Que sea negro, por favor
El otro día ceno con amigos. Durante la charla, repleta de curiosidades y anécdotas, les comento acerca de un estudio divertido que afirma que el placer conseguido al dejar fundir una tableta de chocolate negro en el paladar es más placentero que un beso.
Salta el macho: "como me hagan a mí eso, ya les voy a demostrar lo que es un buen beso". Risas.
Preparada para seguir provocando, saco una tableta mini de esas que regalan en algunas cafeterías. Con mi mejor cara viciosa, aguantándole la mirada, la introduzco en mi boca. Cierro los ojos, los aprieto hasta que me salen patas de gallo, y distiendo la frente mientras me sale un MMMMMMM así de gordo. Me relamo, pongo morritos de beso, los ojos en blanco mientras tomo aire con la boca, y luego le miro con los ojos muy muy abiertos. Me evita la mirada, ja, ja. "Pareces la Meg Ryan..." Si es que cuando me pongo payasa, soy la leche.
Es chocolate negro, puro. Me chifla, y hasta me pone, sí, un potente afrodisíaco. También me gusta el café negro, tanto que de levantarme con un "sustituto del beso"... le pediría antes un café solo y abundante, de esos que llaman americanos. Ese no me pone, simplemente hace que abra los ojos.
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¿Hace tiempo que nadie le da un beso apasionado? No desespere, coma chocolate. O mejor aún, deje que la tableta se funda lentamente en su paladar. El placer será más intenso y durará más que si da un beso. No es un reclamo publicitario, es la conclusión a la que ha llegado un grupo de científicos del Mind Lab, un laboratorio fundado por empresas de la industria alimenticia que se dedica a investigar cómo ciertas sustancias en lo que comemos y bebemos pueden afectar nuestra actividad cerebral, nuestro humor y nuestro propio comportamiento.
Un grupo de voluntarios, de entre 20 y 30 años, hicieron de conejillos de Indias: primero dejaron fundir una tableta de chocolate negro en su paladar y luego unieron sus labios a los de otra persona. Mientras, un monitor controlaba los latidos de su corazón y una serie de electrodos colocados en su cabeza mesuraban su actividad cerebral. Saboreando el chocolate, sus corazones se aceleraron de de 60 a 140 pulsaciones por minuto, por encima de cuando besaron. Además, cuando la tableta se derretía, todas las regiones de sus cerebros recibieron estímulos más largos e intensos que durante el beso.
"Esperábamos que el chocolate incrementase las pulsaciones del corazón, porque tiene algunas sustancias muy estimulantes, pero lo que no sabíamos es que el incremento y la duración de éste fuesen tan altos", confesó el responsable del estudio, David Lewis.
El dicho popular ya atribuía al chocolate propiedades sustitutorias de los placeres carnales, pero se equivocó al establecer que las mujeres son más sensibles a las cualidades del cacao. El estudio concluye que hombres y mujeres experimentan exactamente las mismas reacciones. Así que a comer chocolate, aunque eso sí, con moderación. Los expertos advierten que una ingesta desmesurada puede conducir a la obesidad.
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Al igual que con los fármacos, si quien paga el estudio quiere vender chocolate, va a conseguir esas conclusiones. El super-man de la cena se presta voluntario a refutarlo.
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3 comentarios
Kiraya -
¿De chocolate?
:p
Raquel -
Me alegra que tu cena fuese palcentera un superbeso.
Raquel
Nono -