Desestructurada & del brazo de I.
Me debo a mí misma tantas cosas que apenas sé por dónde empezar.
Por lo básico, claro. Avituallamiento.
Pero no podía, me ha entrado un bajón de los de asustarse. Por fortuna, ahí estaba mi amigo I., que me ha echado dos manos para dos cosas básicas. Antes de encontrarnos, he hallado fuerzas para asearme y vestirme. Por cierto, es el único a quien no le acaba de convencer mi nuevo color de pelo, aunque el tema peluquería se la sopla bastante.
Hemos merendado juntos, y me ha enseñado fotos espléndidas. Al parecer, sólo le gusta ser artista puertas adentro: me resulta extraño que no comparta cierto material que se me antoja muy bueno. Hacerlo público. No sé. Lo cierto es que me he sentido privilegiada al contemplarlas.
Todo más o menos bien, hasta que me he vuelto a apagar, tanto que me ha dado medio vaso de cola a modo de sales para reanimarme: ya no podía ni ver más fotos. Teníamos además una buena charla pendiente, y ahí sigue. Le confié el texto completo de la serie "CSV" (quedan 3 posts por lo menos) y quería contrastar opiniones con él, porque como bien dijo, tenía que hacerse cuerpo a cuerpo. Lo dejo en la nevera, hasta que tenga ese feedback. Su opinión va a tener peso.
Pasan los días, y esta semana "laborable" me ha resultado bien penosa. Se me hundió la moral cuando me di cuenta de que se me había pasado el análisis de sangre. No era para tanto, pero ya digo: me vine abajo. "¿Te van a echar de la seguridad social?" (hay que ser cáustico)... no, desde luego que no, pero pienso: luego no te quejes del sistema, que bien les dejas plantada tú también.
Malas rutinas esta semana. Mi psiquiatra habla de cierta desestructuración a corregir en un plazo de... dos semanas quizá, ahora no recuerdo lo que apunté. Por algo esto es un caos.
Dormir, comer, menudas obligaciones. Cosas que los seres vivos hacen sin pensar para mí son serios obstáculos. No estoy consiguiendo esos objetivos mínimos. Sin publicarlo, I., que me sigue la pista, me ha hecho tragar un bocata de membrillo casero y queso. Ayer estuve a base de sopa...
Después de (creí haberlo hecho) vencer uno de mis desfases horarios, hoy tomé las pastillas a las 23 h. con la mejor de mis intenciones. Y aquí estamos, dos horas después. Ir a dormir en esta coyuntura equivale a una obligación. No, no es ningún placer esperar a que las pastillas funcionen. Ya no tengo sueño natural, siempre es inducido. Y cuesta mucho esfuerzo meterse entre sábanas, antes placentero y descanso, ahora a veces todo un trauma.
Bueno, I., como estarás leyendo esto... a ver qué nos encontramos hoy. Ya hemos "firmado" si estoy al 60%, y me parece un buen acuerdo. Sobre todo, dada la hora que es, 1.48, en la que postear era la última de mis ideas sobre qué estaría haciendo. Empastillada, y medio asustada ¿ante otro insomnio?
Recuerdo ahora un paseo similar en plan fuerza mayor el mes de junio, cuando estaba medicada con Z. Al menos, la merienda ha marcado diferencia.
Está claro que de vez en cuando necesito la ayuda de mis amigos. A veces no me siento capaz de pedirla. Pero es de sabios hacerlo sin sentirse mal por ello.
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1 comentario
Milagros -
Amigos.... a mi esa palabra me suena tan lejana ... :(