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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

El poder de un escenario

El poder de un escenario

Me da que Robbie ha ciclado: http://www.20minutos.es/noticia/158278/0/robbie/williams/depresion/

Esto no se hace en depresión. Estos puntazos me recuerdan a las huídas que yo misma he dado en hipomanía.

En un escenario, cualquier cantante que se arroja al público en "algo más que su trabajo" experimenta euforia, ese "salirse", que es comparable a la manía bipolar. También están maníacos, si hablamos así, todos los fans que arrojan su alma a la vez ante ese escenario. Si has vivido el concierto en tus carnes es que has tocado ese extremo que el bipolar conoce muy bien, eso es humano aunque excepcional en lo anímico.

Desde mi adolescencia piso plazas de toros, palacios de deportes y grandes avenidas cortadas, las piso para saltar en ellas, alguien llena el escenario y muchos miles lo notamos.

La última vez que me atreví a entrar en multitudes fue el pasado febrero, Depeche Mode. Me disgustó comprar las entradas con tanta anticipación pues nunca se sabe dónde y cómo andaremos a meses vista, ni siquiera si estarás de ánimo para ir.

Hoy puede que relea escritos, algunos que conservo, sobre los conciertos a los que fui hace años. Recuerdo "el poder de un estadio", pero ahí están las palabras y no voy a volver a inventarlas, ya copiaré algo para colgar.

Guardaba celosamente las entradas desde los 80 y no sé cuándo se perdieron. Conservo sólo algunas de las muchas que me importaron, y que mereció guardar no sólo por coleccionismo personal. Entrar a ver a según quién en el Estadi Olímpic equivalía a "muchos cines". Se iba el regalito en metálico de navidades o cumpleaños en esa entrada, muchas veces. Valía la pena.

Dentro de veinte días, llueva o nieve, estaré en Palau Sant Jordi. Creí alucinar cuando vi entradas a la venta pues se agotaron el primer día pero en la central de reservas confirmaron la transacción.

Sí, luché mucho contra el impulso, dos días enteros, pero me di por derrotada cuando descubrí a la venta buenas localidades y si todos los que llenan el Sant Jordi están maníacos, pues mejor lo pasaremos.

Me importa un bledo haberme arruinado, es la mejor causa que podía encontrar. Me gustará incluso peregrinar a Barcelona, la ciudad a la que Bruce ama, y ahora no veo el momento de hacerlo, de tener esas entradas en mi mano para decirme que no, que no es un delirio. Que hace 20 años allí estábamos, y que volveremos a vernos.

No quería morir sin ver de nuevo al Boss.

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