Cuadernos de Málaga, lunes 28 de septiembre de 2009: desde la ventanilla se atisba un plan
Se fue Madre muy pronto, el único día que me quedo dormida, claro que me desperté a las 4 y hasta las 5.30 no pude volver a conciliar el sueño. Hoy todo vuelve a la normalidad, creo que ya recuerdo cuáles son mis rutinas, y que podré con ellas. Luego vuelvo al tema.
En estos momentos, Madre estará surcando los cielos de esta península todavía (edito: al finalizar la redacción del post, ya habrá aterrizado). La nube del sábado y de ayer podía haberse quedado en otra parte, pues tuvimos lluvia aquí y por tanto muchos planes fueron cancelados. Tampoco tuve su energía para todo lo que ella quería visitar. Tampoco quería hablar de muchos temas espinosos que por supuesto surgieron, y no me sentía fuerte para abordar con calma.
Debo darle la razón en algunos puntos. Debo olvidarme de otros que me llevan a caminos no deseados y recuerdos que mejor entierre. Debo perdonar afirmaciones de incomprensión, tan frecuentes en nuestras familias. Debo escuchar cosas que no me gustan, algunas falsas, algunas verdaderas. Y todo esto, porque estoy enferma, (...), y soy la más débil de la familia.
Hablo con mi hermanita mayor. Me pega la bronca reglamentaria. Le cuento mi plan sobre las rutinas. Mi defecto, de nuevo sale el tema, es que soy una cabezota. Pues bien, lo transformaré en virtud y lo usaré en mi favor. Le daré la vuelta a la tortilla. Si me grabo cuatro cosas importantes en la cabeza, que aplastaré si es necesario hasta transformarla en cuadrada, seré capaz de cumplirlas.
Es el plan, y esta vez no se me ocurre un plan B.
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