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Carne de Psiquiatra -Trastorno Bipolar

Cuadernos de Barcelona, lunes 20 de julio: Brusbrusbrus y comparaciones algo odiosas

Cuadernos de Barcelona, lunes 20 de julio: Brusbrusbrus y comparaciones algo odiosas

 

Ayer noche en la TV pasaron un concierto de Springsteen en esa meca que es Glastonbury. Nunca fui a un evento de tales proporciones. Si le entendí, al parecer era su primera vez en ese festival, digo esto porque el inglés que estudié y el suyo no acaban de ajustar. Los jóvenes debieron disfrutar de ese concierto bastante cansaditos del resto del día.

Me gusta Springsteen en lo personal porque, digámoslo a lo bestia, no se chuta bótox. Así lo digo. Envejece el icono, a la one-two-free, moviendo pasiones que ya, al menos para mí, nada tienen que ver con lo bueno que está. (Eso no quita que de vez en cuando se me caiga la baba viendo algún fragmento de actuación de los 80, claro). También me gustó ver a su mujer, también guapísima, también con veinte años más encima, y qué bien llevados. Y a la E-Street Band, qué decir de ellos, pues... buenos, y extravagantes, dan una nota especial al trabajo del Boss que se echaba de menos.

No sé si retransmitieron el concierto entero. No les oí gritar lo de aquí [Barcelona], ese Brusbrusbrus. Pero me lo pasé bastante bien. Sólo bastante, una pena. Porque que lo tengo como “sustituto” al que podría ver en Sevilla el próximo martes 28. Ya no iré, no a grandes conciertos, no por ahora.

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Aguanté hasta la medianoche porque después de comer, inaudito, Madre y yo nos quedamos dormidas en el sofá. Mi primera siesta allí, en el momento más inoportuno pues tenía señal de red por primera vez en tres días y encima recibí una llamada importante y ni me enteré. Tus ojos se cierran, tú ya no eres el amo de tu cuerpo ni de tu cerebro que también pasa cortina.

Mi sobrino. Se deja hacer dos mimos, pero ya no es un niño cariñoso que te deje hacerle cuatro. Se separa de los mayores en cuanto puede. A qué niño de 10 le interesan nuestras conversaciones... hace bien en “cambiarnos” por unos dibujos animados que le he traído de lo mucho que le he estado bajando estos meses. Pienso mucho en él cuando alguien cuelga una película o serie para estos jovencitos.

Qué difícil resulta ser padre. Mi madre me soporta a mí. Que yo la soporte, es secundario. Mi cuñada todavía estaba traumatizada por haber tenido que tragarse “Transformers 2” en el cine. Mi prima ha sido ingresada con un brote de esquizofrenia. No sé si debería o me dejarían o sería una buena idea ir a visitarla.

Madre insiste en que no estoy bien. Respondo que nunca lo estaré. Menciona a Mariló y R., qué diferencia respecto a mí. Pienso que no vale ver un rato a alguien y luego comparar, pero esto no se lo cuento. Ni olvidar lo mal que se ha estado antes de gozar de un poco de eutimia. Después recordé esa cifra, 1/3 de los bipolares remite, y no parece ser mi caso. Somos puntitos en una estadística bastante cruel.

El resfriado avanza, uno de esos de pecho que parece tos de fumador, mal que no tengo a diario todavía. Todo llegará en esta lluvia de achaques que me espera hasta que llegue el que considero el peor, la menopausia. Me dan pánico las hormonas.

Hoy es cuando debería haberme venido desde Málaga. Debo estos días extra a Mariló por haberme metido en el tren. Hace tiempo, me hubiese vengado de ella. Ahora me da lo mismo. No puedo decir que lo esté pasando mal, aunque ayer empezamos a ver la famosa “Slumdog Milionaire” y no pude, no pude con lo que a todo el mundo le gustó.

Las 7.40, y parezco haberme quedado sin ideas para el diario. Lo cierro por ahora.

Las 8.49, intento respirar, porque me ha golpeado una ola de miedo, estoy agazapada en la mesa sin moverme, aparentando lo que puedo, pero sé que al final tendré que decírselo a Madre, ay madre mía, cómo entender esto de las fobias cuando nunca las has padecido. Espero que lo entienda, acostumbrada a fenómenos paranormales en mi psique y al “hija mía, tú no estás bien”. Ni lo estaré, ya no me engaño. Pero que no falte ese “ya lo conseguiste, por tanto puedes”.

Las 9.34, hace rato que se fue a trabajar, sigo algo paralizada pero también bastante mejor. No del todo para entrar en la ducha. En absoluto para bajar a la calle. De qué sirve tener dos piernas, si el cerebro te las corta con artimañas. Por qué este bajón. Porque sí, porque oscilo, ayer le dije a Madre que tenía que aceptarlo tal cual.

Creo que aguantaré todavía unos días aquí, eso quiero creer. Málaga permanece y me espera, pero sin fecha. Para ello me traje la maleta con todo lo que en mi perímetro actual podía ponerme.

Pero no un módem a través del teléfono móvil, así que pregunto por la conexión esta que ahora ofrecen por vacaciones, hago números (el kit vale 39 euros y la tarjeta 19), y me sale mucho más barato pasar el día en un locutorio. La semana entera, vamos.

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