Mi no-bebé
No seré madre.
Duele decirlo, más duele no haberlo hecho en 17 años.
17 años tendría un hijo mío, de haberlo querido.
Nunca quise tenerlos, y cuando tuve un padre para ellos, los dos decidimos no tenerlos.
¿Deseábamos traer una vida más a este mundo de mierda?
No.
Poco o nulo instinto maternal, sólo despertó en una pasión que acabó. Y agradezco no tener un hijo para acordarme de ella cada día.
Tomo pastillas, veneno para un feto que quisiera crecer en mi interior.
¿Deseas traer un hijo al mundo envenenado, quizá con malformaciones congénitas?
No.
¿Deseas traer un hijo al mundo con un gen o combinación de genes que te ha jodido la vida, y que él puede heredar?
Menos.
¿Podrías amamantarle?
No, no con la medicación, cómo podría, si ni siquiera me dejan donar sangre.
¿Podrías cuidar de alguien frágil, cuando no eres todavía capaz de cuidar de ti misma?
Desesperaría.
¿Podrías dejar de dormir para aliviar su llanto?
Taxativamente, NO. Debo dormir, si no lo hago me descompenso.
¿Podrías explicarle por qué a veces estás enferma?
Lloraría por no poder encontrar las palabras.
Ni quiero, ni puedo. Mi salud no me lo permite.
Moriré y el resto dirá estaba en la flor de la vida.
¿Dejarías a tu hijo huérfano prematuramente?
NO.
Por cierto, ¿tienes un padre para tu hijo?
No. Pero no le echo de menos.
No noto el reloj biológico. Mis amigas sí, y tres de ellas han tenido bebés este año.
Tengo un sobrino maravilloso. Quizá lleve el gen. De ser así, nadie tendría la culpa, ¿la tengo yo de haberlo heredado?
Pero esto sí es seguro: no le haré jugar esa lotería a mis futuros no-descendientes. En mi generación, esta enfermedad no tiene cura. Podría hablarlo con mi psiquiatra, y tomaríamos medidas. Muchas mujeres bipolares son madres, algunas lo fueron antes del diagnóstico, y muchas quieren serlo una vez en tratamiento, y se puede, con estricta vigilancia.
Pero a las hormonas creo que no hay quien las vigile. A mí me ponen mala las de la menstruación, ya me deprimo una semana al mes. No quiero imaginarme lo que se mueve en un embarazo. Hay quien ha tenido depresiones mayores.
Puedo decirlo fríamente, no seré madre. Sé que me pierdo el milagro de la vida, que los niños son lo más bonito de este mundo, y tantas cosas.
Es difícil vivir sin lo que llena la vida de muchos seres humanos que conozco: una fe en Dios, un hijo.
Esta es mi vida, y así la he escogido. Y la bipolaridad me escogió a mí.
Creo que estamos empezando a llevarnos bien. Ya son dos años de conocernos las caras, por fin, y la convivencia hace el roce.
Es una vida diferente, no es triste como podría parecer, sólo diferente.
Estaría bien hacerse una ligadura de trompas.
Duele decirlo, más duele no haberlo hecho en 17 años.
17 años tendría un hijo mío, de haberlo querido.
Nunca quise tenerlos, y cuando tuve un padre para ellos, los dos decidimos no tenerlos.
¿Deseábamos traer una vida más a este mundo de mierda?
No.
Poco o nulo instinto maternal, sólo despertó en una pasión que acabó. Y agradezco no tener un hijo para acordarme de ella cada día.
Tomo pastillas, veneno para un feto que quisiera crecer en mi interior.
¿Deseas traer un hijo al mundo envenenado, quizá con malformaciones congénitas?
No.
¿Deseas traer un hijo al mundo con un gen o combinación de genes que te ha jodido la vida, y que él puede heredar?
Menos.
¿Podrías amamantarle?
No, no con la medicación, cómo podría, si ni siquiera me dejan donar sangre.
¿Podrías cuidar de alguien frágil, cuando no eres todavía capaz de cuidar de ti misma?
Desesperaría.
¿Podrías dejar de dormir para aliviar su llanto?
Taxativamente, NO. Debo dormir, si no lo hago me descompenso.
¿Podrías explicarle por qué a veces estás enferma?
Lloraría por no poder encontrar las palabras.
Ni quiero, ni puedo. Mi salud no me lo permite.
Moriré y el resto dirá estaba en la flor de la vida.
¿Dejarías a tu hijo huérfano prematuramente?
NO.
Por cierto, ¿tienes un padre para tu hijo?
No. Pero no le echo de menos.
No noto el reloj biológico. Mis amigas sí, y tres de ellas han tenido bebés este año.
Tengo un sobrino maravilloso. Quizá lleve el gen. De ser así, nadie tendría la culpa, ¿la tengo yo de haberlo heredado?
Pero esto sí es seguro: no le haré jugar esa lotería a mis futuros no-descendientes. En mi generación, esta enfermedad no tiene cura. Podría hablarlo con mi psiquiatra, y tomaríamos medidas. Muchas mujeres bipolares son madres, algunas lo fueron antes del diagnóstico, y muchas quieren serlo una vez en tratamiento, y se puede, con estricta vigilancia.
Pero a las hormonas creo que no hay quien las vigile. A mí me ponen mala las de la menstruación, ya me deprimo una semana al mes. No quiero imaginarme lo que se mueve en un embarazo. Hay quien ha tenido depresiones mayores.
Puedo decirlo fríamente, no seré madre. Sé que me pierdo el milagro de la vida, que los niños son lo más bonito de este mundo, y tantas cosas.
Es difícil vivir sin lo que llena la vida de muchos seres humanos que conozco: una fe en Dios, un hijo.
Esta es mi vida, y así la he escogido. Y la bipolaridad me escogió a mí.
Creo que estamos empezando a llevarnos bien. Ya son dos años de conocernos las caras, por fin, y la convivencia hace el roce.
Es una vida diferente, no es triste como podría parecer, sólo diferente.
Estaría bien hacerse una ligadura de trompas.
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