Por dónde me la vas a meter
Eso es lo que te pasa por la cabeza cuando al otro lado de la mesa, se menciona "cambio de medicación". Te pones en guardia. ¡So bipolar!, si tú fuiste el primero en mencionar un posible "cambio", porque te has quejado de los efectos secundarios de lo que tomas. Estás estable y lúcido y dispuesto a todo, en teoría.
El bipo con tres canas sigue sin ser sin más inteligente que su psiquiatra y más le vale eso, ahora y por el resto de su vida. Pero la bipocabezota se lo ha de creer, el psiquiatra te lo ha de vender. Que vale, que se puede intentar.
Pero no, luego piensas qué será en realidad lo que esconde la nueva receta. Quizá te esperan semanitas guapas de cosas como insomnio, diarrea, fatiga crónica, apetito enfermizo, o falta de apetito, o hipersomnia, la lista de efectos secundarios no acaba nunca. Quieres dejar de estar mareada atontada y con la cabeza a medio gas, pero ¿quién te asegura que esto va a cambiar? De nuevo ensayo-error.
Una de dos: o te lo tomas ese mismo día, o la pauta nueva estará ahí encima de tu mesita de noche hasta que sea tarde, porque te van a volver a ver, y tú sin hacer los deberes, porque te lo volviste a pensar y acabaste aceptando por los hechos a tu malo conocido, al cual estás ya acostumbrada como a un mal matrimonio, y no te atreviste al cambio que tú misma habías deseado. Con excusas cuanto más peregrinas, mejor.
Estás estable, sí, pero tienes miedo todavía. Si no estuvieses estable, sería otra película, y ya la contaremos.
Y como tienes tres canas, a nadie se lo dices ya.
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3 comentarios
cassiel -
Carne de Psiquiatra -
Pero que te la metan por el cerebro, pues... puede doler.
Valerio -
Y todo eso, confiando plenamente en el psiquiatra.
No es moco de pavo, ein, el negocio bipolar es lo que tiene...