 estoy conectándome. He tenido una pesadilla de esas en las que mi familia (normalmente mi hermano y Madre) cobra vida en películas tan raras que me despiertan con muy mal cuerpo. Me conecto, esta vez con un motivo: debo investigar lo del concierto de Springsteen por encargo de mi tía rockera. Por qué leches no actuará en Barcelona esta vez...

Le debo un mail a mi psiquiatra hace mucho tiempo. Hay tanto por hacer. Recuerdo cuando en el 2003, ya enferma y mucho pero sin diagnosticar, uno de mis compañeros de piso se adjudicó el papel que denominó "secretario maligno". Me hacía mucha gracia cuando adoptaba la pose, y me daba caña, y ayudaba mucho cuando estaba bloqueada. A eso lo llamo yo compañerismo, cuando no amor.

Desde ayer, soy la secretaria maligna de Henri, con lo que no hago sino acumular puntos para que me eche. Pero ya sabe que espero de él lo mismo cuando venga a Madrid. Hay que tirar el uno del otro, a veces sin compasión alguna, por cojones han de hacerse las cosas. Por ejemplo, ir a la farmacia a por recetas. Desearía que volviésemos juntos,. Ya me he acostumbrado a su compañía real sin esfuerzo porque creo que congeniamos bien.

Ayer empecé mis labores realizando varias gestiones telefónicas. Por experiencia propia, sé que cuesta mucho cuando uno está flojo. Por eso, como secretaria, puedo hacerlo por otro. No podría hacerlo por mis asuntos, pero es como trabajar. Y sé trabajar, pero doy el tirón y luego pago con mucho estrés. Quizá por eso no dormí, y porque Henri parece irse abajo por momentos y saco fuerzas para sujetarle. Lo que estoy pagando ahora mismo: y quién coño me sujeta a mí, que lloro cuando lloran a mi lado.

. . .

Todo tiene una razón de ser. La biología tiene sus reglas, y una de ellas es que el cuerpo se altera con la menstruación. De ahí el no dormir y esta extraña mejora. Este mes viene en plan bueno: me siento activa. Ahora entiendo el por qué de esta energía, aunque no haya dormido. Y sé de sus limitaciones: tendré un síndrome de bajada en pocos días. Quizá en dos ya esté de nuevo tirada, apática, sin pilas. Espero que Henri haya remontado lo suficiente como para ejercer de secretario maligno.

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Que me dure la buena racha. No recuerdo haber estado tan lúcida en mucho tiempo. Mi cuerpo está muy débil por el deficiente descanso, pero tengo fuerzas para la escoba y "coco" para escribir. Y he llamado a mi madre, y le he dicho que la echo mucho de menos. El mayor logro del día, sin duda, escribir por fin a mi psiquiatra, una vez tuve medio claro qué debía decirle. Lo triste fue leerme "no se dice alegremente que he perdido dos meses de mi vida, en la nada: julio y agosto".

 

Jueves

Terraza de Henri. Media mañana (cuando he despertado): hora del té.

CRASHHH.

Henri: ¿Qué ha sido eso?

Blue: se ha roto la silla de plástico (sobre la que estoy sentada).

Henri: JAJAJAJAJAJAJAJAJA. ¡Pensé que te había explotado el tampax!


Y risas, y carcajadas. El día tiene sus momentos de respiro anímico... menos mal.

 

Viernes

Desperté tres veces esa noche. Una de ellas, Henri también lo hizo: me encontraba gritando, o hablando en voz muy alta. Se alarmó mucho: de haber estado despierta, lo mío sin duda era un brote psicótico. Pero no, sólo era un sueño de esos en los que me peleo normalmente con mi familia. Seguí soñando el resto de la noche: por la mañana, tenía la cabeza hecha un bombo.

Pero una vez espabilada (él tiene el sueño más ligero pero durmió unas nueve horas), nos acercamos a la ciudad y estuvimos por fin realizando varias gestiones de las que estaban anotadas en el planning. Entre eso y la regla, pinché de mala manera. Henri osciló entre el no hacer de la depresión y el "esto es un esfuerzo sobrehumano, pero lo hago porque debo".

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Hoy el tiempo parece haberse detenido. Debíamos seguir con las gestiones, pero nos tocó sincronizarnos, en estado de ánimo y también en el bajón que proporciona un día de actividad intensa. Henri vuelve a estar bajo, y a rumiar.

Blue: mira, qué cielo más nublado.

Henri: me encanta. Por una vez, el cielo comprende mi estado de ánimo. El mundo me comprende.

(Y mientras escribo)

Henri: ¡Está lloviendo!¡¡Ojalá truene!!

Blue: ¿para qué quieres que truene?

Henri: para que el mundo ruja por mí.

Así estamos. Espero casi impaciente la hora de la resurrección teórica de los depres, es decir, hacia el crepúsculo.

Henri (disgustado): ala, ha salido el sol. ¡Quiero mis nubes! ¡Quiero mis truenos! ¿Dónde estáis?


. . .

Y ahora, sin duda, lo mejor de la semana:

De martes a jueves

Comunicación verbal de la psiquiatra de Henri

- Dobla la dosis de antidepresivo, de 75 a 150.

Comunicación vía mail del psiquiatra de Blue

- Sube el antidepresivo de 10 a 15.

No importa el nombre de lo que tomamos: lo de los miligramos va según el principio activo. Lo cachondo es que nos han subido a los dos el fármaco más delicado en la "dieta" del bipolar.

¿Servirá para algo ese ajuste de antidepresivo? El lector puede dudar, pero nosotros tenemos la esperanza que nos otorga la experiencia de otras fases como ésta, y confiamos en nuestros psiquiatras.

A través de la ventana, el tiempo sigue bipolar, como nosotros.

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