En semitránsito, jueves 25 de marzo de 2010
Ya es hora de volver a verles. Sólo he ido una vez en un año, no puede ser.
Me da tantísima pereza hacer una maleta. Dejar mi casa me parece un castigo. El tren, una cámara de tortura. Pero ahora sí tengo ganas.
Ahora que empezaba el buen tiempo, pero allí también lo hará, estoy segura.
Ya le he escrito al psiquiatra comentándole que en breve nos vamos a ver, con las novedades. He aprendido a redactar los informes en mi lugar de residencia habitual.
Allí dejaré de escribir (no tendré conexión en casa de mi madre) y de contestar el correo. Tengo además intención de pasar casi un mes, puesto que ahora es tan raro que les vea. Creo que lo aguantaré bien.
También cerraré por Semana Santa. Tengo mucho quehacer en la casa, muchos preparativos. Se acabó Internet, también aquí, por ese motivo. Si me conecto, no trabajo.
No es que vaya a descansar, precisamente. Es cuando menos paro. Esta casa y este espacio son mi tranquilidad.
Me sorprendo al releer esto antes de publicarlo. Es obvio que tengo ya más un pie allí que aquí, que sólo pienso en dejar la casa ordenada y en qué voy a meter en la maleta. Me siento impaciente por irme.
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